viéndole don Quijote de aquella manera, con muestras de tanta steza, le dijo: Sábete, Sancho, que no es un hombre más que otro si ' hace más que otro. Todas estas borrascas que nos suceden son rales de que presto ha de serenar el tiempo y han de sucedemos en las cosas; porque no es posible que el mal ni el bien sean rabies, y de aquí se sigue que, habiendo durado mucho el mal, el en está ya cerca. Así que, no debes congojarte por las desgracias e a mí me suceden, pues a ti no te cabe parte dellas. Y, viéndole n Quijote de aquella manera, con muestras de tanta tristeza, le o: Sábete, Sancho, que no es un hombre más que otro si no hace ís que otro. Toda« hnn-üsrüq nn<“ nns siir-<=rlf>tn snn sptñíilps Hp e presto ha de se sas; porque no es uí se sigue que, n cea. Así que, no c ceden, pues a ti r uella manera, coi ncho, que no es j idas estas borras* serenar el tiemp posible que el na biendo durado ra bes congojarte p > te cabe parte da n muestras de tal mbre más que o e nos suceden se n de sucedemos bien sean durabll mal, el bien está sgracias que a mi índole don Quijq steza, le dijo: Sán hace más que o nales de que pros en las cosas; poro rabies, y de aquí en está ya cerca. J e a mí me sucedí n Quijote de aqq o: Sábete, Sanchl ís que otro. Toda e presto ha de se sas; porque no el uí se sigue que, n cea. 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Todas estas borrascas que nos suceden son nales de que presto ha de serenar el tiempo y han de sucedemos en las cosas; porque no es posible que el mal ni el bien sean .rabies, y de aquí se sigue que, habiendo durado mucho el mal, el en está ya cerca. Así que, no debes congojarte por las desgracias e a mí me suceden, pues a ti no te cabe parte dellas. Y, viéndole •n Quijote de aquella manera, con muestras de tanta tristeza, le o: Sábete, Sancho, que no es un hombre más que otro si no hace is que otro. Toda s estas hnrrq^ra»; mip nns snrpdpn «ton spfialpq de e presto ha de se sas; porque no e: uí se sigue que, h rea. Así que, no c ceden, pues a ti r uella manera, coi ncho, que no es i >das estas borrast serenar el tiemp posible que el m biendo durado n bes congojarte p »te cabe parte de n muestras de tai •mbre más que o e nos suceden se n de sucedemos bien sean durabli mal, el bien está sgracias que a mi Índole don Quijc steza, le dijo: Sáb » hace más que oí nales de que pres m las cosas; porc .rabies, y de aquí zn está ya cerca, j e a mí me suced< •n Quijote de aqi o: Sábete, Sanch< is que otro. Toda e presto ha de se sas; porque no e: uí se sigue que, h rea. Así que, no c ceden, pues a ti r uella manera, coi ncho, que no es ^ >das estas borrasí serenar el tiemp posible que el m biendo durado n bes congojarte p »te cabe parte de n muestras de tai •mbre más que o e nos suceden se n de sucedemos bien sean durabli mal, el bien está sgracias que a mí me suceden, pues a ti no te cabe parte dellas. viéndole don Quijote de aquella manera, con muestras de tanta steza, le dijo: Sábete, Sancho, que no es un hombre más que otro no hace más que otro. Todas estas borrascas que nos suceden son nales de que presto ha de serenar el tiempo y han de sucedemos Edición digital como metodología para una edición global Análisis, reflexiones y propuestas para el entorno editorial actual Ramiro Santa Ana Anguiano Edición digital como metodología para una edición global Análisis, reflexiones y propuestas para el entorno editorial actual Ramiro Santa Ana Anguiano Edición digital como metodología para una edición global Última actualización 2 de octubre del 2018 AUTORÍA Ramiro Santa Ana Anguiano REVISIÓN DE CONTENIDOS Y DISEÑO DE PORTADA Mariana Eguaras EDICIÓN DE «DERECHO DE AUTOR CERO» Mariel Quirino Andrade ENTIDADES PARTICIPANTES Los textos que componen este libro fueron publicados por primera vez en el blog de Mariana Eguaras. Los archivos empleados para esta obra están bajo Licencia Editorial Abierta y Libre (leal). Con leal eres libre de usar, copiar, reeditar, modificar, distribuir o comercializar bajo las siguientes condiciones: Que cualquier producto creado a partir de este material herede algún tipo de licencia leal. Que la comercialización no sea el único medio para adquirir el producto final. Que el uso no resulte perjudicial para cualquier colaborador. Que los archivos editables y finales sean de acceso público. Dona para unos tacos con eth. Dona para unas croquetas con doge. Dona para unas cervezas con PayPal. ¡Descarga los archivos de esta obra! I. Metodologías para la edición Edición digital como edición «desde cero» Por iniciativa de Mariana Eguaras estaremos publicando una serie de entradas dedicadas a la publicación digital, sus características, ventajas y retos, así como su relación con los medios impresos y cómo estas cuestiones afectan directamente a los procesos necesarios para producir cualquier publicación. Si bien ya tenemos planeadas el contenido de las primeras entradas, cualquier sugerencia sobre temas a tratar será bienvenida. En la medida de lo posible, la redacción no será técnica, sino afín al público en general o a quienes se dedican a la edición. Sin embargo, también se tiene que tomar en cuenta que algunos tecnicismos ya son imprescindibles para el medio editorial. Así como la jerga de los tipógrafos, impresores o diseñadores es de habitual conocimiento para quienes editamos, del mismo modo el lenguaje del desarrollador web o de software empieza a formar parte de nuestro bagaje cultural. En esta primera entrada haremos una comparación general entre algunos de los métodos más comunes para producir un libro electrónico estándar en formato epub. En su momento se hablará con más detalle sobre la historia del epub. Lo que ahora nos interesa es que, entre los distintos tipos de formatos existentes en el mercado del libro electrónico, el epub, desde sus inicios, fue pensado como un tipo de archivo para ebooks que sobresale por su versatilidad, ligereza y seguimiento de estándares web que aseguran una uniformidad en el código, y también un completo control sobre la edición. Al tener estas características, el formato epub es fácilmente convertible a formatos privativos como los empleados por Amazon o Apple, asegurando así un ahorro de recursos y de tiempo al momento de crear una publicación digital. Esta flexibilidad también ha permitido el desarrollo de diversos programas de cómputo que facilitan la creación de epub a cualquier persona. Con un par de clics desde el procesador de textos (Writer o Word) o maquetador (InDesign) instantáneamente tenemos un archivo epub a través de una conversión de formatos. En principio, esto es una gran ventaja para autores independientes o para editoriales que no desean invertir «esfuerzos adicionales» en la producción de un libro electrónico. Sin embargo, existen al menos dos desventajas en estos procesos de publicación: 1. La limpieza del código, el control del diseño y la calidad de la edición en muchas ocasiones son inferiores a lo que es posible obtener a través de otros procesos. 2. Se pierde por completo de vista que lo más importante de la revolución digital dentro del mundo de la edición no es el libro electrónico, sino los procesos que ahora son posibles y que no representan algo «extra» al momento de producir un libro, sea impreso o digital. En su lugar, se trata de un conjunto orgánico de elementos que pueden ayudar tanto en el ámbito técnico de la publicación como en la calidad de la edición. El libro electrónico es el punto de relieve más característico de la era digital en la edición, pero es solo la punta del iceberg. Para poder ir paulatinamente más a fondo tenemos que empezar a familiarizarnos con lo que está detrás de la producción de un ebook. Como primera cuestión, existe cierto escepticismo sobre la necesidad de producir una publicación «desde cero». Es decir, se tiende a preferir el uso de conversores que, sin importar la estructura o el contenido de la publicación, automáticamente crean un archivo epub. ¿Para qué aprender lenguajes de etiquetado, como html o Markdown? ¿Para qué preocuparnos por las hojas de estilo, como css o scss? ¿Para qué reflexionar sobre el potencial de los lenguajes de programación para generar otras experiencias de lectura o para mejorar el cuidado de la edición, como JavaScript, Python, Ruby o C++? Porque aunque el objetivo sea un objeto físico o digital, si empezamos a enfocarnos en su proceso de producción, poco a poco nos daremos cuenta de su pertinencia. Características del ejercicio de comparación Para mostrar las ventajas y desventajas que presentan los conversores de epub, en contraste con el desarrollo de una publicación digital «desde cero», se hará una comparación en la producción de una misma obra, pero con diferentes métodos. Con la intención de que este ejercicio sea lo más «real» posible, se optó por tomar la edición del Proyecto Gutenberg del Don Quijote. Además, para mantener una uniformidad en la edición se ha partido del mismo texto en formato html y se ha usado la misma hoja de estilos css. Algunas dudas respecto a estas decisiones pueden ser: ¿Por qué utilizamos la edición del Proyecto Gutenberg si hay mejores ediciones disponibles en línea como puede ser la publicada por el Instituto Cervantes? La edición usada en este ejercicio es de dominio público, así como, a diferencia de la edición de Wikisource, fue sencillo descargar el libro entero en un solo archivo. ¿Por qué se parte de un texto previamente formateado, en lugar de vaciar el texto directamente desde los archivos descargados del Proyecto Gutenberg? Al momento de hacer esta comparación se detectaron algunos descuidos en la edición que se decidieron enmendar (aunque sin duda se podrán encontrar más, ya que un cuidado estricto no es la meta de este ejercicio). Por otro lado, el formato del texto casi siempre se presenta como pesadilla para quienes editamos, provocando una mayor inversión de tiempo, recursos y esfuerzo únicamente para limpiarlo, cuestión que trataremos en otra entrada. ¿Por qué se emplea la misma hoja de estilo en lugar de recrear el diseño en cada uno de los métodos empleados? El rediseño también involucra una mayor inversión de tiempo, recursos y esfuerzo, además de que el empleo de la misma hoja de estilo deja patente la pertinencia del diseño web para el mundo de la edición y la flexibilidad de poder utilizar esta hoja en los diversos métodos empleados (y obras), tema del que hablaremos en una futura entrada. ¿Cuáles son los métodos empleados en este ejercicio? El libro se desarrolló de cuatro maneras distintas: desde InDesign, siendo la forma más común para la mayoría de los editores o diseñadores editoriales; con Jutoh, como ejemplo de software pensado para facilitar la creación de publicaciones digitales; mediante Sigil, por ser uno de los programas más utilizados para la creación de epub, y «desde cero», lo cual involucra una intervención directa en los archivos necesarios para el desarrollo de un epub. Comparativa de tiempos de producción: la eficacia del método «desde cero» Uno de los mayores mitos que existe sobre la pertinencia de la creación de libros epub «desde cero» es que este modo de trabajar requiere mayores tiempos de producción. Sin embargo, el desarrollo «desde cero» no quiere decir que todo ha de hacerse de manera manual. Como lo estaremos viendo en otras entradas, mucho del trabajo al momento de desarrollar un epub es monótono y fácilmente automatizable a través de la creación de Scripts. Cuando hablamos de la creación de un libro epub «desde cero» nos referimos a que no existe un software intermediario que nos ayude a llevar a cabo esta tarea más allá de un editor de texto plano, o de código, y el uso de la línea de comandos. En un primer momento esto puede sonar como un proceso demasiado complejo y que requiere mucha inversión de tiempo para aprender a llevarlo a cabo. Pero nada está más lejos de la realidad, si bien el desarrollo «desde cero» tiene sus retos, como cualquier otro método, es una habilidad que está al alcance de cualquiera que cuente con una computadora. Si obviamos el tiempo empleado en darle formato al texto, en la siguiente gráfica podemos observar que en el desarrollo de la misma obra y diseño el método «desde cero» es el más eficaz. Esta diferencia se debe principalmente al tiempo que debe de emplearse en asociar las etiquetas html a los estilos creados con anterioridad. Comparativa de tiempos de producción: la eficacia del método «desde cero». Tanto en InDesign como en Jutoh es necesario asociar cada estilo css a estilos de párrafo o de caracteres; la diferencia entre ambos estriba en que en InDesign la asociación es más intuitiva y sencilla que en Jutoh. Por el otro lado, con Sigil o «desde cero» no existe la necesidad de asociación, ya que esta se detecta automáticamente al «enlazar» la hoja de estilos css a cada uno de los archivos del contenido del libro; sin embargo, el método «desde cero» presenta la ventaja de que no existe la necesidad de recrear el árbol de directorios o de importar archivos a un programa, como Sigil, para poder crear el archivo epub. Tamaño del epub: la incidencia de las imágenes y el código «basura» En cuanto al tamaño del archivo epub, existen al menos dos factores que afectan directamente en su peso, que son 1) las imágenes incrustadas, y 2 ) la cantidad de código «basura». La mayoría de los libros epub solo presentan una o dos imágenes para la portada o la contraportada, quizá una más si se incluye una fotografía del autor. Aunque se trate de un par de elementos, por lo general estas imágenes tienden a representar los archivos con mayor peso en un epub si existen alguna mezcla de estas circunstancias: 1. la publicación es relativamente breve, 2. las imágenes son más grandes de lo necesario, 3. las imágenes no tienen una buena compresión, o 4. las imágenes están en un formato poco pertinente. Ninguna de estas posibilidades son las que afectan al peso de estos archivos epub debido a que todas están utilizando la misma imagen de 204 kb. La diferencia de tamaños tiene una relación directa con la cantidad de código «basura». Cuando hablamos de la existencia de código «basura» queremos decir que, por los mismos resultados, algunos conversores añaden líneas adicionales de código. Sea para dejar patente el software que se utilizó para crear el archivo, o porque el método que asocia los estilos css con los estilos de párrafo o de caracteres es la recreación del archivo css bajo sus propios lincamientos y convención de nombres. Esto produce al menos dos desventajas: 1. peso adicional e innecesario a la publicación, y 2. un cambio de nomenclatura que puede dificultar una ulterior modificación del diseño. En el caso de los métodos con InDesign o Jutoh, el peso del libro se incrementó por el código «basura» existente; no obstante, la diferencia de peso entre los epub hechos con Sigil o «desde cero» es de otra índole que involucra la estructura interna del libro. Sin extendernos demasiado, a partir de la tercera versión del formato epub existen dos archivos para la tabla de contenidos. El formato antiguo es el ncx, mientras que el formato introducido en la tercera revisión del epub es el xhtml o html. Por defecto, Sigil solo te genera una tabla de contenido en formato ncx. Esto puede ser un potencial problema si consideramos que algunos de los lectores de libros más recientes solo soportan la visualización de tablas de contenidos en formatos xhtml o html. Debido a esta circunstancia, el epub creado «desde cero» contiene tanto una tabla de contenidos en formato ncx (para lectores de libros antiguos) y otra en xhtml, lo cual representa 11 kb de peso adicional para una diferencia de solo 5 kb entre el libro desarrollado con Sigil y el creado con este método. 1195 1190 1185 1180 1175 1170 Desde cero InDesign CC Sigil Jutoh Tamaño del epub: la incidencia de las imágenes y el código «basura». ■ Tamaño (KB) Errores y advertencias: verificación de los epub Una de las principales ventajas que acarrea el proceso de producir un libro epub a través de conversores o software intermediario es que precisamente está pensado para usuarios con poco interés o conocimiento de html y css. La creación del libro, por lo general es de manera visual e incluso en algunos casos la curva de aprendizaje es relativamente corta. Sin embargo, además del cuidado editorial y del aspecto estético, un libro electrónico también tiene que tener una estructura interna coherente. Es decir, si la finalidad es desarrollar un epub con calidad «profesional», este no debe de contener errores o advertencias frutos de inconsistencias en el lenguaje de etiquetado o de la hoja de estilos, en los metadatos, en los tipos de formatos aceptados o en la compresión de las imágenes. Para que la búsqueda de inconsistencias sea efectiva y no nos demore mucho tiempo, existen los verificadores de epub. La herramienta oficial para verificar estos archivos se llama Epubcheck, la cual tiene una versión en línea como otra disponible para su descarga. Sin embargo, por lo general un epub no solo se verifica mediante Epubcheck, sino con al menos otro software, sea por requerimiento del cliente, sea simplemente para tener otra herramienta de verificación. En el caso de nuestro ejercicio hemos utilizado tanto Epubcheck como una extensión para Firefox denominada BlueGriffon (verificador que varios de nuestros clientes piden utilizar). Ahora bien, la gráfica que se muestra solo abarca los errores y advertencias detectados por BlueGriffon ya que ninguno de los epub presentó inconsistencias al ser verificados con Epubcheck. También cabe resaltar que la cantidad de errores o advertencias es poca debido a que se emplearon los mismos textos en formato xhtml y hojas de estilos, así como los metadatos fueron generados automáticamente por cada uno de los métodos. (La creación «desde cero» utilizó un script desarrollado inicialmente por el colectivo Perro Triste y que se ejecuta a través de la línea de comandos). El error presente en el epub hecho con InDesign indica que este programa utilizó un tipo de compresión no válida para la imagen de la portada, mientras que la advertencia es exactamente la misma a las que detecta en los epub creados con Jutoh y Sigil: un elemento presente en los metadatos se considera obsoleto. En realidad, resolver estos errores y advertencias no es nada complicado; no obstante, para un usuario que no está familiarizado con la estructura del epub el proceso para enmendarlos puede ser frustrante. Para arreglar estos epub es necesario su descompresión de manera externa para ir directamente al archivo que presenta el problema, modificarlo y, por último, volver a comprimir el epub. 1,2 1 0.8 0.6 ■ Errores Advertencias 0.4 0.2 0 Errores y advertencias: verificación de los epub. Costos implícitos en la producción: programas de pago versus software libre Al momento de producir un epub, por lo general el usuario se pregunta si los programas de cómputo necesarios son gratuitos o si tienen algún costo. Afortunadamente, para la producción de un libro electrónico no es necesario pagar por alguna licencia de software. En la mitad de los cuatro métodos vistos en este ejercicio se empleó software privativo que implica costos para su uso. Tanto InDesign como Jutoh requieren el pago de una licencia, mientras que Sigil es software libre. Para el método «desde cero» se emplearon programas de software libre (Atom, Firefox y el script desarrollado por Perro Triste) y del sistema (la terminal). Un mito recurrente entre los usuarios que no están familiarizados con el uso de software libre o de código abierto es que su gratuidad es sinónimo de baja calidad. La falsedad de este supuesto —al menos en lo que concierne a la producción de libros epub — pudo observarse en este ejercicio: Sigil y el método «desde cero» arrojaron mejores resultados. No obstante, tampoco puede dejarse de lado que la gran mayoría de las editoriales emplean InDesign para la edición de sus libros impresos, por lo que en determinadas circunstancias lo más conveniente quizá sea irse por esta misma vía para desarrollar libros electrónicos. Si esta no es tu situación y, al mismo tiempo, deseas mejorar la calidad de tus epub, por lo que estás considerando hacer una inversión en software privativo, mejor piénsalo dos veces. Existen otras posibilidades libres y de alta calidad que pueden acomodarse a tus necesidades. Conclusión: el método «desde cero» gana esta partida A lo largo de este ejercicio quedó evidenciado que uno de los métodos más eficaces y eficientes para la producción de libros electrónicos estándar es el desarrollo «desde cero». Varios lectores podrán pensar que este modo de producción implica ciertos conocimientos técnicos complejos y una mediana o larga curva de aprendizaje. Como experiencia, puedo compartirles que a las personas que, por medio de Nieve de Chamoy o Perro Triste, les hemos ayudado a aprender a hacer epub, no les ha tomado más de 24 horas de taller el desarrollo de su primer libro electrónico «desde cero». Además, cabe la pena resaltar que la mayoría de estas personas provienen de un contexto de completo desconocimiento de los lenguajes html y css, así como del uso de la línea de comandos. Sin embargo, como tampoco se trata de reducir las posibilidades de producción a este único método, en futuras entradas veremos cómo elaborar libros epub desde InDesign, Sigil y el desarrollo «desde cero». No trataremos el método desde otros programas (como Jutoh o iBooks Author) porque no lo considero conveniente. Si se tiene planeado el uso de software exclusivamente para crear libros electrónicos, la recomendación es que sea software libre o de código abierto, para que no involucre costos de producción extra, y cuyos formatos de salida sean estandarizados, como el epub (el cual sin problemas puede convertirse a formatos privativos como los usados por Amazon y Apple); por ello, la recomendación bajo estas necesidades es Sigil. Por otro lado, para no obviar la tendencia editorial de producir libros con InDesign, también se verá la manera más óptima de desarrollar libros epub con este programa. Pero antes de esto, el siguiente tema a tratar será sobre un problema rutinario en el quehacer editorial y que, aunque parezca mínimo, representa uno de los cuellos de botella al momento de producir libros, sean impresos o digitales; es decir, hablaremos sobre la manera más adecuada de dar formato a un texto. Sobre esta entrada • Título original: «Edición digital como edición “desde cero"». • Título en el blog de Mariana: «Edición digital como edición “desde cero"». Fecha de publicación: 6 de septiembre del 2016. Redacción original. Revisión de Mariana. Edición cíclica y edición ramificada: de la antesala a la «revolución» digital De la antesala a la «revolución» digital La edición de material impreso nunca ha sido un proceso sencillo. Desde los amanuenses hasta la imprenta se han requerido diversas habilidades para poder cumplir con cada uno de los procesos. Los procesos para publicar una obra, por lo general, son: 1. Editar y corregir. 2. Diseñar y maquetar. 3. Cotejar y revisar. 4. Imprimir. 5. Distribuir. 6. Comercializar y administrar. Antes de la «revolución» digital, la minuciosidad puesta en cada proceso marcaba el ritmo en el flujo de la edición. Si se descuidaba un elemento, con seguridad la obra perdería calidad o tendría que empezarse de nuevo. Por este motivo, cada proceso de la edición tradicional iba paso a paso, tratando de regresar lo menos posible a la fase anterior. Este andar también iba al ritmo de la infraestructura, los recursos y la demanda existente. Antes de la imprenta el flujo era consistente y con un «lento» crecimiento. Con la llegada de la impresión la edición se aceleró, los costos decrecieron y la demanda creció. El libro pasó de ser un artículo poco asequible a ser un elemento de uso diario. Podemos decir que la imprenta no solo fue una «revolución» sino también una «apertura» de la información. El traslado a lo mecánico permitió que los oficios relacionados con la edición se especializaran a través de los siglos. Si bien las técnicas se fueron afinando o cambiando hasta mediados del siglo xx la concepción metodológica permaneció invariable: la edición era una progresión unilateral hasta la publicación y comercialización de la obra. En la «revolución» digital El uso de tecnologías analógicas implicaba que solo unos pocos podían solventar algún revés. Si una publicación salía con defectos, no quedaba más que la adición de una fe de erratas o, en el peor de los casos, la bancarrota. A partir de la segunda mitad del siglo xx esta condición empezó a flexibilizarse. La masificación de las computadoras abrió la puerta para facilitar la regresión en los procesos, al permitir la modificación del documento a diestra y siniestra, incluso durante su impresión. La publicidad era clara durante el surgimiento digital: la máquina de escribir en la oficina siempre dejaba rastro en la corrección. Este fue el primer frente en el que las computadoras personales buscaron un mercado, pero fue cuestión de tiempo que observaran otras posibilidades: • las computadoras en lugar de la máquina de escribir en el hogar, para la redacción de documentos personales o domésticos; • la tecnología digital para «modernizar» tanto la escritura como la impresión de documentos. Las computadoras dividieron al mundo editorial. La confrontación no fue fortuita: el estado de la tecnología digital representaba un revés en la calidad editorial alcanzada a través de siglos. Pero paulatinamente se fue puliendo (¿o ignorando?) la calidad de la edición digital gracias a tex y el dtp ( desktop publishing). Algunos elementos de la tradición editorial fueron rezagados. Sin embargo, la concepción metodológica de una progresión unilateral permaneció inalterable. La diferencia estribó en que la tecnología digital permitió que el retorno en los procesos se hicieran por medio de un teclado y un ratón. Al menos así fue cómo las compañías de software y hardware publicitaron la apuesta por la «modernización» en la edición de documentos. En los noventa, el dtp como sinónimo de edición estaba en proceso de consolidación. La edición era ya edición digital. De Corel Ventura, pasando por PageMaker y QuarkXPress, hasta InDesign, la publicación de impresos se ha vuelto un proceso cada vez más centralizado en un paquete de software. Junto a la «revolución» digital en los procesos de edición también vino otra «apertura» en la información: el libro dejaría ser sinónimo de impreso. El sueño de un libro sin páginas se fue concretando en un archivo digital. Del papel al hyte, los libros electrónicos surgieron como una alternativa. El recelo ante otros soportes distintos al impreso aún sigue siendo una actitud muy común entre los editores. De nuevo la discusión se centra en la calidad del soporte: todavía en la actualidad el libro electrónico carece de los estándares de calidad según el parámetro del impreso. En lugar de apoyar al mejoramiento de los formatos digitales el grueso del mundo editorial ha decidido apostar por la cautela y la espera de que agentes externos al sector mejoren la calidad editorial del ebook. Varios editores han decidido abrir la puerta al libro electrónico, en muchos casos más como una cuestión de «adaptación a los tiempos» que un sincero anhelo por diversificar los soportes de una obra. La discusión se traslada a una cuestión de costos: producir más formatos implica una inversión proporcional de tiempo y recursos según la cantidad de formatos «adicionales». Para lidiar con la necesidad de múltiples formatos se emplea una metodología que consiste en terminar la publicación del impreso para después pasar a la elaboración de otros formatos. Esto provoca un aumento en el tiempo de publicación, según la cantidad de soportes, y también la idea de que los procesos de producción de un libro electrónico son de distinta naturaleza a la producción de un impreso. Asimismo, se ignora que en esta sucesión se heredan tanto contenidos como erratas y elementos innecesarios para el resto de los formatos. La progresión unilateral y su posibilidad de regresión — característica de la edición tradicional— mutan en una serie de ciclos que brincan de un formato a otro. La metodología cíclica es la pretensión de mantener un desarrollo unilateral cuando el objetivo es la consecución de diversos soportes. Es decir, en la edición tradicional se iba paso a paso hasta llegar al impreso; ahora se continúa con esa idea pero implica dar más pasos para tener más archivos. El cambio de método queda invisibilizado al entenderse cada nuevo ciclo de producción como procesos adicionales a la publicación del impreso, que comúnmente se considera el soporte «nuclear» del resto de los formatos. Que los editores piensen que los procesos necesarios para la publicación en otras versiones distintas a la impresa no son ni complementarios ni distintos es, y siempre ha sido, el meollo en la discusión sobre el supuesto antagonismo entre las publicaciones impresas y las electrónicas. Más que una cuestión de calidad o de costos el escepticismo del mundo editorial gira en torno al carácter mítico de la inmutabilidad metodológica y a que existe la necesidad de una adopción consciente de un método que no sea unilateral. Me explico: la supuesta confrontación entre las versiones impresas y las digitales, y el escepticismo ante los formatos digitales, no es porque estos sean de menor calidad o porque el costo de producción no justifique su «inversión», sino a la idea o mito de que la producción de un libro discurre en un solo camino, una sola línea, paso a paso, y la obstinación de no cambiar de método. La discusión y la confrontación es esencialmente metodológica, no de técnica (porque las técnicas han variado a través de los siglos), no de formatos (que no están reñidos entre sí porque hay lectores con distintas preferencias), no de calidad (que se mejora con el tiempo, como la edición digital para pdf de impresión) y tampoco de costos (ya que con una metodología correcta el costo sería mínimo). Mientras se continúe pensando que los ciclos son soluciones ad hoc, en lugar de concebirse como un método, la mayoría de los editores solo entenderán la «revolución» digital como una «revolución» en formatos y técnicas, y no como algo más profundo: un cambio y «apertura» en la forma de «publicar» cultura. Por estos motivos, aunque al parecer exista una continuidad, la edición cíclica es metodológicamente distinta a la edición tradicional. La edición cíclica aborda el desafío traído por el multiformato como una presunta continuidad metodológica de la edición tradicional, pero añadiendo ciertos «módulos» para la producción de otros formatos. La edición cíclica se concentra en producir varios soportes al mismo tiempo que quiere conservar la idea que la publicación de un libro es un solo camino a seguir. Esta concepción metodológica está tan arraigada que el «software milagro» da tranquilidad al concebir la conversión entre formatos como la solución final. Solo cuando se percibe la pérdida en la calidad editorial y técnica se hace patente que la edición cíclica no es el método más óptimo para la producción multiformato... Sobre esta entrada • Título original: «Edición cíclica y edición ramificada». • Título en el blog de Mariana: «Edición cíclica y edición ramificada: de la antesala a la “revolución” digital (1/3)». • Fecha de publicación: 4 de julio del 2017. • Redacción original. • Revisión de Mariana. Edición cíclica y edición ramificada: del surgimiento al tronco y las ramas Surgimiento de una idea ¿Y si cambiamos de perspectiva? ¿Si en lugar de hablar sobre la diversidad en los formatos finales, pensamos en un método multilateral? La idea es sencilla: no nos concentremos en los formatos, sino en los caminos que llevan a ellos. El supuesto también es evidente: a múltiples formatos, diversos senderos. Pese a que la idea es sencilla, en el grueso editorial se interpretará como un discurso que apuesta por la pretendida destrucción de su tradición, cuando en realidad atenta a un ideal metodológico, no a los conocimientos que a lo largo de siglos se han ido acumulando para publicar «buenos» libros. Una prueba de esta extrapolación es patente cuando se analiza la tradición editorial: las técnicas han variado a través de los siglos, pero la idea de ir a un punto a a uno b ha permanecido. En la edición tradicional el punto a era igual al texto original y el punto b igual al impreso. En la edición cíclica a permanece, mientras que b es el fin de todos los ciclos, obteniéndose así no solo el impreso, sino también al menos un formato digital. Sin embargo, en la edición ramificada no hay una consecución de a a b, sino un tronco (a) con diversas ramas (b, c, d...) que cesan su crecimiento, otras se desprenden y unas más se convierten en formato para más ramas. Esquema comparativo entre la edición cíclica y la ramificada. Esta concepción metodológica surgió de un campo especializado: la elaboración de documentación de software. En el surgimiento de la era digital pronto se vio la necesidad de textos que explicaran el uso del software. Sin embargo, debido a las distintas preferencias de consulta y de hardware, se hizo menester crear la documentación en distintos formatos. Pronto se percibió la dificultad presente en la edición cíclica: cada nuevo soporte implica un aumento en la inversión de tiempo y de cuidados, y por ende, de recursos. Para combatir este problema y ahorrar en material impreso, a partir de los noventa surge la idea del single source publishing (ssp), cuya característica es el desarrollo multilateral de diversos formatos. Aunque la idea tiene poco más de veinte años, es ahora cuando empieza a expandirse para el resto del quehacer editorial. En la actualidad, la edición ya no solo es digital, sino también la publicación. Los libros electrónicos han puesto en el centro de la discusión el problema metodológico que el sector editorial viene arrastrando desde el inicio de la «revolución» digital. El tronco y las ramas Pero, en concreto, ¿qué es la edición ramificada? Lo primero que podría entenderse es que significa una apertura en todo sentido. No obstante, el término «single source» ayuda a esclarecer el primer elemento de esta metodología de trabajo: la edición empieza con un «archivo madre». El «archivo madre» es un documento a partir del cual se crean el resto de los formatos: es el tronco. Este archivo puede ser tanto el texto original del autor como el documento editado, ya que el elemento mínimo necesario es que esté en un lenguaje de marcado. El archivo madre obedece a una dimensión estructural a partir de un conjunto de etiquetas que indican cada elemento del texto (véase aquí para más información). La edición del texto puede darse antes o después de esta estructuración. Lo recomendado es que la edición y la estructuración se den en conjunto, porque antes de la publicación quien edita es uno de los principales conocedores de la obra. La desventaja es que se requiere saber al menos un lenguaje de marcado, pero esto se solventa si se recurre a un lenguaje de marcas ligero. Los lenguajes de marcas ligeros son cómodos de leer, fáciles de escribir y sencillos de convertir. Por este motivo, es preferible un lenguaje «ligero», como Markdown, que uno «completo», como xml, html o TeX. (Véase la entrada original de este artículo como ejemplo). El segundo elemento de este método es ir de lo simple a lo complejo. Cada formato presenta sus propias particularidades. En el impreso se requieren ajustes manuales por cuestiones ortotipográficas o de diseño; en el epub a veces es preciso ordenar gráficas o tablas para una mejor visualización; en la lectura online sin inconvenientes se saca provecho de la visualización interactiva de información, etcétera. Para evitar la herencia de características, como sucede en la metodología cíclica, la edición ramificada parte de un documento con los elementos comunes, para después hacer ajustes según el caso. El traslado del archivo madre a cada uno de los formatos finales exige, en la mayoría de los casos, el uso de un nuevo lenguaje. Si se parte de Markdown, se requiere xhtml para un epub, xml para InDesign o TeX para LaTeX o ConTeXt. Si bien se recomienda el conocimiento de estos lenguajes, el tercer elemento es el uso de conversores para el ahorro de tiempo. El trabajo con un lenguaje de marcado posibilita la automatización de la traducción a otros lenguajes. Sin embargo, la traducción realizada por una máquina, por lo general, necesita modificaciones y cotejos. Los conversores no son una solución final, pero evitan el trabajo monótono. El mejor software que puede ayudarnos en esta tarea es Pandoc. Este programa libre es de los más poderosos que podemos encontrar. Y, si bien en algunos casos el resultado no es el esperado, el tiempo involucrado en los ajustes es menor a volver a formatear el documento. Esta inversión de tiempo permite diferenciar la edición ramificada de muchos software milagro que se ofrecen en el mercado. Esta clase de programas se autoperciben como la «solución» a varios problemas que el editor encuentra al momento de publicar en múltiples soportes. La edición ramificada no es un software ni un lenguaje, mucho menos una solución y tampoco un entorno de trabajo —guiño a Adobe—. La edición ramificada es una metodología que puede manifestarse de múltiples maneras, unas más acabadas que otras. Al ser un método también cuenta con la posibilidad de pulirse o de descartarse si crea inconvenientes. Por ello, el cuarto elemento es que la edición ramificada solo está pensada cuando existe la posibilidad de múltiples formatos. Si la obra se proyecta como un «libro objeto» o una publicación artesanal basada en métodos analógicos este método no tiene cabida. Los conversores no son lo único que permiten el ahorro de tiempo. El quinto elemento consiste en que el tamaño del equipo de trabajo es proporcional a la agilización y división del trabajo. Una diferencia nítida entre la edición cíclica y la ramificada es que en la última ningún formato final parte de otro, lo que permite el trabajo paralelo en la producción de cada formato. Cada soporte emprende su camino de manera simultánea a partir del archivo madre, resaltando el sexto elemento metodológico: la edición ramificada es edición sincrónica, independiente y descentralizada. Uno de los temores que surgen en la edición ramificada es que la simultaneidad y autosuficiencia puede dar cabida a una divergencia en el contenido, ya que no existe un mecanismo centralizado para el control de la edición. No obstante, en muchos casos la edición cíclica implica una gran pérdida de control, debido a que el encargado del cuidado editorial tiende a desconocer los procesos «periféricos» y «adicionales» a la producción del soporte impreso. Si hablamos de «control», en el contexto digital el cuidado de una obra no solo debe de ser editorial, sino también técnico. Si no hay dominio sobre el código no existe la seguridad de que el texto, aún con lenguaje de marcado, sea fácil de convertir o sencillo de leer y analizar. La pérdida de control puede resolverse de tres maneras distintas: 1. Realizar la edición y las estructura de la obra al mismo tiempo, llevando a cabo ambos procesos de manera simultánea. 2. Borrar el archivo creado y volver a generarlo a partir del archivo madre; la vía más cómoda pero que supone volver a pulir los detalles derivados de la conversión. 3. Crear un programa para que analice cada archivo de cada formato y lo compare con el contenido del archivo madre. De este modo, si en un formato A la palabra «andará» accidentalmente se cambia por «andara», el software lanzaría una advertencia de que en el archivo madre esa palabra es «andará». Esto permitiría encontrar modificaciones accidentales del texto cuando se esté modificando la estructura o el diseño de manera manual. Y sería solo una advertencia, ya que el cambio podría ser intencional, como «murciéVlago» en TeX a comparación de «murciélago» en el madre, solo para sugerir una separación silábica para arreglar una caja. Para esto es necesario obtener las palabras del texto, ignorando la sintaxis de cada lenguaje de marcado. No obstante, en más de una ocasión existen correcciones de último momento que también han de añadirse a cada uno de los formatos. La corrección manual involucra más cotejos e incluso abre la puerta a más erratas. El séptimo elemento llama al uso de diccionarios y de expresiones regulares ( regex ) para evitar o automatizar las modificaciones. El diccionario permite detectar erratas en el archivo madre. El uso de regex facilita corregir los archivos sin la necesidad de ir caso por caso. El uso del diccionario es recomendable únicamente para el cotejo de posibles erratas, sea caso por caso o mediante la creación de una lista ordenada con las palabras dudosas. En cuanto a regex, hay que tener cautela con su uso. El dominio de las expresiones regulares se adquiere con el tiempo, por lo que las primeras implementaciones tienen que ser básicas y después de hacer sido aplicadas en pruebas. Continuando con la idea de un software que monitoree las ramas, este también tiene que permitir la corrección automatizada. El procedimiento sería la realización de una corrección manual en el archivo madre que, de manera automática, el programa traslade los mismos cambios a cada formato. Sobre esta entrada • Título original: «Edición cíclica y edición ramificada». • Título en el blog de Mariana: «Edición cíclica y edición ramificada: del surgimiento al tronco y las ramas (2/3)». • Fecha de publicación: 11 de julio del 2017. • Redacción original. • Revisión de Mariana. Edición cíclica y edición ramificada: un vuelo seguro y constante Un vuelo seguro y constante Hasta aquí se ha descrito cómo es posible la producción de diversos formatos y posteriores modificaciones sin dependencia a un soporte final. Pero hay ocasiones en que el proyecto completo se arruina: archivos corruptos, pérdida de documentos, malfuncionamiento de la computadora, etcétera. La generación de respaldos, entendidos como copias adicionales almacenadas físicamente o en la «nube», se vuelve un requisito indispensable para los proyectos de cualquier índole. De esta manera, cuando aparece un fallo se retoma alguna de las copias. Sin embargo, esto acarrea los siguientes inconvenientes: • Mayor necesidad de espacio cada vez que se crea una copia. • Posibilidad de confusión entre los respaldos y el proyecto actual. • Falta de control en los cambios, principalmente en grandes equipos. • Dificultades al trabajar de manera separada o remota. • Desconocimiento de casi todas las modificaciones que se han llevado a cabo. El descuido en la información afecta la calidad de la edición. Por lo que el mantenimiento de la información no solo es una tarea secundaria o «técnica», sino una responsabilidad editorial. El octavo elemento metodológico es el control de versiones. En un videojuego existe la posibilidad de guardar la partida a cada paso o en algunas situaciones críticas. A partir de estos cambios guardados es posible regresar o probar nuevos caminos. Si el desarrollo es satisfactorio estos otros senderos se convierten en el juego principal. Un control de versiones cuenta con esos elementos. A partir de un programa es posible monitorear las carpetas y archivos de un proyecto. Se hace posible tener conocimiento de todo lo hecho, sin posibilidades de confusión ni necesidad de mayor espacio, porque se emplean puntos guardado. En un videojuego no se respalda el juego una y otra vez para guardar una partida, solo se almacenan los datos necesarios para regresar a ese punto de guardado. En un controlador de versiones no hay respaldos, sino información para volver a cada punto de control. Esto implica que el espacio necesario para guardar un proyecto cae drásticamente. También resuelve la dificultad de trabajar de manera independiente, ya en el tronco como en las ramas e incluso en sus partes pueden colocarse puntos de control en cualquier momento. Así, se puede saber si se está trabajando con versiones anteriores o si hay sobrescritura, porque cada punto de control tiene descripción, fecha, autor, identificador e indicador de qué se creó, modificó o eliminó. En un videojuego el uso de partidas guardadas permiten explorar más a fondo la trama del juego debido a que en cualquier momento es posible regresar. En un controlador de versiones hay tal flexibilidad que es posible experimentar ciertas implementaciones (como regex, p. ej.) sin el peligro de corromper un proyecto. Esto se traduce a que yace la posibilidad de adquirir mayores conocimientos de edición digital sin el temor de arruinarlo todo. Pero no solo eso. Un proyecto con un control de versiones es lo que se conoce como repositorio y estos tanto pueden estar en una computadora como en la «nube». El noveno elemento es alojar los proyectos en un servidor para que cualquier colaborador, desde cualquier lado y en cualquier momento, pueda «subir» o «bajar» información para realizar su trabajo. El ssp pasa a ser ssop (single source and online publishing). El ssop se utiliza de manera muy extensiva para el desarrollo de software o investigaciones científicas, pero también cabe emplearse en el quehacer editorial. La edición ramificada es una expresión particular del ssop. El nexo es importante ya que el ssop se enfoca a un control en los procesos, principalmente técnicos. Mientras tanto, los elementos metodológicos de la edición ramificada hacen que este control se traduzca en un mayor cuidado editorial, donde las tecnologías digitales y la automatización de procesos sirven de apoyo a quien edita. La «revolución» digital no va en contra de los conocimientos adquiridos durante siglos, sino que revisita, depura o elimina técnicas y metodologías que no son las más pertinentes para llevar a cabo una tarea. En la edición, la «revolución» digital es la «apertura» del «gremio» al uso de las tecnologías de la información en pos de técnicas más aptas pero sin olvidar lo que hace de una obra un «buen» libro. W Sobre esta entrada Título original: «Edición cíclica y edición ramificada». Título en el blog de Mariana: «Edición cíclica y edición ramificada: un vuelo seguro y constante (3/3)». Fecha de publicación: 18 de julio del 2017. Redacción original. Revisión de Mariana. ¿Single source y online publishing, fuera de la realidad? Para continuar con nuestro receso técnico, quiero hablar sobre el título de esta entrada: ¿Single source y online publishing, fuera de la realidad? Mi principal interés es seguir la discusión de los argumentos aquí propuestos en los comentarios (y espero que esto no merme el deseo de publicarlos). Como hemos visto a lo largo de diversas entradas, el método que se ha propuesto como el más afín para satisfacer las necesidades editoriales actuales es el single source y online publishing (expresiones que trataremos como una entidad única, y cuyo acrónimo es ssop). Por medio de esta metodología se pretende atajar el «problema» que implica la producción de diversos formatos para una misma obra, así como la pérdida de control en la edición al momento de usar una computadora. (Para mayor detalle, lee «Historia de la edición digital)». Como toda propuesta, esta no está ausente de flaquezas y detractores. Por tanto, me gustaría hacer algunas puntualizaciones y, ojalá, provocar que tú también des tu opinión. 1. El single source y online publishing es demasiado técnico para el editor Cuando se intenta explicar el uso de TeX al medio editorial más de un editor lo considera tecnológicamente complicado. TeX es percibido como no apto para los tiempos y los requerimientos que manejan en sus libros. Algo semejante sucede con el single source y online publishing: a los editores no les parece que sea técnicamente viable, ya que implica un cambio en la manera de editar sus libros. Ménica Braun, mi colega de Nieve de Chamoy —y quien cuenta con una experiencia editorial que sobrepasa mi edad (¡pero no por mucho!)—, es una de las más severas críticas de este método. Más de una vez ha sido el motivo de discusión para editar y publicar los libros de Nieve de Chamoy. El uso de este método —opina junto con otros— no está al alcance del editor que está habituado (¿mal acostumbrado?) al uso del software que le provee Adobe o Microsoft. Ellos están en lo correcto. El estado actual de esta metodología no es lo suficientemente madura como para que en el presente reemplace a los procesos tradicionales de producción editorial. A pesar de ello, quienes pueden ya implementar este método empiezan a observar su pertinencia. Por ejemplo, el primer libro de Nieve de Chamoy, 80 años: las batallas culturales del Fondo, con más de 150.000 palabras, 378 notas al pie y aproximadamente 70 fuentes bibliográficas, nos tomó una semana producirlo en epub, y porque lo hicimos a marchas forzadas; dos o hasta tres semanas si hubiéramos tenido el tiempo suficiente. Actualmente, con el ssop y con las herramientas que en Perro Triste hemos estado creando y afinando, la producción de este libro nos tomaría solo una jornada de trabajo. No solo eso, la obra tendría una edición más cuidada, un mejor aspecto estético y con salida para diversos formatos. (Actualmente, estamos trabajando en la segunda versión de los libros de Nieve de Chamoy). Además, se suele olvidar que en los procesos editoriales no solo el editor está involucrado. El editor promedio, por lo general, nunca absorbe todos los procesos y, principalmente, no tiene que hacerlo. Este método para mantener el control en la edición, sin importar la diversidad de formatos así como para agilizar los tiempos de producción, no necesariamente los tiene que aprender el editor, sino que está orientado a otros perfiles profesionales, como los del diseñador editorial, el tipógrafo o el desarrollador. 2. El single source y online publishing no está pensado para los editores Sí y no. El single source y online publishing tiene su principal enfoque en afrontar una realidad que ha sobrepasado a la edición tradicional: la publicación de diversos formatos con el mismo cuidado y calidad editorial sin que esto aumente proporcionalmente la necesidad de recursos y de tiempo. Los procesos tradicionales de edición tienden a publicar formatos por ciclos, muy a tono con la estrategia y la capacidad de la imprenta. Y esa manera de trabajar ha sido trasplantada a las recientes necesidades de la publicación digital. La contradicción está anunciada: ¿por qué se inicia un proceso digital (la edición, el diseño e incluso la impresión se llevan a cabo a través de computadoras ) para obtener un producto físico y luego regresar para producir un producto digital? Como puede observarse, este problema no se origina por el quehacer tradicional del editor. La corrección, la verificación, la inspección, el cuidado ortotipográfico y más, no se ven amenazados por esos procesos subsiguientes. Sin embargo, sí pueden llegar a obstaculizarlos si el editor emplea formatos no adecuados (y que nunca fueron pensados) para el cuidado editorial. Si hacemos caso omiso a esta posibilidad, efectivamente el single source y online publishing viene para cambiar el paradigma cíclico y, en su lugar, implementar un modelo ramificado. El texto editado es al single source y online publishing lo que el tronco es al árbol. El contenido editado es el elemento madre desde el cual se obtienen diversos formatos y a partir de él se bifurcan distintas ramas; es decir, se obtienen distintos formatos de salida (epub, html, MOBI, PDF, etC.). Este proceso se realiza de manera simultánea y con mayor independencia entre una y otra rama. Se evita que esta bifurcación se produzca una vez que un formato ha sido concluido y se elude la herencia de las características (léase errores) del formato previo. ¿Peligro a la pérdida de control? Solo si el editor continúa dándole preferencia al aspecto visual, en lugar de preocuparse por el mareaje semántico del contenido. Además, con un controlador de versiones, como los implementados por los repositorios, siempre es posible regresar a puntos de guardado anteriores, sin necesidad de preocuparnos por el típico respaldo, del respaldo, del respaldo. En fin, el single source y online publishing si bien se orienta a esta bifucación posterior a la edición habitual, requiere que el editor adopte este enfoque semántico. Por tanto, sí está pensado para su trabajo y, esencialmente, para evitar la reproducción de vicios al momento de trabajar con archivos digitales. De nueva cuenta, Mónica es un buen ejemplo de cómo un editor, al momento que deja el enfoque visual y adopta la perspectiva semántica, mejora el cuidado de su trabajo. Cuando utilizábamos directamente los archivos del procesador de texto se nos iban muchas horas en limpiar ese formato y etiquetarlo. Pero, principalmente, en ajustarlo, debido a diferentes criterios en la estructura que impactaban en el aspecto visual del texto o, por ejemplo, en revisar que no se hubiera escapado ni una sola itálica en toda la obra. Ahora Mónica trabaja directamente con Markdown y así se encarga de la cuestión semántica. Esto ha hecho que el tiempo de producción haya disminuido. Una de nuestras últimas obras publicadas, Ukus, con casi 95.000 palabras y apéndices (sin notas al pie o referencias bibliográficas), fue desarrollada en media hora. Ambos dimos el visto bueno a los ajustes en un día: ella no tuvo que revisar palabra por palabra y yo no me vi en la necesidad de preocuparme por tratar de homologar la estructura. 3. El single source y online publishing requiere de un esfuerzo corporativo para mayor accesibilidad Una de las principales debilidades actuales del single source y online publishing —que no vale la pena negar— es que no cuenta con un entorno amigable. Incluso, el ssop carece de un entorno, ya que por el momento se lleva a cabo a través de varios programas. Y estos, en su mayoría, carecen de un entorno gráfico o, en el mejor de los casos, de un entorno amigable para el usuario general. (Nótese cómo las necesidades editoriales se piensan como necesidades generales). La mayoría de los usuarios estamos habituados a que con un solo software o con una paquetería (varios programas relacionados unos con otros) se delimite nuestro flujo de trabajo. Partiendo de esto, el single source y online publishing requeriría de algún software o paquetería que ayude al editor a cernirse a esta metodología. El requerimiento no es disparatado, desde hace mucho tiempo he comentado la linda idea de un Entorno de Edición Integrada (eei). Este concepto no es original. En el desarrollo de software existen los Entornos de Desarrollo Integrado (ide, por sus siglas en inglés) los cuales son un conjunto de herramientas bajo un mismo ambiente de trabajo que pretende abarcar todas las necesidades que tiene un programador para llevar a cabo su trabajo. No es, para nada, un entorno «amigable» para el usuario promedio, pero sí es el que un desarrollador necesita. Entonces, si un Entorno de Edición Integrada es posible (¿epi, Entorno de Publicación Integrada?), este debería satisfacer la mayoría de las necesidades de los procesos editoriales. Es decir, sería un entorno no solo para el editor, sino también para el diseñador, el tipógrafo y el desarrollador. Para nada sería, de nueva cuenta, un ambiente «accesible» para el usuario general, pero sí el que la edición necesita. Al final, el software utilizado actualmente para la edición también carece de esa «amigabilidad», hasta el punto donde actualmente hay editores que se niegan a aprender a usar InDesign, por poner un ejemplo. Una idea semejante ha estado trabajando Adobe a través del dichoso InDesign. No es ningún secreto que este fue pensado para diseñadores editoriales de libros impresos, pero que ahora también el editor lo utiliza y, bajo las necesidades actuales, asimismo pretende ser una plataforma para la publicación digital, ya que permite la exportación a epub o crear aplicaciones. Como muchos hemos experimentado, cuando se trata del trabajo del editor o de la creación de otros formatos, InDesign se queda corto. Este software per se no contempla necesidades de edición como son el cuidado en la uniformidad o el aspecto ortotipográfico. Además, sin un conocimiento previo de tecnologías web, se obtienen epub sin la calidad necesaria (véase De xml a epub con InDesign). Ya no digamos de las aplicaciones: sus limitaciones son por demás evidentes en comparación a un desarrollo con tecnologías nativas, híbridas o a través de motores de videojuegos. Por este gran esfuerzo —necesario para cuajar todo un nuevo método en un solo entorno— varias personas opinan que una inversión corporativa es necesaria. Por ejemplo, Adobe desarrollando un nuevo software para suplir a InDesign en este nuevo panorama (podría decir que no lo dudo, Adobe también es conocido por descontinuar sus productos en aras de continuar en la «vanguardia»). Y solo a través de esta inversión sería posible tener, en relativamente poco tiempo, un «producto» —que ya no «método»— para cumplir satisfactoriamente con las necesidades de la producción editorial. Sobre el futuro no puedo decir nada. Pero viendo el panorama, es cierto que el desarrollo no corporativo toma más tiempo. Por lo general, es trabajo realizado en horas libres; es menos conocido, porque carece de una infraestructura con poder mediático. Asimismo, se enfoca en la creación de una diversidad de herramientas en lugar de un entorno que lo englobe todo, debido a que ese «todo» nunca es claro ya que cada usuario utiliza las herramientas según más le convenga y no bajo una idea de aceptación general sobre cómo se tiene que trabajar. Sin embargo, también es cierto que el trabajo de las comunidades abiertas de desarrollo tiene más vida útil. TeX tiene más de treinta años y el html más de veinte. ¿Cuánto duró sino la hegemonía de QuarkXPress? Más flexibilidad de personalización y, claro está, la característica de prescindir de un pago obligatorio para su uso. Llámenme iluso o soñador, pero si de accesibilidad hablamos, me cuesta mucho trabajo comprender su posibilidad cuando la neutralidad es casi inexistente, cuando es una estructura corporativa la que toma las decisiones. ¿Qué pasará cuando Adobe anuncie la descontinuación de InDesign? ¿Desaprender para aprender a utilizar otro software ? La descontinuación no es infrecuente en el desarrollo de software, pero en comunidades abiertas y estables de desarrollo no tienden a cambios abruptos, sino una lenta y continua evolución. Quien aprendió TeX desde los ochenta poco o nada ha tenido que «actualizarse». Quien empezó a usar html en los noventa, las nuevas versiones le han dado más posibilidades de desarrollo. Sobre esta entrada • Título original: «¿Single source y online publishing, fuera de la realidad?». • Título en el blog de Mariana: «¿Single source y online publishing, fuera de la realidad?». • Fecha de publicación: 19 de diciembre del 2016. • Redacción original. • Revisión de Mariana. Completud de una obra: ¿se acaba de editar con la publicación de un libro? Entre la edición y la versión El tiempo puede consumir un proyecto editorial. La obra se publica y quizá se encuentre alguna errata o tal vez no encontramos un error, pero, sin importar el caso, queda la sensación de que pudo haber estado mejor. Si hubiéramos tenido más tiempo, si no nos hubiéramos enfocado tanto en alguna cuestión, si... La obra sale, se distribuye, se comercializa y la mayoría de los lectores ven al libro como un producto acabado que va a su estantería, que les agradará, o se arrepentirán de comprarlo y lo devolverán. Pocos son los que saben que en la página cuarenta y cinco hay un callejón que solo se vio después de la publicación. O, más irritante, siempre quedará ese sabor de que la obra salió demasiado rápido, que quizá una lectura adicional no hubiera estado mal. A muchas de las editoriales que hemos apoyado con el desarrollo de epub o con capacitación sienten estos síntomas. Algunos editores son francos y aceptan que la cantidad de tiempo no es suficiente para la cantidad de obras que tienen que publicar. Otros son más recelosos de sus procesos, pero la estructura de sus archivos los delata. El formato, aunque por lo general «invisible», demuestra el modo de trabajo e incluso anticipa dónde habrá inconsistencias antes de leer una obra. Pese a toda esa batalla librada tras bambalinas, sale x edición de una obra. Ya será para la siguiente edición donde se tomará más cuidado... Si es que con los años ese archivo-final-final- final no se pierde, aún se puede abrir o no se confunde con el archivo-final3 . ¿Cuánto de este problema se debe a tratar de imponer un ritmo de trabajo a una profesión que ha sobresalido por la paciencia que se requiere para ejecutar un proyecto? ¿No será más bien alguna deficiencia metodológica? ¿Y si es falta de capacitación? Como sea, quienes se involucran en la producción de un libro en más de una ocasión sus herramientas representan un obstáculo. Las versiones de una obra y el desarrollo de un proyecto editorial Bajo este contexto, la tradición editorial se ve ante un nuevo fenómeno: las versiones. En los libros, el número de edición sirve para explicitar la completud de toda una serie de procesos. Aunque sea parte del imaginario del lector o un ideal de quienes editan libros, la completud rara vez significa que una obra ya no requiere más trabajo, más bien indica la resignación o imposición de tiempos a un proyecto. ¿Cuántas veces en una presentación de un libro se indica ese deseo de haber tenido más tiempo? ¿Cuántas veces se admite que tuvo que cerrarse la edición, como si se tratase de una publicación periódica? Sin embargo, en las versiones no sucede eso. En el ámbito del software, el versionado solo indica el estado de desarrollo de un proyecto. Cada nueva versión, sea para grandes o pequeños cambios, o para corrección o adición de errores, no indica un estado de completud, sino el grado de madurez de un programa. El software se percibe como un producto en constante crecimiento y mantenimiento, mientras que en la edición la obra se busca hacerla pública cuando se considera que está acabada. Si en el número de edición su «completud» se vuelve ambigua — ¿qué se «completó»: los procesos para publicar una obra o la cantidad de trabajo que esta requiere para ya no necesitar más cambios?—, las versiones comparten el supuesto de que un producto yace sobre un proceso evolutivo indefinido. Al parecer una nueva versión siempre es mejor que la versión anterior. Pero las versiones recientes también pueden acarrear inconvenientes: la creación de bugs, un mayor consumo de recursos o la pérdida de soporte a dispositivos antiguos. ¿Qué tan «buena» es una nueva versión de un programa cuando este empieza a correr lento en nuestras computadoras? Versiones y ediciones de una obra Por fortuna, en el ámbito editorial nada se volverá más lento si además de ediciones se empiezan a trabajar con versiones. El uso de versiones en la edición permite la adición de mejoras o la corrección de errores sin tener que volver a iniciar todo un ciclo de trabajo. Las versiones pueden permitir una mayor versatilidad en pos de la experiencia de lectura. La idea suena muy bien, pero su implementación puede ser un martirio técnico, de cuidado editorial o de índole legal. Si continuamos en el contexto donde muchas de las editoriales batallan con sus propias herramientas y formatos para producir al menos un producto, la complejidad técnica aumenta cuando se empiezan a meter más productos —claro está, si la metodología para publicar es la edición cíclica —. El desafío aumenta cuando ya no solo se tiene que crear una edición, sino que de manera constante se han de actualizar los archivos según cada nueva versión. En el caso del impreso, si no se trata de impresión digital, de pocos y constantes tirajes, la idea de publicar cada nueva versión es simplemente una locura. El caso de la publicación digital la situación no es menos compleja: entre las deficiencias metodológicas, las prisas y la falta de capacitación o de organización en los archivos, la actualización del archivo puede demorar varias horas o días; más si la persona responsable está poco familiarizada con las distintas plataformas. Esto obviando el visto de bueno de los responsables de la edición o, si se trata de instituciones, los trámites administrativos requeridos para la publicación de una obra. Cambios y correcciones que introducen y producen errores En el ámbito editorial, así como en una nueva versión de software, se pueden colar bugs que pueden provocar nuevas erratas o errores tipográficos en una versión más reciente de una obra. ¿Qué tal si quien introdujo el cambio presionó, por descuido, una tecla y coló una letra en el texto? ¿Qué tal si en una corrección, sin advertirse, se movió un párrafo, una página o una sección entera, creando callejones, viudas o huérfanas? Para los editores más exigentes, estos cambios requerirían, al menos, una lectura rápida de toda la obra... ¡pero no hay tiempo suficiente! En el contexto multiformato puede también empezar a crearse una disparidad en los diversos formatos. El cuidado editorial también vela por la uniformidad, y esta constante introducción de cambios poco a poco puede provocar que los formatos sean distintos. Lo más probable es que la mayoría de los lectores no lo noten, pero en muchos casos no se trata del lector, sino de la mera insatisfacción del editor de saber que algo no cuaja, que poco a poco se pierde el control sobre la edición. El ámbito legal no queda fuera. En una obra, por lo general, están involucrados una serie de contratos con autores y colaboradores, convenios con instituciones o distribuidores y trámites administrativos. Quizá todo este papeleo se pueda simplificar para que el uso de versiones no requiera mucha administración, pero si la «modernización» de contratos y convenios ya es un reto en manos del jurídico —por ejemplo, el ofrecimiento de licencias de uso—, hay una gran incógnita aún sin resolver: los isbn. El ISBN El isbn es una especie de cédula de identidad para cada edición y cada formato. Esta identidad se pierde con las versiones, porque entre versión y versión la obra ya no es la misma. Es decir, en teoría, cada nueva versión requeriría un nuevo isbn para ¡cada formato! O abandonamos el isbn y buscamos una solución estandarizada más dinámica: guiño a las llaves públicas o a las cadenas de bloques. Los retos técnicos y legales que pueden representar el versionado es una cuestión que en el desarrollo de software se ha estado trabajando desde hace mucho tiempo. Por un lado, están las licencias de uso de software que simplifican las cuestiones legales. Por el otro, en el desarrollo de software las versiones no son un reto técnico porque: • solo se produce un ejecutable (para Windows, Mac o Linux); • o se producen diferentes ejecutables a partir del mismo código fuente; • o se tienen equipos independientes según la plataforma (un equipo para Android, otro para iOS). En la edición, la producción de un solo formato de por sí ya es un reto debido a la falta de capacitación o de organización de los archivos. Las concepciones metodológicas multiformato, como la edición cíclica, son prácticamente desconocidas o ignoradas, por lo que no es posible crear diferentes formatos a partir de los mismos archivos madre. Solo queda la publicación de distintos formatos de manera independiente que, en muchos casos, es un despilfarro de recursos. En el ámbito de software solo grandes empresas u organizaciones, o grupos de trabajo muy comprometidos, tienen los recursos suficientes para poder tener equipos independientes según la plataforma. Por ejemplo, Snapchat o Telegram tienen personal destinado para plataformas específicas; o bien, la comunidad de Linux que se encarga de adecuar el kernel según el tipo de arquitectura. Si hacemos la analogía, en el ámbito editorial los únicos con la capacidad de actualizar sus formatos con pocos inconvenientes son las grandes casas editoriales. Por ejemplo, a Penguin Random House o a Grupo Planeta el uso de versiones más que un reto, sería un plus a sus ediciones, porque tienen la capacidad de destinar distintos equipos. Pero a la mayoría de las editoriales —medianas, pequeñas o independientes— y, sin duda, a los autores que se autopublican este modo de producción no es el más conveniente. El uso de versiones entre pequeños editores solo será factible cuando exista un cambio metodológico de fondo. Pero cuando eso sea posible, quizá el uso de versiones ya no sea necesario porque existe un modelo de desarrollo que podría ser más apto: el rolling release, que bien podemos llamar «edición continua». Sobre esta entrada • Título original: «¿Completud de una obra?». • Título en el blog de Mariana: «Completud de una obra: ¿se acaba de editar con la publicación de un libro?». • Fecha de publicación: 20 de febrero del 2018. • Redacción original. • Revisión de Mariana. Edición como edición continua En varias entradas pasadas me he dedicado a diferenciar los distintos tipos de edición, como son la tradicional, la cíclica y la ramificada. (Para más información, consulta la tríada de artículos «Edición cíclica y edición ramificada» empezando por aquí. De manera concisa, la edición tradicional es el conjunto de conocimientos, técnicas y métodos que se han empleado desde la invención de la imprenta y por medio de medios análogos. La edición cíclica es una extensión de esta tradición, pero utilizando tecnologías digitales, por el cual el quehacer se centra en un dispositivo: la computadora; así como surge el multiformato: el ebook junto al impreso. La edición es ya edición digital en este contexto. Por último, la edición ramificada es la propuesta metodológica que he estado trabajando y cuyo origen es el single source and online publishing, el cual pretende crear una diversidad de formatos a partir de un conjunto de «archivos madre». La gran diferencia entre este último tipo de edición con el resto es que la producción de los formatos se da de forma paralela y descentralizada: la edición ramificada invierte el problema de «a más formatos, mayor tiempo, mayor uso de recursos y menor control». Pero no solo eso, la metodología ramificada también pone sobre la mesa dos temas: la completud de una obra y la dependencia tecnológica implicada en la producción de publicaciones. Es aquí donde al fin me dedico a hablar sobre un término que he mencionado con brevedad en dos entradas anteriores: «edición continua». Más allá de las ediciones de una obra Como lo mencioné en otra entrada, la completud de una obra, por lo general, es resignación: los tiempos acotan las horas de trabajo, los recursos consumen su posibilidad de realización y la carencia de conocimientos técnicos limitan sus características. La producción de una publicación es un proceso arduo y, en más de una occasion, no se desarrolla según lo planificado. Esto da pie a diversas implicaciones: • En un contexto multiformato abre la puerta para un mayor descontrol y pérdida de calidad, debido a que el personal tiene que estar capacitado sobre las características de cada formato. • En un contexto cíclico se traduce en tener que emplear menos recursos y tiempo para producir más formatos en un mismo periodo. • En un contexto propietario quiere decir que se ha de invertir en software y hardware cada vez más especializado para dar un cumplimiento afín a la calidad y el calendario estimados. Debido a estas cuestiones es común que las personas dedicadas a la edición, por lo general, recuerden la publicación de una obra como un proceso traumático o al menos insatisfactorio: siempre se pudo haber hecho más, pero los tiempos, el presupuesto, la computadora, el personal... La mayoría de los editores ya tienen serios problemas al momento de lidiar con las diversas ediciones de una obra y esta dificultad se exacerba cuando en el ámbito digital existe la posibilidad del uso de versiones. Si cada edición indica la fecha de completud de una obra, en el versionado se hace patente el nivel de maduración de un proyecto. La diferencia no es nimia. En el número de edición se apela a la completud de la obra, mientras que en el número de versión se explícita su incompletud. En el versionado la completud es una idea que busca su cumplimiento mediante el crecimiento paulatino de un proyecto. La completud deja de ser concreta y pasa a ser una guía para el rumbo que tome una publicación. La completud exhibe que la «obra» no es el puerto destino, sino que esta está en constante «evolución», cuya prioridad es la gestación del «proyecto». En fin, la completud es el ensueño de la imaginación del editor. El versionado da dinamismo, pero también acarrea un mayor nivel de compromiso. Siempre es una ventaja suponer que la edición marca el fin de un proyecto, aunque sea solo temporal: es la calma después de la tempestad. No obstante, en el versionado el proyecto permanece abierto: a cada instante se está a la intemperie, por lo que un constante mantenimiento es necesario para evitar el naufragio. Cuando un proyecto deja de tener versiones, en lugar de decir que se ha completo, se indica que se ha abandonado. Es decir, en el versionado la completud nunca llega. Este dinamismo puede ser menos accidentado si se tiene una metodología que permita automatizar y hacer menos tortuoso cada uno de los procedimientos implicados en la publicación de una obra. La edición ramificada es una propuesta para subsanar las dificultades en esta dinámica, aunque implica el aprendizaje explícito de un método de producción y las técnicas y los conocimientos que vienen embebidos en ello. Más allá de las versiones de una obra Pero cuando esta conciencia metodológica y el control técnico son alcanzados, el versionado deja de ser necesario —y no solo hablo sobre el método ramificado, sino cualquier tipo de metodología que permita los mismos resultados—. No es que el versionado se torne anticuado o inconveniente, sino que en este contexto es posible alcanzar tal grado de dinamismo — un movimiento vertiginoso de constantes cambios sobre el proyecto— que el versionado aumenta rápidamente. Por lo general, la idea de manejo de versiones busca ir paso a paso, en cada nueva versión se pretende incluir una serie de mejoras o arreglos en un solo paquete que vuelve a instalarse nuevamente. Sin embargo, cuando los cambios son tan constantes, puede incluso resultar confuso qué mejoras o arreglos incluir en la siguiente versión, así que por pragmatismo o pereza se recurre a la liberación continua. En lugar de crear paquetes nuevos —todo el proyecto una y otra vez—, se actualizan los paquetes —el proyecto es el mismo y solo se descargan sus cambios—. «Libera pronto, libera continuamente» es una frase atribuida a Eric S. Raymond, personaje clave para el movimiento del código abierto. Y lo que implica es la publicación constante de cambios que aunque parezca caótico, marca un ritmo de desarrollo constante que permite a los demás tener un contacto de primera mano con la gestación de un programa. En inglés, este modelo de desarrollo se conoce como «rolling release». Y la idea de «rodante» hace más clara la imagen de la vida de un proyecto como una bola de nieve: movimiento cada vez más robusto y acelerado, que continúa hasta colapsar. El rolling release en la edición La publicación continua puede tener un mal sabor de boca para muchos editores. Implica que cada vez que se hace un cambio, la obra de nuevo se publica: una práctica que atenta directamente a la idea de ediciones, pero también a la de versiones. Pero ¿cuántos no han hecho «trampa» y han colado algunas correcciones en el archivo y aun así la siguen catalogando como la misma edición o versión? El dinamismo en la edición no es una novedad, pero lo que se admite en un modelo de liberación continua es que la obra ya no es la misma. Caso contrario es fingir la identidad de la obra al conservar el número de edición o de versión, cuando la publicación ya se ha modificado. La liberación continua es franca con el lector: «la obra no está completa, sigue en constante cambio, disculpa las molestias». Incluso en su colapso: «esta obra ya ha ido demasiado lejos que no puedo mantenerla más». El abandono ya no sabe a fracaso, sino a un desvío de intereses o de energía. Además, si el proyecto es abierto implica una apertura para que otras personas le den continuidad. Ejemplos de esta liberación continua la podemos ver en el historial de cambios de Pecas, una propuesta concreta de la metodología ramificada de publicación y que a esta fecha tiene ya 573 actualizaciones en tan solo dos años. Otro ejemplo de edición continua es Edición digital como metodología para una edición global, la antología de estas entradas que a la fecha cuenta con 124 actualizaciones en casi dos años y 59 actualizaciones desde su primera publicación, hace cuatro meses y medio. ¿Imaginan lo inverosímil que sería indicar que en una obra que aún no ha alcanzado ni medio año de vida ya cuenta con 59 ediciones o versiones? Identificación en la avalancha Como se puede observar en los historiales de cambios, la liberación continua no es sinónimo de pérdida de control. Al contrario, cada cambio tiene un identificador único universal (uuid), fecha — incluyendo huso horario—, usuario que realizó el cambio —con correo electrónico incluido— y hasta qué modificación concreta se hizo a cada archivo. Este gran dominio es gracias a git, un tipo de control de versiones cuyas características generales se han catalogado como el octavo elemento metodológico de la edición ramificada. Siempre es posible saber el cuándo, el qué y el quién. El nivel de detalle es tal que incluso da más información sobre la «evolución» de una obra que la consulta de formatos finales, también conocidos como ediciones o versiones; o al menos facilitan su consulta. Además, este proceso de identificación visibiliza dos cuestiones. La primera es que no hay método más sencillo para identificar y mencionar la antigüedad de una obra que su fecha. El uso de uuid es mucho más exacto, ya que en un mismo día puede haber varias actualizaciones, pero es poco legible por humanos, ¿qué significado tendrá un conjunto de caracteres alfanuméricos? Esta falta de legibilidad también es compartida con la numeración para las ediciones o versiones: «primera edición», «versión 2». ¿Qué quiere decir eso para conocer la antigüedad de una obra? ¡Qué año data esa dichosa «primera edición» o «versión 2 »! La obra evoluciona cuando deja de ser el centro y la publicación se desecha... Esto abre paso a la segunda cuestión. Como también puede observarse en el historial de cambios de la antología, muchas de las modificaciones no se hicieron directamente a los formatos publicados: unas son adiciones de nuevas entradas, otras son actualizaciones de los archivos madres y algunas más son modificaciones del script que produce los formatos o implementaciones de nuevas funcionalidades de Pecas. El control en la liberación continua no solo es sobre la obra, sino del proyecto, sobre el material implicado para producirla. El bibliófilo no solo puede ver de manera más amena la evolución de la obra, sino que también tiene acceso a los procesos que subyacen detrás de su producción. La cuestión no es paupérrima. La tradición editorial ha hecho del libro su centro de atención y agregaría que, más bien, lo ha hecho a un formato en particular: el impreso. La imagen no parece problemática e incluso su crítica parece contraintuitiva: si tu gremio se dedica a publicar obras, ¿qué problema hay con que el libro sea el centro de ese universo? El «librocentrismo» en la industria editorial El empeño por querer tener formatos finales —los únicos elegibles para la publicación— hace que la persona editora se centre más en el producto final —en muchos casos como «mercancía»— que en los pasos necesarios para obtenerlo. O bien, cuando nace la preocupación por los procesos necesarios, el enfoque centralizado en la obra supone que a cada formato le corresponde su propia vía de gestación o, peor aún, que un formato precede a los demás. El «librocentrismo» hace de la publicación el desenlace necesario de los procesos editoriales. Para un público general, esto se oculta hasta el punto de minimizar el quehacer editorial: «¿por qué tarda tanto si solo es un montón de papel con tinta o lenguaje de marcado?». Ante las personas que dictaminan el curso de una editorial o incluso de toda la industria en una región, es carencia de capacitación y falta de recursos: «se busca persona con conocimientos de x programa privativo; del presupuesto cotiza un taller para usar y paquetería de software que en z feria anunciaron como la panacea editorial; pide apoyos gubernamentales o internacionales porque cada tres años tenemos que actualizar nuestro equipo de cómputo». En el librocentrismo la dependencia tecnológica no importa, siempre y cuando ese software o hardware cumplan con el cometido de publicar la obra. Una paquetería de diseño o de oficina se vuelve omnipresente, aunque en realidad pocos la dominan. Un conjunto de programas es confundido con un método único de producción de libros. Y si un proyecto falla, el programa, la máquina o el personal es quien tiene la culpa; cuando el problema es que la falta de capacitación nunca ha sido en relación con los formatos deseados, sino la evasión de ver que la edición no solo es una tradición o una profesión, sino también un método. Si preparas a una generación de editores o diseñadores para utilizar programas propietarios determinados es casi seguro que una vez terminada su formación esos conocimientos sean obsoletos —ignoremos un poco la diferencia entre el uso de estos programas en la escuela y en el trabajo—. De nueva cuenta hay que buscar capacitaciones, con la cruda realidad donde lo que no ha cambiado es la dependencia a que alguna compañía o institución te proveerá del software y hardware necesario para hacer tu trabajo. Pero si nos centramos en el método, en cómo publicar una obra en diversos formatos con la mayor automatización y calidad posible, se hará patente que lo relevante yace en los archivos de origen y en el camino que va de ellos al multiformato. Un formato determinado deja de tener mayor jerarquía. Los formatos dejan de «competir» entre ellos. Los procesos de producción multiformato ya no se perciben como ajenos. La publicación deja de ser el objetivo: es desechable. El centro se vuelca al cuidado de los archivos madres y al mantenimiento de los procesos automatizados de publicación multiformato. Los formatos finales, esos epub, mobi o pdf a publicar, se producen incesantemente y se eliminan sin el temor de haber perdido algo. No hay merma porque el valor de la obra reside en sus orígenes, la publicación es solo una muestra de los esfuerzos aglutinados en un objeto, que puede reproducirse sin problemas. Como editores, ¿cuántos proyectos yacen ahí en nuestras computadoras, discos duros externos, nubes o repositorios que han quedado abandonados? En la pretensión de publicar un texto hemos minado sus posibilidades al atropellar, una y otra vez, la metodología necesaria para su gestación. Enseña a una generación de diseñadores y editores a concebir la edición también como un método y no habrá software o hardware que los limite. Mejor aún, por esa libertad dejarán de estar a la espera de compañías o instituciones porque cada quien, como persona, equipo de trabajo o editorial, será el arquitecto de su propio método. Un giro en la edición es necesario. Al tener conciencia clara del método, la obra evolucionará de manera favorable y la publicación tendrá los estándares de calidad deseados. En el anhelo por cosechar sus frutos, la tradición editorial ha hecho del libro un fetiche. La edición continua y más específicamente la edición ramificada y libre podrían ser uno de esos giros. Sobre esta entrada • Título original: «Edición como edición continua». • Título en el blog de Mariana: «La edición como edición continua». • Fecha de publicación: 2 de julio del 2018. • Redacción original. • Revisión de Mariana. Cómo las herramientas analíticas pueden mejorar el quehacer editorial Unas de las características que distinguen al cuidado editorial son la meticulosidad puesta en la redacción, la ortotipografía, la verificación de datos y la uniformidad en la estructura y los estilos. Sin embargo, muchas veces mantener la calidad se vuelve una tarea de difícil cumplimiento: tiempos acotados, bajo presupuesto, proyectos que han pasado por muchas manos o una mera carencia de organización o de las habilidades necesarias son algunos elementos que van en detrimento de la calidad editorial. Las diversas técnicas tradicionales o las recomendaciones de editores con un amplio legado son fundamentales para subsanar estas debilidades. Pero no tenemos que detenernos ahí, ahora que la edición es edición digital, existe una diversidad de programas que pueden ayudarnos a tener un mayor control en el quehacer editorial. El antiguo aliado y enemigo: los diccionarios Con el surgimiento de los procesadores de texto nació una característica que modificaría la manera en cómo un escritor revisaba sus propios textos. Me refiero a los correctores ortográficos que en el documento subrayan con rojo alguna palabra mal escrita. O eso creíamos las primeras veces que usábamos la herramienta. ¿Cuántas veces no se dio clic en «Corregir todo» o «Reemplazar todo» y se hacían los cambios en lo que el corrector consideraba erróneo pero, en realidad, simplemente eran palabras que no estaban en su diccionario? Vaya dolor de cabeza darnos cuenta que nombres, regionalismos o ciertas conjugaciones desaparecían para abrir paso a un documento casi ininteligible... El entusiasmo de la mayoría de quienes usaban los correctores —«para qué queremos editores, si el Word y Amazon ya hace eso», dice alguien cuando habla con un protoeditor cualquiera— fue opacado con el recibimiento negativo dentro del mundo editorial. ¿Qué clase de editor usa semejante herramienta —aunque muchas veces se trata de un gusto culposo—? Hay que distinguir entre los propósitos del corrector ortográfico de su base y sus posibles usos; a saber, los diccionarios. La manera en cómo el corrector identifica las palabras, para posteriormente indicar si es «errónea» y de ahí permitir la sustitución, es gracias a una colección de palabras, también llamadas diccionarios. Un ejemplo de las primeras diez entradas de un diccionario en español de México es el siguiente: 57160 a ababa/S ababol/S abacería/S abacero/GS ábaco/S abada/S abadej o/S abadengo/GS abadengo/S Este diccionario tiene poco más de cincuenta y siete mil entradas, y cualquier persona podría seguir llenándolo o crearlo desde cero. Pero para fines editoriales esto no es común, ni tampoco necesario. Lo importante es que ya se tiene una lista de palabras existentes en un idioma, sin importar que no esté completa. Una ayuda para el trabajo monótono ¿Para qué nos puede servir este diccionario, si lo usamos de manera independiente a los correctores? Muy sencillo: automatización de procesos monótonos. Hay que tener cuidado, como es común cuando se habla de «automatización» se tiende a entender que alguna máquina hará todo el trabajo por nosotros, pero este no es el único significado. La automatización como sustitución del trabajo humano es, por así decirlo, la acepción fuerte del término. El propósito de los correctores es automatizar en este sentido el trabajo de un corrector humano —nótese que no de un editor humano—. Sin embargo, la automatización también puede ser un auxiliar del trabajo humano, principalmente en tareas monótonas, una acepción que podemos catalogarla de «débil». Los «diccionarios» que usan estos correctores no pretenden reemplazar el trabajo humano, incluso tampoco pretenden sustituir a lo que durante siglos hemos entendido por «diccionario» —¡ni siquiera tienen definiciones!—. Su propósito es ser un auxiliar para distintas actividades, principalmente de análisis, pero también para mejorar la calidad editorial. Aplicación práctica en el proceso de edición Su uso dentro de la edición es sencillo. Como es común, o al menos deseable, en el quehacer editorial, varias personas revisan un texto para corregir erratas y otras cuestiones. Debido a que uno es ciego ante sus errores, la lectura de diferentes personas permite encontrar deficiencias pasadas por alto. La norma es: muchos ojos, pero solo dos manos. Es decir, el editor a cargo cotejará y aplicará los cambios que diversos editores o correctores anotaron. No obstante, también es común que en el camino puedan añadirse dedazos u otros horrores ortográficos, cuya relectura puede resultar costosa o consumir mucho tiempo. Para estos casos finales, quizá el uso de un diccionario puede ayudar a mostrar posibles erratas en un texto mediante los siguientes pasos: 1. La persona a cargo de la edición manifiesta que el trabajo ya está listo para su maquetación o desarrollo de EPUB. 2. Antes de pasarlo al departamento de diseño o de desarrollo se utiliza un programa para generar solo una lista de palabras únicas que no se encuentran en el diccionario. Ejemplo de programas tenemos a hunspell o a aspell (ambos gratuitos y libres). 3. Se revisa esta lista para descartar las palabras que sí son correctas (incluso pueden añadirse al diccionario para evitar los falsos positivos).W 4. Las palabras restantes se cotejan en su contexto y, de ser erróneas, se corrigen. 5. Terminada esta revisión, se sigue con el flujo normal dentro de los procesos editoriales. Aunque parece que esto consume mucho tiempo, en realidad el cotejo es muy rápido, ya que solo se trata de una lista donde rápidamente es posible eliminar los falsos positivos y así concentrarnos únicamente en los casos dudosos. Esta forma de cotejo es mucho más rápida que estar saltando sobre el texto, más aún si paulatinamente se van agregando otros términos. De esta manera tenemos al menos mayor certeza sobre la calidad ortográfica de nuestro proyecto, pero ¿para qué quedarnos ahí? Este modelo de trabajo puede servir para otras características más allá de la ortografía. Lo que al autor no le importa pero que da dolores de cabeza: los enlaces Por experiencia, he notado que la mayoría de los autores tienen un completo desinterés por el estado actual de los enlaces que ponen en su documento, incluso entre aquellos que aman los enlaces a páginas web o referencias cruzadas. Cuando se trata de enlaces internos, en más de una ocasión me topo con que el elemento referenciado ya no existe o que su identificador ha cambiado. En el caso de los enlaces externos, es casi seguro que al menos la mitad de los enlaces estarán mal escritos o serán ya inválidos. Cuando la obra solo tiene un par de vinculación, no hay ningún problema con revisarlas manualmente. Pero ¿qué pasa cuando estamos ante una obra muy extensa, con más de cincuenta enlaces y muchos de ellos repetidos a lo largo de diferentes secciones? En el peor de los casos se ignora por completo y ya será el lector quien se dé cuenta de esta falta. En la mejor situación se revisa cada enlace y se corrige de manera manual, insumiendo desde una jornada hasta una semana en completarse el trabajo, lo que al final ya no es tan bueno, más si los enlaces externos cambian su estatus de manera constante... Para estos casos, se pueden seguir los mismos pasos de los diccionarios, pero en lugar de analizar palabras, se analizan enlaces y, de manera automática, se verifica su estatus. Esto también genera una lista que no solo permite saber si un enlace es válido o no, sino también los motivos por los que son inválidos, pudiendo descartar así si es un enlace muerto, el servidor actualmente está saturado o es un llano error de sintaxis. Así ya tenemos un mayor cuidado en la ortografía y en los enlaces, pero ¿para qué detenernos ahí? Las analíticas como parte del quehacer editorial Por lo general, las analíticas se asocian al análisis de mercado. Por ejemplo: ¿qué dispositivos usan los lectores?, ¿cuáles son los formatos más comunes?, ¿qué tipo de obra se consume más? Incluso a casos que ya rayan en la invasión de la privacidad, como horarios de lectura, velocidad de cambio de página, palabras más buscadas en el diccionario, palabras subrayadas y más hábitos de lectura —¿o no, Amazon ?—. Pero las analíticas en el ámbito del libro también pueden ayudarnos a mejorar el cuidado editorial. Como ejemplos tenemos: Palabras más comunes en la obra Permiten dar etiquetas más atinadas e incluso descubrir elementos que en una lectura lineal no habíamos sospechado. Por ejemplo, que en la antología de estas entradas el programa más mencionado es InDesign, pese a que es público y notorio mi preferencia a no usar paquetería de Adobe y, en general, cualquier software que no sea libre o abierto... Palabras sin identificar Es decir, palabras que el análisis no pudo reconocer como meras letras o cifras, sino una combinación de ambos e incluso con otros caracteres. Esto permite evidenciar de manera sencilla posibles deficiencias en la redacción o arcaísmos. Por ejemplo: «post-moderno» en lugar de «posmoderno» en un texto donde ambos términos se usan indistintamente. En este caso no solo corregimos arcaísmos, sino que obtenemos una mayor uniformidad. Palabras con versal inicial Esta clase de listado nos permite cotejar rápidamente posibles variantes en la escritura de un mismo personaje. Los ejemplos clásicos son los nombres rusos. ¿Cuántas veces nos ha pasado que en una obra se mezclan indistintamente dos o más variantes, como «Trotski» y «Trotsky»? O peor aún, ¿variantes incorrectas como «Nietzche» o «Nietsche» en lugar de «Nietzsche»? índice de diversidad Esto indica la frecuencia con la que una nueva palabra aparece en la obra; entre más tienda a cero, más diversidad tiene la obra; entre más extensa, la tendencia se aleja del cero. Más que mera curiosidad entre la comparación de estilos de diversos escritores, en casos extremos podríamos detectar potenciales plagios. Por ejemplo, cuando la obra de un autor tiene un índice de diversidad muy distinto a lo que es habitual en sus escritos: o es algo muy experimental, o en poco tiempo olvidó o aprendió nuevas palabras, o bien otra persona escribió la obra. Estructura de la obra Es posible tener un listado de los elementos que componen nuestra obra, como párrafos, encabezados, bloques de cita, etcétera, sin importar que sea para un formato impreso o digital. Esto puede ayudar a detectar inconsistencias o errores en la estructura. Por ejemplo, en el análisis de Edición digital como metodología para una edición global existe una itálica no semántica (etiqueta ) cuando yo siempre empleo itálicas semánticas (etiqueta * ), resulta que en la legal por accidente usé una etiqueta en lugar de la otra. Otro ejemplo se da cuando, mientras revisamos las entradas Mariana y yo, algunos encabezados cambian de jerarquía; sin este tipo de revisión, las posibilidades de dar con esta inconsistencia —y corregirla— serían mucho menores. Entre las herramientas de Pecas tenemos una para crear esta analítica que aunque aún le falta pulirse, ya ha demostrado su pertinencia al momento de mejorar la calidad de los libros con los que trabajamos. Sobre esta entrada • Título original: «Herramientas para el quehacer editorial». • Título en el blog de Mariana: «Cómo las herramientas analíticas pueden mejorar el quehacer editorial». • Fecha de publicación: 24 de mayo del 2018. • Redacción original. • Revisión de Mariana. Dolores de cabeza frecuentes para un editor de ebooks Al momento de desarrollar un libro electrónico hay varios elementos que pueden fallar. Lo primero que sale a flote es la confianza sobre la capacidad de quien hace el libro. Sin embargo, en varias ocasiones el ebook no se muestra como debería y esto se debe a cuestiones ajenas a la calidad técnica del editor. Quien encarga la creación o conversión de un libro digital debe conocer las siguientes particularidades que presenta la edición digital. En esta entrada se abordan cuestiones básicas que atañen a la producción los ebooks : • La inexistencia de «página» en los libros digitales. • La limitación de los diferentes dispositivos en cuestiones tipográficas. • Las capacidades del formato epub. • Qué hace un renderizador y cómo afecta a un ebook. • Los distribuidores y su papel. • Los formatos propietarios, el drm y la minería de datos. 1. Una analogía (errónea): la página En la edición de libros impresos la página es el paradigma para la lectura y disfrute de una obra. Tras bambalinas, la página también es el modelo para la corrección de errores. ¿Cuántas veces hemos leído «te mando los siguientes cambios: en la página 5...»? La página es muy útil para moverse a través de la obra. Más cuando la obra no se lee, sino que se emplea como referencia. Un tipo útil de referencia es la que indica donde hay erratas, errores de formación y más. Esto bajo el supuesto de que la página tiene una dimensión constante en todos los dispositivos de lectura. Para desgracia del control editorial, en las publicaciones electrónicas la página nunca tiene el mismo tamaño. La página, como un lienzo o un contenedor, no es una analogía lo suficientemente fuerte para representar el rol que desempeña en la edición. La página implica una idea de un orden perenne. Mientras que el libro sea libro, la página siempre permanecerá igual, se raye, se moje o se rompa. En un libro electrónico este carácter fijo ya no existe. La «página» digital es solo una remembranza del papel que desempeñaba durante la lectura. La tradición editorial trasladó la publicación como pergamino a una conformada por varias páginas. En la edición digital la «página» es solo una convención que da al lector el mismo tipo de dirección al que está acostumbrado: izquierda / derecha -»arriba / abajo anverso / reverso. Lo más grave que este equívoco no es la dificultad añadida para poder localizar las referencias a errores. ¿Qué hay de las viudas y huérfanas? ¿De una imagen y su pie de foto anclado? ¿De los callejones y los desbordamientos? La «página» del libro digital no ofrece soluciones tipográficas En la publicación digital, al ser variable el tamaño de la «página», no se puede dar solución definitiva a estos problemas en la formación. Lo que funcione para un tamaño de pantalla o dispositivo no necesariamente servirá para otros tipos de dispositivos. Incluso puede ir en detrimento de la experiencia de lectura, como son indeseables saltos de línea o desbordamientos. La cuestión reside en que los recursos necesarios para solventarlos no los justifican: el lector promedio es ciego a estos errores de formación. Esto, asimismo, quiere decir que estamos ante dos tensiones en el constante devenir del desarrollo de ereaders. Por un lado, lo que el programador y el editor consideran relevantes. En no pocas ocasiones quien programa tiene otras prioridades: concibe al libro de modo distinto a quien lo edita. Por el otro, no puede dejarse de lado que el principal desarrollo de los ereaders se da en el mundo anglosajón. Las prioridades en el cuidado editorial en inglés difieren con las de nuestra lengua. Ejemplo: la levedad con la que se permiten las viudas y las huérfanas. Cuando nos adentramos al cuidado editorial de publicaciones electrónicas en español no queda sino aceptarlo. La página y todo su cuidado en la formación en nuestra lengua queda muy mermada cuando hablamos de «páginas» en los ereaders. ¿Qué pasaría si en lugar de rendirnos decidimos, conscientemente, comenzar el desarrollo de estándares en ereaders amigables a la tradición editorial en español? 2. El culpable directo: el editor-diseñador-desarrollador Una vez aceptada a regañadientes la limitación que nos da la «página» del ebook, acontecen otros problemas. En principio, estos son achacables a la persona que desarrolla la publicación. La falta de profesionalización en la creación de publicaciones electrónicas provoca que muchas veces la calidad posible no sea alcanzada. Entre el cuidado del texto como contenido, luego como diseño y hojas css, hasta como estructura y etiquetas html acontece una constante transposición de dimensiones del mismo texto. No es sencillo desarrollar el ojo para tener capacidad de percibir al texto en estas tres dimensiones al unísono. Lo que parece una tarea sencilla, se convierte en un infierno para quien tiene un primer acercamiento a la publicación digital. Como lectores o personas ajenas a los procesos requeridos para hacer un ebook es sencillo juzgar un libro por lo que se ve. Como es común, un libro electrónico tiende a tener una formación más sencilla, así como es estéticamente menos placentero. De ahí se concluye que su creación ha de ser sencilla. Nada más descontextualizado que esta suposición. Si el ebook tiende a ser «feo» o «simplón» no es porque el formato no permita más, sino debido a que su dominio exige un largo camino para quien aprendió a editar a través del sendero visual del diseño editorial. El formato estándar del libro electrónico permite muchas posibilidades interesantes. Sin embargo, el desarrollador de ebooks no solo tiene que aprender esto, sino también tiene que repensar el diseño a través de hojas de estilo y mantener la calidad editorial en un contexto de «páginas fluidas». A esto se suma que el trabajo hecho en una publicación electrónica, por lo general, es menospreciado por quienes se dedican a la publicación de impresos. Como resultado tenemos que muchas veces, aunque ya se cuente con la capacidad de mejorar el ebook, no se lleva a cabo debido a que el tiempo requerido y el poco reconocimiento no lo justifica. ¿Qué tal si ya, por fin, nos libramos del menosprecio hacia el ebook y, en su lugar, vemos el carácter tripartito de su gestación y la necesidad de hacerle frente? 3. El diligente (y menospreciado): el epub Entre los formatos digitales, el epub es un estándar en la industria con mucha potencia. Su aspecto más conocido es la posibilidad de embeber objetos multimedia. Otra característica relevante es la capacidad de poder incluir JavaScript. Con este lenguaje de programación se pueden añadir diversas funcionalidades a un libro. Por ejemplo: animaciones, formularios, modificación de estructuras y hasta videojuegos. A esto sumamos el soporte para personas con deficiencia visual, a la creación de fórmulas matemáticas e incluso la experimentación para la adición amena de partituras. Con las hojas aurales (hojas de estilo auditivas) es posible escuchar la obra de manera más natural. Las fórmulas matemáticas ya no tienen que ser imágenes, sino texto. Del mismo modo, las partituras pueden seleccionarse nota a nota y hasta escucharlas con reproductores midi. Y no lo es todo, la estandarización del epub da pauta para que todas estas posibilidades puedan verse igual y del mismo modo en cualquier ereader. Y aquí es donde nos aproximamos a terreno escabroso... ¿Qué pasa si antes de seguir nos detenemos un poco y nos preocupamos por tratar de contemplar todo lo que el epub tiene por ofrecer, en lugar de desaprobarlo y aclamar necesidad de nuevos formatos (propietarios)? 4. Primeros cómplices: los renderizadores El epub tiene mucho por ofrecer, pero sus posibilidades por lo general se han mermado por los renderizadores. Todo dispositivo o programa que se utilice para leer un ebook es un renderizador. De las instrucciones y funciones incluidas en un epub, el ereader o el software procede a pasar de ese código a un resultado legible. Esto es el proceso de renderización: la generación de una imagen a partir de un conjunto de comandos. Por desgracia, aunque existen estándares sobre cómo debería renderizarse el ebook, por limitaciones de hardware o decisión del desarrollador, esto queda como sugerencia. Su efecto ya es muy conocido para muchos de nosotros: el libro nunca se ve de la misma manera. Por ejemplo, hay ausencia de versalitas, falta de corte silábico o diferencia en el interlineado o en los márgenes. Un dispositivo antiguo no podrá dar el mismo desempeño cuando muestra las características más complejas e incluso, simplemente, no las ejecutará. También existen otros casos en que desarrolladores como Apple o Amazon restringen algunas posibilidades. Ejemplos: Amazon no permite la adición de ninguna funcionalidad de JavaScript y el soporte de css tiene sus limitantes; Apple bloquea el uso de formularios que ni con JavaScript pueden eludirse. La aplicación de Google, entre las más populares, es la menos limitada. No obstante, de vez en cuando aparece un glitch en el que se crean saltos de línea forzados. El párrafo a la vista se ve mal formado aunque su estructura esté limpia. Esta disparidad en el soporte en no pocas situaciones provoca una tensión entre quien desarrolla el ebook y su cliente. En más de una ocasión, tanto el cliente como yo, hemos tenido que ser lo suficiente pacientes para demostrar que la ausencia de una característica o la aparición de un error en la formación no es por la mala calidad del código sino una cuestión del renderizador. Por estos motivos, el renderizador menos problemático que he encontrado es Calibre. En particular, es el que siempre recomiendo porque además es software libre. La interfaz puede parecer burda, pero su respeto a los estándares es muy elevado. ¿Que tal si, de una buena vez, caemos en cuenta que las posibilidades del ebook están constreñidas a las características de cada uno de los dispositivos? 5. Segundos cómplices: los distribuidores El ebook puede estar ya desarrollado para sacarle su mejor partida en una amplia gama de dispositivos. Sin embargo, aun así nos topamos con dos grandes inconvenientes de los distribuidores. A. La conversión a formatos propietarios El primero es que algunos de ellos —guiño de nuevo a Amazon y Apple— no ponen a la venta el formato estándar que hemos trabajado. En su lugar, los convierten en sus formatos propietarios. La argumentación es que sus propios formatos están optimizados para sus renderizadores. Por ello, lo aconsejable es utilizar sus herramientas de creación de ebook para producir sus formatos de manera directa. Además de que sus formatos propietarios son herederos directos de estándares abiertos, estos incluyen características adicionales que habilitan el drm y la minería de datos. A esto se suma el aumento de horas de trabajo para poder crear una publicación en distintos formatos si se opta por la vía de la bifurcación del proyecto en lugar de la conversión. La inutilidad del drm El candado digital que evita la reproducción no autorizada de una obra (el drm) es, en mi opinión, una de las cuestiones en las que la edición digital ha despilfarrado una gran cantidad de recursos. Este candado nunca se ha mostrado lo suficientemente seguro para las personas que saben cómo eliminarlo. El aprendizaje sobre cómo hacerlo no es complejo. Con un uso sencillo de la terminal y un par de plugins de Calibre es posible «liberar» las obras. En lo personal, es un procedimiento común cuando adquiero algún libro en Amazon o en sitios que cuentan con drm de Adobe. No por la supuesta «piratería» que el drm pretende evitar, sino porque me desagrada la idea de que su uso es limitado a pesar de haber comprado el ebook. Este desagrado muta en necesidad cuando estas tecnologías propietarias no dan soporte a sistemas operativos abiertos. Minería de datos o la recolección de información La minería de datos es una cuestión muy delicada y que casi no se ha comentado en discusiones relativas a la edición y la publicación digitales. Bajo el eufemismo «análisis de hábitos de lectura» lo que varios renderizadores llevan a cabo es una recolección de información que posteriormente será procesada por sus compañías desarrolladoras. Con todas las relaciones encontradas es posible monetizar la manera en cómo leemos libros. ¿Maravillado porque Google, Amazon o Apple siempre te sugiere buenos libros? ¿Asombrado de las coincidencias entre lo que lees y la publicidad que te muestra? No es fortuito, ellos buscan el medio para venderte algo, incluso a través de lo que lees. B. La aprobación de la publicación de ebooks El segundo inconveniente no está en el lado del usuario hecho lector, sino en el del editor. Para quienes suben libros a distintas plataformas, en más de una ocasión, es un martirio que la publicación sea aprobada. Dos ejemplos. Uno, Apple solo permite la subida de libros a través de iTunes Producer que, como pueden adivinar, solo está disponible para macOS. Y Amazon ofrece mucho menos regalías cuando el ebook no es exclusivo de su plataforma. Las soluciones me parecen limitadas. Una consiste en pedir prestada una Mac para subir el libro. La otra es que, como Amazon es dueño de su plataforma, uno elige si acepta o no sus condiciones. Como usuario y como editor no deberíamos estar limitados al uso de software específico para el desarrollo y comercialización de nuestros libros. Tampoco tendríamos que ver mermadas nuestras posibilidades de venta o de regalías según las condiciones de cada distribuidor. A esto se suma la ausencia de estándares en la distribución de los ebooks. No es fortuito ni inevitable que se tengan que hacer procedimientos semejantes una y otra vez según la plataforma. En realidad, todas las plataformas necesitan la misma información para poder colocar a la venta el libro. Si estas optaran directamente por una publicación estándar, como el epub, también se haría posible estandarizar su distribución. Una idea para automatizar la distribución de ebooks La idea es sencilla. Cada distribuidor requiere acceso al ebook, a la información para su venta y hasta algunas impresiones de pantalla. La clase de archivo que utiliza iTunes Producer para procesar toda esta información es una carpeta. Esta contiene, entre las capturas de pantalla y el ebook, un xml con toda la información necesaria para la venta. Podría encontrarse un esquema xml estandarizado para esta información. Y, a partir de ahí, juntarlo con el libro y sus capturas de pantalla en una carpeta comprimida como zip. Con los accesos necesarios incluso se podría automatizar su subida mediante ftp o scp. Con esto se abriría la posibilidad de poder automatizar la distribución y así tener pleno control de todos los procesos requeridos para la creación y subida de los ebooks. Otra consecuencia sería la evasión de los nuevos intermediarios que funcionan como único distribuidor; cuyo trabajo consiste en mandar el libro a diversas plataformas. ¿Qué pasaría si no aceptamos los términos de los distribuidores y, en su lugar, hacemos presión para que se estandaricen y transparenten sus prácticas? Sobre esta entrada Título original: «Dolores de cabeza frecuentes para un editor de ebooks». Título en el blog de Mariana: «Dolores de cabeza frecuentes para un editor de ebooks». Fecha de publicación: 28 de agosto del 2018. Redacción original. Revisión de Mariana. Un giro digital en la edición y una propuesta sobre metodología editorial ¿Qué alternativas tenemos ante un panorama lleno de amargos desencantos entre la tradición editorial y las nuevas tecnologías de la información y la comunicación? ¿Qué otros planteamientos son posibles además de los comunes contratos entre entidades editoriales y empresas prestadores de servicios de software ? ¿Cómo los editores estamos destinados a que la calidad ya siempre dependa de un intercambio económico por los conocimientos técnicos de terceros? Origen de los problemas La edición se hizo código. En otras palabras: el quehacer editorial ya no es disociable del desarrollo de software. El texto, como lo habíamos comprendido desde la invención de la imprenta, tiene nuevas dimensiones que aún no terminamos de entender del todo. Una publicación no solo tiene tras de sí una tradición relativa a los procesos editoriales y gráficos. El traslado de la manera de trabajar a una computadora no es un cambio de tecnologías o de técnicas: es un cambio de método. ¿Cansado de que cada vez es más común exigir más formatos de una misma obra? Si es así y si para ti crear un formato más requiere recursos y tiempo adicionales, por desgracia, hay algo en tu metodología de trabajo que provoque este problema. No se trata que una dificultad técnica, sino que es un conflicto metodológico. Aunque parece sencillo empezar a concebir a la edición como un método, la reducción de estas tecnologías a su aspecto instrumental genera la idea de que la solución ha de yacer en quienes la usan y la desarrollan. Es decir, para la mayoría de los editores la solución queda afuera de su esfera. Ahora quien programa es el que cuenta con la solución. Y esta dependencia no es agradable porque por décadas el editor no había tenido que recurrir a profesionales afuera de su campo para cumplir con sus tareas. Subordinación exterior y ausencia de metodología Eso no es lo peor, depender de profesionales externos a la edición provoca: 1. Una asistencia técnica a través de un pago de prestación de servicios que, por lo general, el editor no termina de comprender del todo, prestándose a diversos abusos. 2. Un desinterés del agente externo al cuidado editorial, ya que es común que trate las necesidades del editor como un problema solucionable a través de una vía técnica que, al menos para el caso de la lengua española, no cumple del todo con los estándares de calidad de su tradición. 3. Una amargura por parte de quienes editan, porque se percatan de que su calidad editorial empieza a estar condicionada por el control técnico de una metodología, al menos en parte, distinta a los procesos tradicionales de publicación. Es posible atajar estos problemas si se buscan mecanismos que expliciten que la edición es tradición, arte, profesión, pero también es método. Educación La vía más evidente para comprender que la edición también es método es la educación: que quienes editan empiecen a aprender que gran parte de sus dificultades están relacionadas con: • las metodologías que utilizan en su trabajo, y • la ausencia de un panorama general sobre las posibilidades metodológicas para poder llevar a cabo su trabajo. El sector editorial tiene un fuerte problema pedagógico. Por un lado, la educación continua que se ofrece a estos profesionales implica altos costos que no muchos pueden cubrir. ¿Cuántas veces hemos desistido de acudir a capacitaciones, talleres, seminarios, coloquios, ferias o estudios de grado porque no podemos pagarlo? Sin embargo, el aspecto que, por el momento, quiero hacer hincapié es cómo la aproximación, por lo general, no es integral. ¿Cuántas veces hemos asistido a eventos para aprender a utilizar x o y programa, plataforma o lenguaje? ¿Cuántas veces hemos podido incrustar esos conocimientos en un panorama más general? ¿Cuántas veces lo que se nos enseña es software propietario que requiere de pago o suscripción? ¿Cuántas veces este software se nos vende como la panacea a nuestros problemas? La formación que el editor necesita no es a base de software. Sí, al final quien edita se las ve con el software, pero eso solo es el corolario de un proceso pedagógico que requiere de fundamentos teóricos y metodológicos. El aprendizaje tecnológico no se basa en dominar un software Un grave error en nuestra educación es suponer que «aprender a usar la computadora» es «aprender a usar x o y software». Comprobaremos una y otra vez que lo aprendido es o será obsoleto —hasta el punto de una capacitación sin fin que, más que aclarar, nos confunde—. Pero, con mayor lamento, nos daremos cuenta que al final carecemos de la seguridad de que sabemos utilizar nuestra única herramienta posible de trabajo. Si estás cómodo con tu entorno de trabajo —probablemente paquetería de Microsoft o Adobe—, solo recuerda qué pasó cuando la solución y el método editorial se reducían a programas como PageMaker o QuarkXPress... ¿No fue grato tener que reaprender, cierto? Una formación con un fuerte peso teórico y metodológico ayudaría a que los editores, sin importar los programas o los formatos iniciales o requeridos, puedan construir sus propias soluciones. No se trata de aprender a usar software sino de tener un criterio sobre lo que se necesita para llegar del punto A —los archivos para la edición— al punto B —los formatos finales de la obra—. Al final, el gran prejuicio con el que se batalla es que los programas y los formatos siempre son secundarios; que un formato no está asociado a un programa determinado. Incluso más radical aún: todo formato final es desechable. Con una sólida preparación metodológica se rompe ese aire de complejidad y ese gran distanciamiento entre los programas milagro y los formatos en boga, y lo que el editor realmente necesita. La educación que necesitamos no es a modo de brincos, de programa en programa, para estar a la vanguardia. La educación que el editor requiere es una paulatina profundización en su método, cuyo reflejo técnico sea, precisamente, eso: una imagen, una muestra concreta de una metodología que no está encadenada a programas o formatos. ¿Soluciones o creación de nuevas necesidades? La confianza puede llegar a ser de tal grado que cada vez que se anuncia una nueva plataforma o programa no es causa de desasosiego ni desconcierto. No es que la novedad sea despreciada, sino que se hace fácil distinguir cuándo una herramienta en realidad viene a resolver una dificultad metodológica y cuánto esta solo es bluff: un programa que se declara como útil cuando no hace sino crear dependencia al editor sin jamás resolver sus dificultades —como el DRM—. Por lo general, cuando un programa o plataforma nueva sale al mercado, se promociona como la herramienta que soluciona x problema en el ámbito de la edición. Sin embargo, muchas veces no resuelve gran cosa y, en su lugar, crea una dependencia tecnológica del editor hacia ella. Si esta situación se observara desde un panorama más integral podría detectarse con más facilidad cuando estos programas o plataformas vienen a solucionar algo o aparecen para crear una nueva necesidad. Laboratorios El tiempo desperdiciado en saltar de programa en programa se convierte en horas que ayudan a profundizar en los aspectos metodológicos. Este escudriño puede evitar el mareo que de manera constante tiene el editor frente a las nuevas tecnologías de la información. Conforme el editor se empodere de su único medio de producción, se hace posible la investigación y la experimentación. ¿Suena raro, no es así? ¿Cuándo habíamos escuchado sobre investigación o experimentación editorial? La investigación relativa a la edición, por lo general, tiene un fuerte énfasis histórico o bibliófilo. La experimentación editorial, comúnmente, son ejercicios de prueba y error sobre programas o formatos empleados en la edición. La idea de investigación que aquí se plantea tiene un fuerte énfasis técnico y tecnológico. Cuando quien edita empieza a tener un dominio sobre su trabajo se hace posible ahondar en la reflexión sobre lo que implica tener un único medio de producción. Cómo y con qué se están haciendo las cosas La investigación consistiría en pensar y repensar a cada instante cómo y con qué se están haciendo las cosas y qué son esas cosas editoriales. ¿Por qué, como «gremio», usamos tales programas y no otros? ¿Por qué este u otro formato es el más usado? ¿Cómo podemos automatizar las cosas? ¿Cómo es posible encontrar lazos entre la edición estandarizada y la que no lo es? En fin, ¿qué es esa cosa llamada edición cuando ha desaparecido su correlato análogo —el papel y la página— del que siempre dependió? Estas solo son unas cuantas preguntas para un marco teórico que es mucho más profundo que la constante discusión de los libros impresos contra los digitales. La investigación no tiene su interés principal en programas o formatos. La investigación es en torno a cómo pensar la edición cuando todos sus recursos han sido acaparados por el código y cómo ver al texto cuando ya no solo es contenido, sino también estructura que no necesariamente tiene que ser estructura textual (!). La experimentación tiene una intencionalidad semejante. No consiste en aplicar a prueba y error ciertas recetas. No es únicamente la implementación de otros ecosistemas editoriales ajenos a los que usamos. Esta consiste en crear nuevos medios o herramientas para aumentar la calidad editorial de nuestras publicaciones. Pero no solo eso: experimentar es partir del texto incluso para derivar en productos no textuales (!). Siendo editores nos cuesta mucho trabajo concebir la posibilidad de productos editoriales no textuales a partir de nuestra principal base de trabajo: el texto. Y seguirá sonando raro, porque el sector editorial recién está viendo que casarse con el texto no implica casarse con las publicaciones. Como editor, ¿quieres publicar o quieres trabajar con el texto? Desde que la edición se hizo código esto deriva en actividades muy distintas, cuando durante siglos para la edición una era consecuencia de la otra. Laboratorio de investigación editorial Cuando se cuenta con un espacio para la investigación y experimentación lo que se tiene es un laboratorio; en este caso, un laboratorio editorial. El Taller de Edición Digital (ted) es un ejemplo. Con un fuerte énfasis pedagógico, el ted poco a poco va mostrando su verdadera cara: no es un taller para aprender a editar, sino un laboratorio editorial. Pero, a pesar del optimismo, el ted es frágil. Sin todas las personas que organizan actividades paralelas al ted este taller no tendría vitalidad. ¿Es posible replicar espacios similares de laboratorio editoriales? Son las universidades, las instituciones gubernamentales y las editoriales establecidas las que sin problemas podrían abrir laboratorios en su estructura. En la edición no es común hablar de esta clase de espacios. Sin embargo, cuando quien edita es también el responsable de generar sus propias metodologías o herramientas los laboratorios se fundan como una infraestructura necesaria. No podremos retomar las riendas de nuestra profesión hasta que no concibamos la necesidad de estos espacios. El empoderamiento tecnológico y la independencia técnica del editor no basta con ser individual. En colectivo es posible armar espacios de discusión que van más allá de estrategias publicitarias o de añejos debates que solo exponen el grado de desconocimiento hacia los métodos ya necesarios para publicar. En laboratorios es posible establecer esos espacios que la edición necesita. Ahí será posible que en sí misma satisfaga sus necesidades presentes y futuras. Su quehacer es una actividad traducida en publicaciones y texto, pero también en código y en elementos editoriales aún desconocidos. ¿El texto como un aspecto defmitorio de la edición? Editores, aún no completamos el mapamundi de nuestro mundo: estamos aún en una nueva etapa de descubrimientos. Aún nos encontramos en nuestro siglo xvi, con nuevos mundos por descubrir. Tenemos un gran camino por delante desde y más allá de lo que hemos conservado como tradición. El sector y la tradición editoriales han cometido un error fundamental. Ambos han supuesto que lo más importante o más común para la edición ya ha sido descubierto y solo es preciso afinarlo o adaptarlo a nuevas tecnologías y técnicas. La realidad es que la edición ha perdido su carácter definitorio al no estar ya anclada a los procesos análogos, el papel y la página que la vieron nacer. Desde hace décadas lo que llamamos «editar» y «publicar» requieren de una radical redefinición. Esta será insuficiente si no se elimina de una vez por todas lo que se considera el núcleo de la edición: el texto. La noción común del texto como contenido, como un conjunto de líneas de texto, nunca ha sido, no es ni podrá ser el aspecto definitorio de la edición. Desde siempre la edición ha desbordado esta materialidad tan bruta y evidente, a la vez que protocolaria. Apertura Si la edición se hizo código, entonces también hay que hackearla. Bajo este panorama quien edita ya no es un usuario o consumidor de software. Es, asimismo, su arquitecto. Para poder construir los espacios y las herramientas necesarias para esta profesión se requiere acceso al código. Hay que recordar que una fundamental diferencia entre las tecnologías análogas y las digitales es que estas últimas precisan esconder su infraestructura para poder funcionar. Con diferentes grados de complejidad, la maquinaria análoga siempre hacía posible observar su funcionamiento mientras se utilizaba. Sin embargo, el hardware con verlo no nos da una idea del software que está ejecutando. Pero tampoco el software permite observar su constitución al utilizarlo. El software se ejecuta y el desarrollador es el que decide qué mostrarle al usuario a través de una interfaz. Si se pretende estudiar su funcionamiento no solo se requiere hacer pautas entre la ejecución y el análisis de las funciones, también es menester el acceso al código. El sector editorial ha sido criticado constantemente en no ser transparente en la difusión de sus conocimientos y técnicas. La situación es más oscura si quien edita utiliza un software propietario cuyo único acceso es el ejecutable; es decir, la limitación de solo tener acceso al código máquina prácticamente inteligible para las personas. Cambio de rumbo La apertura se vuelve una necesidad para que el editor como programador pueda ahondar con la investigación y la experimentación editoriales. No es un capricho, como «gremio» no podremos mejorar si: 1. Nos concebimos solo como usuarios y no como arquitectos de software. 2. A nuestros pares los vemos como una competencia y a nuestros software y metodologías como la diferencia que nos da mayor competitividad. 3. Nuestra labor de investigación y experimentación permanece cerrada. Esto provoca que nos sentemos a pensar cómo es posible una educación integral y la gestación de laboratorios donde su financiamiento no depende directamente de la capacidad adquisitiva de sus asistentes o integrantes. La tarea no es fácil, pero el giro digital en la edición no es imposible: ya estamos en eso. Sobre esta entrada • Título original: «Un giro digital en la edición». • Título en el blog de Mariana: «Un giro digital en la edición y una propuesta sobre metodología editorial». • Fecha de publicación: 2 de octubre del 2018. • Redacción original. • Revisión de Mariana. II. Libros electrónicos estándar El formato de una publicación: cuello de botella en la edición El formato es el principal punto de cuidado dentro de la edición, como ya lo he mencionado en otras entradas. Su importancia es tal que la calidad de una publicación depende de su formato. Sin embargo, esta relevancia ha sido inversamente proporcional a su descuido: pocas son las personas que se preocupan por el formato antes de empezar con la edición. El resultado es predecible dentro del proceso editorial: las dificultades en la producción de un libro aumentan —muchas veces de manera incontrolable— incluso hasta tener que volver a empezar de nuevo. No solo en este sentido el formato es un cuello de botella en la edición, sino que su mal manejo en diversas ocasiones también es perceptible para el lector. Calidad, control y apertura en la edición Como punto de partida, el formato es una cuestión de cuidado editorial. Un buen formato nos permite mantener una alta calidad y control del proceso de edición. Del mismo modo, posibilita su apertura para utilizarlo en cualquier entorno, sea una publicación digital o impresa, te guste usar software privativo o libre, o prefieras trabajar al modo Adobe o no. Además, un formato adecuado nos permite evitar dificultades comunes dentro de la edición: • La estructura del contenido se mantiene, con independencia del archivo final — epub o pdf, por ejemplo—, por lo que se evita ambigüedad en los estilos, como la falta de uniformidad en encabezados, párrafos, etcétera. • La conversión entre formatos es sencilla y no se presta a descrontrol, lo que permite poder maquetar el texto en el entorno que se prefiera, como puede ser LaTeX, Scribus, InDesign o Sigil, por mencionar algunos. • El tiempo de publicación en diversos soportes — epub, mobi, ibooks, pdf para impresión, etcétera— deja de ser proporcional a la cantidad de archivos deseados; incluso sus tiempos de producción disminuyen a segundos, como se demostró al editar el artículo «Historia de la edición digital». • El contenido se conserva a lo largo del tiempo, sin importar el cambio de tendencias o que el software utilizado para hacer la publicación deje de tener soporte, evitándose ese dolor de cabeza —y derroche de recursos— de tener que recuperar información o, peor aún, tenerla que rehacer, como a muchas personas les ha pasado cuando han tenido que obtener información de archivos de PageMaker o QuarkXPress para usarlo en InDesign. Pero ¿qué es un «formato adecuado»? Los requisitos mínimos para un formato óptimo son que: 1. esté en un lenguaje de marcado; 2. el formateo sea previo a la edición o, por lo menos, se realice antes de crear el archivo final; 3. se opte por un formato abierto y estandarizado; 4. tenga un mecanismo de control de versiones, para evitar sobrescrituras indeseadas. Con estos elementos podemos acercarnos un poco más al ideal de una publicación de alta calidad, ya que cabe resaltar que el cuidado en la edición no se reduce al cuidado en el formato. No obstante, un buen formato nos ayudará a solventar muchos de los errores que, por lo general, y de manera casi mágica aparecen cuando la obra ya fue publicada; por ejemplo, dedazos donde antes no los había. El formato también nos permitirá un alto control, ya que al existir una estructura uniforme —donde es posible identificar los distintos niveles de encabezados, párrafos, bloques de cita, itálicas, negritas y más—, los cambios necesarios pueden hacerse sin muchos desvarios e incluso de manera automatizada, por lo que la migración de un entorno a otro no es complicado. No menos importante es que un formato con estas características está pensado para la longevidad. Un formato abierto y estandarizado permite que, a pesar de los constantes cambios en las tecnologías de la información o en el mundo de la edición, el contenido y los metadatos de nuestra obra puedan ser reutilizados según las pautas editoriales del momento. Parecen obviedades, pero el vaivén de los profesionales de la edición en cuanto a adopción tecnológica ha evidenciado que, en general, el sector editorial ha sido irresponsable al momento de tratar los contenidos editoriales. Si la edición es el cuidado de la obra para su publicación, el formato es el principal elemento que definirá la calidad en la edición y su tiempo de producción. Del WYSIWYG al WYSIWYM Un trato adecuado en el formato exige un cambio de enfoque al momento de tratar el texto. Por tradición, la edición tenía una dimensión visual. Tanto el editor como el tipógrafo, el formador o el diseñador cuidaban del contenido acorde a lo que era visible. Una vez concluido su trabajo se publicaba el libro y el lector se encargaba de juzgar el libro. Esta tradición en el contexto digital no se ha perdido y, lo más importante, no debe de abandonarse. Sin embargo actualmente existen al menos tres dimensiones dentro de una publicación, donde dos son necesarias para cualquier soporte: 1. Dimensión visual o de diseño: la capa perceptible para el público en general cuya importancia reside en la legibilidad. 2. Dimensión estructural o de formato: la capa oculta que da cohesión al diseño, por lo que es relevante para mantener el control en la edición. 3. Dimensión funcional o de programación: la capa que permite cambios dinámicos en el texto, la cual es propia de las publicaciones digitales y posibilita otras experiencias de lectura. Lo ideal es que la dimensión estructural determine al menos las pautas mínimas de diseño. Al marcar dónde hay encabezados, párrafos, bloques o epígrafes, es posible aplicar estilos acorde al tipo de contenido. Sin embargo, en el modo habitual de crear una publicación se va de la dimensión visual para después determinar la dimensión estructural. Si el diseño no es uniforme habrá errores de estructura que se trasladarán a futuras ediciones o a otros soportes. Pero eso no es lo más grave. Este modo de trabajo implica que quien crea la estructura no es el editor, sino su programa de edición que, como es de esperarse, carece de criterios editoriales al momento de crear automáticamente la estructura a partir del diseño. Esta predilección por el diseño es la característica del enfoque Wysiwyg («lo que ves es lo que obtienes»). El enfoque que da preferencia a la estructura es otro: es el wysiwym («lo que ves es lo que quieres decir»). Los procesadores de texto, como Word, y los programas de maquetación, como InDesign, apuestan por el enfoque Wysiwyg. La adopción de este modelo se debe a que es más fácil de aprender y porque otorga mayor libertad al usuario. Sin embargo, en un ambiente donde la calidad del formato es esencial, el enfoque wysiwym sobresale por establecer pautas de control que muchas veces se traduce en una curva de aprendizaje más larga. Aunque aprender este enfoque tome más tiempo, en un mediano o largo plazo, implicará un ahorro de tiempo, la supresión de erratas y, principalmente, un aumento en la calidad de las publicaciones. Las dimensiones de una publicación. Formatos recomendados De manera concreta, ¿cuáles son los formatos siguen el enfoque wysiwym y al mismo tiempo tienen las características de optimización que buscamos? A continuación se hace un repaso somero sobre las posibilidades que contamos para mejorar el formato de nuestras publicaciones. Markdown para el contenido Los lenguajes de marcado ligero son la primera opción para quienes empiezan a trabajar con el enfoque wysiwym. Estos lenguajes sobresalen porque son fáciles de escribir y de leer, además de permitir su conversión sin problemas a otros formatos. Un gran ejemplo de este tipo de lenguaje es Markdown. Con este recurso podemos empezar a marcar el contenido de nuestra publicación desde el mismo momento que leemos sobre su sintaxis básica. Un ejemplo es el siguiente: # Encabezado 1 Esto es un párrafo con una *itálica*. ## Encabezado 2 Esto es un bloque de cita con una **negrita**. La versatilidad de este formato ha ayudado a que se prescinda de procesadores de texto al momento de redactar un documento, como son las entradas que publico aquí. Como es de esperarse, Mariana prefiere otros formatos para editarlos, lo cual no es ningún problema porque gracias a Pandoc puedo generarle un documento de Word o cualquiera que sea de su preferencia. Pero esta agilidad tiene un precio: no es posible dar formato a estructuras complejas, al menos no con la sintaxis básica de Markdown. Ejemplos de estas estructuras podrían ser epígrafes o párrafos franceses. html para el contenido Otro formato que nos permite abordar estructuras más complejas es html. Su flexibilidad es tal que es el formato empleado para los libros electrónicos estándar. Si bien su estructura no es tan cómoda de leer nos permite crear estructuras como la siguiente: Encabezado l

Esto es un epígrafe

Esto es un párrafo con una itálica.

Encabezado 2

Esto es un bloque de cita con una Esto es un párrafo francés.

Con el atributo de class podemos definir estilos particulares que luego se establecen en el diseño. Pero una publicación no solo es su contenido, sino también sus metadatos, lo cual no se soluciona de manera satisfactoria con Markdown o html. yaml o jsoNpara los metadatos Como Mariana lo mencionó en otra entrada, los metadatos permiten la catalogación de una obra. Un participante de un taller que impartimos resumió los metadatos como «el acta de nacimiento de un libro». Pienso que es una buena definición, ya que sin metadatos no es posible identificar una publicación. Por esto no solo son importantes para los soportes digitales, sino también para los impresos, porque solo así es posible dar con ellos más allá de un encuentro fortuito en una librería. Para un uso adecuado de los metadatos, mi recomendación es yaml o json. yaml es un formato muy flexible y fácil de usar, aunque puede fomentar una pérdida de control. En cambio, json es un formato que requiere de una mayor curva de aprendizaje pero con el fin de mantener un orden. Un ejemplo de metadatos en yaml es: # Generales title: Sexo chilango author: Braun, Mónica publisher: Nieve de Chamoy synopsis: Esta edición reúne todas las columnas... category: Ficción, Narrativa versión: 2.0.0 Como se observa, su lectura y escritura es muy sencilla. Este es el motivo por el que en Perro Triste hemos optado por este formato para el manejo de los metadatos. El mismo ejemplo en json nos da: { "title": "Sexo chilango", "author": "Braun, Mónica", "publisher": "Nieve de Chamoy", "synopsis": "Esta edición reúne todas las columnas, "category": "Ficción, Narrativa", "versión": "2.0.0" } La estructura no es tan complicada pero, debido a su sintaxis, la lectura y escritura se vuelven muy accidentadas. Además, habrá quien no le agrade manejar archivos distintos para el contenido y los metadatos, por lo que existe otra opción. xml para el contenido y metadatos El formato xml es un veterano en cuanto al cuidado de los contenidos. Su estructura está pensada para ser fácil de usar entre computadoras por lo que no resulta cómodo de leer o escribir. No obstante, su sintaxis no difiere mucho a la del html, como vemos en este ejemplo: Sexo chilango Braun, Mónica Nieve de Chamoy Esta edición reúne todas las columnas..!/: Ficción, Narrativa!/category> 2.0.0 Encabezado l Esto es un epigrafe

Esto es un párrafo con una itálica.Encabezado 2

Esto es un bloque de cita con una Esto es un párrafo francés. Debido a que el xml es extendible —posibilita crear nuevas etiquetas —, permite la incorporación de estructuras complejas que involucren tanto los contenidos como los metadatos de una publicación. Un gran ejemplo del uso de xml lo tenemos en los artículos académicos. Journal Article Tag Suite (jats) es el formato xml estándar para muchos repositorios de artículos académicos como SciELO. Con esto se hace posible la creación de múltiples soportes de lectura al mismo tiempo que permite un uso flexible y longevo de la publicación. Otro ejemplo lo encontramos en la posibilidad de usar este formato para trabajar con InDesign, como ya se había explicado en otra entrada. El formato y nuestra tradición cultural La dicho anteriormente puede dejarnos la sensación de que el formato se reduce a una cuestión técnica en pos de un mejor cuidado editorial. No obstante, esto es solo el inicio cuyo punto de llegada es que el formato es una cuestión cultural. La conservación y prolongación de nuestra herencia cultural ya es indisociable al mantenimiento de la infraestructura digital desde la cual creamos contenidos culturales, como son las publicaciones. Desde una perspectiva individual, el formato toma relevancia cuando por la migración de software o de sistema operativo nos vemos imposibilitados de abrir un archivo que necesitamos. En un grupo de trabajo, el formato adquiere importancia cuando entre los mismos compañeros es imposible realizar una tarea, ya que cierto archivo no es compatible o su formato se rompe al usarlo en otra computadora. En una editorial, el formato es significativo cuando resulta difícil recuperar la información almacenada en archivos privativos antiguos. Si continuamos escalando las dificultades surgidas a partir de un mal manejo en el formato de los documentos tenemos casos alarmantes en donde parte de nuestra herencia cultural queda «secuestrada». Es decir, la información está «ahí» pero no es accesible y su recuperación es incosteable para diversas instituciones. Casos lamentables de este problema lo podemos ver en archivos, bibliotecas y repositorios públicos cuyas consultas quedan obstaculizadas por un «mero problema técnico». En el trabajo del día a día, el formato es una cuestión técnica que, por lo general, se opta por la manera más sencilla de llevarlo a cabo, sin consideración alguna sobre lo que esto puede implicar para el futuro. Sin embargo, en una dimensión más general y a largo plazo, la calidad y apertura en el formato determinará qué tan accesible y flexible será su uso para los siguientes años o décadas. Dada la complejidad del asunto, es comprensible que el sector editorial esté harto del software milagro, de aquellas «novedades» tecnológicas que supuestamente facilitan su trabajo, pero que al final terminan por complicarlo. A nadie le agrada aprender a usar programas una y otra vez, mucho menos recuperar la información para tener la posibilidad de usarla. En este sentido, quizá el sector editorial debería empezar a plantearse con seriedad la manera de manejar los contenidos con una perspectiva a largo plazo y con independencia al software en boga. Tal vez así sea posible mejorar la calidad editorial sin el temor de siempre volver a empezar de nuevo... Sobre esta entrada • Título original: «El formato de una publicación: cuello de botella en la edición». • Título en el blog de Mariana: «El formato de una publicación: cuello de botella en la edición». • Fecha de publicación: 2 de mayo del 2017. • Redacción original. Revisión de Mariana. Cómo crear un libro digital: de xml a epub con InDesign Como lo prometido es deuda, en la entrada «Edición digital como edición desde cero» se mencionó que se verían con mayor detenimiento tres de los métodos que se compararon al momento de crear un epub de la edición del Proyecto Gutenberg del Don Quijote. Para descansar un poco de las nociones relacionadas al código, el primer método que abordaremos es la creación de un epub con InDesign. El desarrollo de epub con InDesign puede hacerse de muchas maneras. Sin embargo, aquí nos enfocaremos en el proceso que ofrece más control, menos tiempo y mejor calidad. A partir de un xml y una hoja de estilo css crearemos un epub de una manera muy sencilla, al contrario a lo que se podría pensar en un principio. 1. Preparación de los archivos Antes de abrir InDesign necesitamos tres archivos para nuestro epub: el XML, el css y la portada. Solo el xml es necesario, ya que en este estará todo el contenido de nuestro libro. Más adelante explicaremos las particularidades de este formato. La portada puede ser en cualquier formato de imagen y de cualquier tamaño. En mi opinión, lo más recomendable es que esté en jpg, ya que este formato tiende a pesar menos. En cuanto al tamaño, en Nieve de Chamoy usamos una altura no mayor a 2048 pixeles por el único hecho de que en el iPad la portada se muestra en pantalla completa por algunos segundos, tiempo suficiente para que el usuario note algún pixeleo en la imagen. Si no se piensa distribuir para iOS, una altura no mayor a 1024 pixeles tendría que ser suficiente. Estas pequeñas particularidades de la portada es un detalle importante ya que, por lo general, su peso puede representar entre el 25 y 50 por ciento del tamaño final del epub. Además, recuérdese que, entre más ligero el libro, el costo de envío con Amazon será menor (véase el apartado C de este enlace), o bien, la descarga será más rápida y ocupará menos espacio en el dispositivo del usuario. Si no se desea agregar una imagen, InDesign puede generar una portada a partir de la primera página de nuestro libro o simplemente no añadirla. Esta última opción se desaconseja, ya que la vista por defecto de la estantería de los ereaders solo muestra la portada del libro. La hoja de estilos css no es necesaria; sin embargo, su implementación nos permite un mejor y mayor control en el diseño de nuestro epub. Si el editor desconoce por completo este lenguaje de marcado, la recomendación es que un diseñador web genere una plantilla que se pueda utilizar en varios de libros. Si no es posible la ayuda de un diseñador web, sin ningún problema puede utilizar la plantilla usada para este epub, la cual es cortesía de Perro Triste. El css puede verse aquí o descargarse mediante el enlace que está al final de este artículo. El archivo xml es un formato que contiene una serie de etiquetas dentro de las cuales se agrega el contenido de manera semántica. Es decir, si en nuestro libro tenemos un párrafo, este estaría rodeado de unas etiquetas

, por poner un ejemplo. Para generar este archivo existen dos medios generales: convirtiendo el archivo de texto original, por lo general un . doc o . docx , a xml o etiquetar directamente el texto que ya está presente en InDesign. Esta última opción se desaconseja si el libro solo tendrá una salida para epub, ya que por lo general implica una pérdida de control sobre el contenido semántico del libro. Para agregar el texto ya existente a una estructura xml primero hay que ir a Ver > Estructura > Mostrar estructura . Ubicación de Ver > Estructura > Mostrar estructura Con esto habilitaremos la visualización de la estructura xml del documento. Para agregar el texto es necesario ir al menú de esta nueva ventana y hacer clic en Añadir elementos no etiquetados . Cargar DTD. Importar XML... Exportar XML... Ocultar atributos Ocultar comentarios Ocultar instrucciones de proceso Mostrar fragmentos de texto Añadir elementos no etiquetados Asignar etiquetas a estilos... Asignar estilos a etiquetas... Opciones de valores de etiquetado. Ubicación de Añadir elementos no etiquetados Estructurar de esta forma puede llevarnos minutos o incluso horas. Para mayor información al respecto, lo mejor es comenzar con el sitio oficial de soporte de Adobe. En este artículo explica este proceso de manera muy completa. En este ejercicio estaremos importando un archivo xml, en lugar de generar su estructura desde InDesign. El motivo de esto es que, previamente, a través de un «archivo madre» la obra es vaciada a etiquetas para después convertirla según las herramientas que se emplearán para crear el libro. El «archivo madre» tiende a convertirse en alguno de estos formatos: html o xhtml para epub «desde cero» o con Sigil, TeX para pdf a través de LaTeX o xml para InDesign, independientemente de si se trate de un impreso (pdf) o un ebook (epub). Este flujo de trabajo supone que: 1. una obra tendrá distintos formatos, como pueden ser epub, pdf, mobi o en línea; 2. el editor es el único responsable de asignar semánticamente el contenido, evitando que este trabajo sea realizado por el desarrollador o diseñador que, por lo general, no tienen un amplio conocimiento sobre la obra; 3. InDesign solo forma una parte del proceso de producción del libro en lugar de ser el único flujo de trabajo para la edición digital. Esta metodología se conoce como single source publishing. Para una descripción más extensa, recomendamos el artículo «Historia de la edición digital» publicado en este sitio. Una vez que el «archivo madre» se convierte a formato html, la generación del xml es muy sencilla. Al html solo se le tiene que eliminar todo el código que no forme parte del body , así como guardar este archivo con la extensión . xml . Si existen etiquetas con alguna clase se recomienda cambiar el nombre de la etiqueta por el nombre de la clase, para así tener la posibilidad de distinguirla una vez que estemos en InDesign. Por ejemplo, si en el HTML tenemos

Un párrafo con clase «pre»

, habría que cambiarlo por
Un párrafo 
con clase «pre»
. Una vez hechas estas modificaciones, las cuales pueden automatizarse mediante Buscar todo , RegEx O Reemplazar todo , la estructura será semejante a la imagen que se muestra a continuación, donde los puntos suspensivos representan más etiquetas que no se muestran por cuestiones de espacio.
The Project Gutenberg EBook of Dor 
This eBook is for the use of anyor 
Title: Don Quijote
Author: Miguel de Cervantes Saavec 
Posting Date: April 27, 2010 [EBo( 
Release Date: December, 1999Language: Spanish
Character set encoding: IS0-8859-] 
*** START OF THIS PROJECT GUTENBEF 
Produced by an anonymous Project ( 
■ ■ ■ 

 


Ejemplo de correcciones realizadas. 


Con esto ya tenemos listo un archivo que podremos importar a 
InDesign. 





2. Importación del archivo xml 

Si se generó la estructura a partir de un texto ya existente en 
InDesign, como se mencionó en el punto anterior, este paso no es 
necesario, porque ya se habrá creado la estructura, aunque aún 
falte darle el orden deseado. 

Si no fue así, y solo se desea crear un epub con InDesign, lo más 
recomendado es partir de un documento nuevo de InDesign cuyas 
características son indiferentes. Como sea, para incorporar el 
archivo xml es necesario ir a Archivo > importar xml... . 




Archivo 


Edición Maquetación Texto 


Nuevo 

► ! 

Abrir... 

so 

Explorar en Bridge... 

xso 

Abrir recientes 

► 

Cerrar 

sw 

Guardar 

ss 

Guardar como... 

oss 

Registrar... 


Guardar una copia... 

Volver 

XSS 

Buscar en Adobe Stock... 


Colocar... 

SD 

Colocar desde Bibliotecas CC.. 

. 

Importar XML... 


Valores de Adobe PDF 

► 

Exportar... 

SE 

Publish Online... 


Panel de control de Publish Online... 

Valores de documento 

► 

Ajustar documento... 

XSP 

Usuario... 


Información de archivo... 

XOSI 

Empaquetar- 

XOSP 

Valores de impresión 

► 

Imprimir... 

SP 

Imprimir folleto... 



Ubicación de Archivo > Importar XML... . 


La ventana que se abre da dos opciones: Combinar contenido o 
Anexar contenido . Cuando se trata de la primera importación 
cualquiera de las opciones es indiferente. Sin embargo, si 
previamente existe una estructura xml la primera opción nos 
sustituirá el contenido —ideal cuando se quiere agregar una 
versión más reciente—, mientras que la segunda lo añadirá al final 










—ideal si la obra no está en un solo archivo xml—. 

Por último, seleccionamos nuestro contenido sin necesidad de 
mostrar las opciones de importación, ya que esta opción es solo 
para usuarios avanzados. 


Importación del xml. 



De esta manera, se importará el xml y automáticamente nos 
mostrará la ventana con su estructura. Con esto ya podemos pasar 
al siguiente paso. 

3. Creación y asociación de los estilos de párrafo 


Ahora es necesario crear una asociación de las etiquetas xml con los 
estilos de párrafo. Este paso solo es necesario si se desea tener un 
control en el diseño del epub a través de hojas de estilos css. Si los 




estilos se manejan de manera directa o se quieren preservar los 
actuales, puede omitirse este paso y pasar al siguiente paso. 

Nosotros siempre recomendamos el uso de css para el epub, 
independientemente de si el libro ya tiene un diseño para la 
impresión, porque: 

1. existe un gran control sobre el diseño del ebook y se evita 
tener que optimizar mediante el uso de otras herramientas, 
como puede ser Sigil; 

2. disminuye el peso del libro ya que normalmente el diseño 
creado con InDesign carece de uniformidad y crea varias 
líneas de código que pueden ser conflictivas; 

3. si se necesita modificar algo en el diseño es más fácil la 
comprensión del código presente en una plantilla css que el 
creado por InDesign, y 

4. si se trata de una colección, es posible unificar el diseño de 
todas las obras que la componen. 

Lo primero que debe hacerse es crear los estilos de párrafo, uno 
por cada tipo de etiqueta que contiene nuestro documento. Se 
recomienda que el nombre del estilo sea el mismo que el de la 
etiqueta para su fácil y automática asociación. Por ejemplo, si en el 
xml tenemos una etiqueta 
 , el nombre del estilo de párrafo 
sería pre . 

En esta obra, Don Quijote, tenemos once estilos. De esos once seis 
son de encabezados, que corresponden a cinco niveles distintos 
más uno reservado para el título. Los cinco restantes son tipos de 
párrafo, como son los cuerpo de texto, centrado, alineado a la 
derecha, cuerpo preformateado para la página legal y los versos. 





0 Estilos de párrafo 

Estilos » = 

h3 

[+] *f 


(Párrafo básico) 


hlT 

hl 

h2 

h3 

M 

hS 

P 

cer 

der 

pre 

ver 


ti í! •+' ü m 


Ventana de Estilos de párrafo . 


De las opciones disponibles para los estilos de párrafo, para el epub 
solo nos interesa el apartado Etiquetas de exportación .Aquí 
tenemos que indicar qué etiqueta se creará en el epub para sustituir 
el estilo de párrafo, así como indicar si esta etiqueta tendrá alguna 
clase css asociada. 

Por ejemplo, el estilo de párrafo hlT es para el título, el cual, 
según la hoja de estilos css que vamos a incorporar, este debe de 
estar dentro de una etiqueta hl con la clase titulo (para 
evitar conflictos, evítense las tildes). Otros ejemplos son: para el 








estilo de párrafo pre , una etiqueta p (párrafo) con la clase 
pre ; para el estilo de párrafo hl , una etiqueta hl , sin 
necesidad de agregar alguna clase css. 



Ventana de Opciones de estilos de párrafo . 


Si este paso no se realiza, InDesign no sabrá qué etiqueta html 
corresponde a los estilos de párrafo y estructura xml de nuestro 
documento. Además, de esta manera InDesign podrá ignorar toda 
la configuración tipográfica del párrafo únicamente cuando cree 

un epub, por lo que es posible manejar el estilo para impresión con 
la seguridad de que este no interferirá con el diseño del epub. 








Ahora es necesario asociar etiquetas a estilos y estilos a 
etiquetas. Parece redundante, pero son dos opciones distintas que 
ofrece InDesign al momento de trabajar con estilos de párrafo y 
estructura xml. En el primer caso se indica que, por ejemplo, a toda 
etiqueta 
 le corresponde el estilo de párrafo pre . 

En la otra opción se indicaría que, continuando con el ejemplo, 
toda clase de párrafo pre ha de ser una etiqueta 
 por lo 
que, de existir un párrafo con esta clase pero con una etiqueta xml 
distinta, supongamos que  , automáticamente se cambiará 
a la etiqueta asociada, 
 en este caso. 

Esta doble asociación es un tanto confusa; sin embargo, lo único 
que tenemos que tener en cuenta es que, si no se realiza, el epub 
creado no tomará en cuenta la hoja css que se añadirá. 

Entonces, en el menú de la ventana de la estructura xml nos 
vamos a Asignar etiquetas a estilos... . 











Nuevo elemento... 

Nuevo elemento principal... 
Nuevo atributo... 

Nuevo comentario... 

Nueva instrucción de proceso... 

Eliminar 

Edición 

Quitar etiqueta de elemento 
Ir a elemento 

Validar desde elemento raíz 
Validar desde elemento selección 
Ver lista de errores... 

Cargar DTD... 

Eliminar DTD 
Opciones de DTD... 

Ver DTD... 

Importar XML... 

Exportar XML... 

Ocultar atributos 
Ocultar comentarios 
Ocultar instrucciones de proceso 
Mostrar fragmentos de texto 

Añadir elementos no etiquetados 


Asignar etiquetas a estilos. 


Asignar estilos a etiquetas... 
Opciones de valores de etiquetado... 


Ubicación de Asignar etiquetas a estilos... . 


Si nuestras etiquetas tienen el mismo nombre que los estilos de 
párrafo, la asociación se puede automatizar al hacer clic en 

Asignar por nombre . 








I 

Asignar etiquetas a estilos 


Etiaupta 

Estilo 

OK 

body 

[Sin asignar] 

Cancelar 

cen 

«n cen 

Cargar... 

der 

11 der 


hl 

hl 

Previsualizar 

hlT 

H hlT 


h2 

n h2 



Asignar por nombre 


Ventana de Asignar etiquetas a estilos . 


En el mismo menú nos vamos a Asignar estilos a 
etiquetas... . Nótese que es indistinto el orden por el que se 
asocian los elementos, bien se pueden asignar antes los estilos a las 
etiquetas. Lo relevante es que se lleve a cabo esta doble asignación. 






ñ 


Nuevo elemento... 

Nuevo elemento principal... 
Nuevo atributo... 

Nuevo comentario... 

Nueva instrucción de proceso... 

Eliminar 

Edición 

Quitar etiqueta de elemento 
ir a elemento 

Validar desde elemento raíz 
Validar desde elemento selección 
Ver lista de errores... 

Cargar DTD... 

Eliminar DTD 
Opciones de DTD... 

Ver DTD... 

Importar XML... 

Exportar XML... 

Ocultar atributos 
Ocultar comentarios 
Ocultar instrucciones de proceso 
Mostrar fragmentos de texto 

Añadir elementos no etiquetados 

Asignar etiquetas a estilos... 


Asignar estilos a etiquetas.. 


Opciones de valores de etiquetado... 


Ubicación de Asignar estilos a etiquetas... . 


Ya solo es cuestión de realizar la asociación. Si nuestros estilos de 
párrafo tienen el mismo nombre que las etiquetas, este proceso se 
puede automatizar al presionar sobre Asignar por nombre . 
Una vez hecho esto, podemos pasar a verter el texto. 








Asignar estilos a etiquetas 


Estilo 

11 [Ningún estilo de párrafo] 
*fl [Párrafo básico] 

*n hlT 
H hl 
11 h2 
íl h3 


Etiqueta 

[Sin asignar] 

[Sin asignar] 

hlT 

hl 

h2 

h3 


Asignar por nombre 


Incluir 

Artículos de página maestra 
Artículos de mesa de trabajo 
Artículos vacíos 


Q Al asignar estilos a etiquetas, se reestructura 
completamente el texto del documento. 


I 


OK 

Cancelar 

Cargar... 


1 


lie 


ll 

n2 

i3 

t 4 

*15 

D 

:ei 

Je 

3R 

/ei 


Ventana de Asignar estilos a etiquetas 


4. Incrustación del texto y creación de la tabla de contenidos 

Si el texto aún no está en una página, solo es necesario arrastrar la 
etiqueta body a algún espacio de esta. Si el libro solo se exportará 
en formato epub, no es necesario preocuparnos por la caja ni los 
números de página, por lo que no hay inconveniente con tener 
texto desbordado o que la página sea estéticamente desagradable. 
Solo se busca que InDesign identifique que ahí hay un texto para 
convertirlo en epub. 







Die P rqj ectG liten berglEooltcrf Don Quijote, by MigueLdeCervjnlesáaavedra 
This eEoci is tor tbe use oíonyone anyKhere it no eost írid xilh almos! no restricüons'e'hjtsoever. You 
m-iyoopy il,gjxv itunrcrie-Lueit unüvr thetérrasoftbePrqiect Culcntsrg Lkfnse ¡n:luJvdwith this 
eBoak or entine at mcvc gulenberg.net 
Tille: Don Quijote 

A nitor Miguel de Cervantes Soavedra 
Postlng Dole: April 27, 2010 [EBook «000| 

Felease Date: December, Lfv5 
Language: Spanish 
Chorretee set encoding; [5Q-S55&-L 

“* STAKT ÜF THIS PROJECT GUTENBERG EBÜOÍK. DOK QUIJOTE 

ProduceJ by in anonymou* Proiect Gulenberg xvlu nwer. Tezt Ale corred ionsand nesr HTML tile by Joa¬ 
quín C ueo 01 Abela. 

Il i n genio o hiJ i Lg>:< don Quijote de la Mancha 
Miguel de Cerrante* Soavedra 
Primera parle 
Tosí 

Yo, lu.ui Gallo de Ad ¡irada, esc ri bono de Caman JeI Rey nuestro redor, de les que re lid en eo su Conse¬ 
jo, certífico y doy fe que, habiendo visto por Los señores del un libro intitulado II ingenioso hidalgo de la 
Mancha, compuesto por Miguel de Cervantes Soavedra, tasaron cada pliego del dicho libro a tres maravedís 
y medio;, el cual tiene o dienta y tres pliegos, que ,J dicho precio monta el dicho litro deciento* y noventa 
m ir a vedis y medio, en que se tu de vender en papel;, y dieron licencia pora que a este precia se pueda vender, 
y mandaron que esta tasa se pcqga si principio del dicho libro; y no se pueda vender sin ella. Y, pira que dcllo 
conste, di la presente en Yalladnlid, a veinte dios del mes dedeciembcedemiJy seiscientos y cuatro abos. 
luán Gallo de .Ondeado. 

Testimonio de los erratas 

lite libro no tiene cosa digna que no corresponda a su original; en testimonio de lo haber oarrecto, di esta 
fee. In el Colegio de Ja Aladre de Dios de los Teólogos de La Universidad de Alcali, en primero de diciembre 
de 1604 abost 

Il Licenciado Francisco .Murcia de la Llana. 

ElKey 

For cuanto por parle de vos, Miguel de Cervantes, nos fue fecha relación que- habiades compuesto un libro 
intitulado II ingenioso hidalgo de la Mancha, el c nal os habla costado mucho trabajo y era muy útil y prove¬ 
choso, nos pediste* y su pl ¡costes as mandásemos dar licencia y facultad para Le poder impr imir, y previlegio 
p dc el tiempo que fuésemos servidos, o como La nuestra merced fuese;. Lo cual visto por lar de] nuestro Con¬ 
sejo, por c uanto en el dicho libio se Lucieron Jos diligencias que la premáüca últimamente por nos fecha sobre 
la. impresión, de los libros dispone, fue acordado que debíamos mondar dar esta nuestra cédula para vos, en 
la dicha razón; y nos tu vtmosLo por bien. For la cual, por os hacer bien y merced, os damos licencia y fac ul- 
lad para que vos, o la persona que vuestro poder hubiere, yno otra alguna, podáis imprimir el dicho libro, 
intitulado II ingenioso hidalgo déla Mincha, que desuso se hice mención, en todos estos nuestros reino: de 
Castilla, por tiempo y espacio de diez años, que corran y se c uenten desde el dicho día de la dota desba nues¬ 
tra cédula;, so pena que La persona o personas que, sin tener vuestro poder, lo imprimiere o vendiere, o hiciere 
imprimir o vender, por el mesmo caso pierda Ja impresión que hiciere, con los moldes y ip: rejos del Ir y 
más, incurra en pena de cincuenta mil mira vedis cada vez que lo contrario hiciere La cual dicha pena sea la 
tercia parte para la persona que lo ac usare, y la otra tercia parte para nuestra Cámara, y la otra tercia parte 
para el juez que lo sentenciare. Con tanto que todas los veces que hubiere des de hacer imprimir el dicho litro, 
durante el tiempo de los dichos diez abos, le traigáis al nuestro Consejo, juntamente con el original que en él 
fue visto, que va ruhric aclocada pía na y firma do al fin délde luán Gallo deAndrada, nuestro Escribano de 
Cámara, de los que en él residen, para saber si lo. dicha impresión está conforme el original;, o traigáis fe en 
piihlica forma de cómo por corretor nombrado por nuestro mandado; se vio y corrigió la dicha impresión 
per el original, y se imprimió conforme a él, y quedan impresas las erratas por él apunladas, para cada un 







Muestra de caracteres no imprimibles. 


Como se podrá notar, el texto mostrará corchetes no imprimibles y 
de colores. Este es un apoyo visual de InDesign para poder 
distinguir el tipo de etiqueta xml de cada párrafo. 

Para la creación de la tabla de contenidos hay que ir a 

Maquetación > Tabla de contenido... . 




Maquetación 


Texto Objeto 

Páginas 

Márgenes y columnas... 
Guías... 

Crear guías... 

Crear diseño alternativo... 
Diseño flotante 

Primera página 
Página anterior 
Página siguiente 
Última página 
Pliego siguiente 
Pliego anterior 

Ir a página... 

Atrás 
Adelante 


dI 

&J d 


Opciones de numeración y sección.. 


Tabla de contenido. 


Actualizar tabla de contenido 

Estilos de tabla de contenido... 


Ubicación de Maquetación > Tabla de contenido... 


La única opción que nos interesa en la ventana que se abre es el 
apartado de Estilos de la tabla de contenido en donde 
vamos a incluir los estilos de párrafo que queremos que formen 









parte de nuestro índice. En este libro solo nos interesa que la tabla 
de contenido contenga los encabezados de primera jerarquía, 
excepto el título, por lo que solo agregamos el estilo de párrafo 

hl . 


Tabla de contenido 


Estilo de TDC: [Por defecto] 

Título: _ 

Estilos de la tabla de contenido 
Incluir estilos de párrafo: 


Estilo: 

Estilo de entrada: 


(Mismo estilo] 


Estilo: EBBm B 


Otros estilos: 


hl 

!> 



Opciones 

v Crear marcadores PDF 


Crear anclaje de texto en párrafo de origen 

Párrafos numerados: Incluir párrafo completo 


OK 

Cancelar 
Guardar estilo... 
Más opciones 


Ventana de Tabla 


contenido 


Ya solo es necesario agregar la tabla de contenidos al documento. 
De nueva cuenta, para un libro que solo será epub no es necesario 
colocarlo en un lugar en especial. Incluso es posible dejarlo en un 
área exterior a la página, como se muestra en la siguiente imagen. 
Lo único que queremos explicitar a InDesign es que este documento 
contiene un índice que ha de incorporarse al epub. 







•ver. You 
th thú 


ile by Joa- 


. Conse- 
d de la 
oaravedís 
exenta 
da vender, 
ra que delic 
3 años. 

:to, di «ti 
diciembre 


to un libro 
i] y prore. 
xexilegio 
«tro Con¬ 
iecha sobre 
aros, en 
i y f acal¬ 
lo libro, 
i reinos de 
esta nues- 
Xi o hiciere 

dky 

•eru sea la 
ia parte 
dicho libro, 
1 que en él 
baño de 
áis fe en 



Tabla de contenidos creada. 


5. Exportación de epub con InDesign 

Por fin tenemos todo lo necesario para crear un epub con InDesign. 
A continuación nos vamos a Archivo > Exportar... . 















Archivo 


Edición Maquetación Texto 


Nuevo 

► 3 

Abrir... 

380 

Explorar en Bridge... 

TSO 

Abrir recientes 

► 

Cerrar 


Guardar 

3§S 

Guardar como... 

O&S 

, Registrar... 


1 Guardar una copia... 

Volver 

X8S “ 

3 Buscar en Adobe Stock... 


) Colocar... 

3€D _ 

j Colocar desde Bibliotecas CC.. 

B 

1 Importar XML... 

a 

} Valores de Adobe PDF 

•te 

► & 

Exportar... 

L 

1 "> 

í Publish Online... 

CC 

H 

: Panel de control de Publish Online... ü° 


ai 

3 Valores de documento 

► - 

3 Ajustar documento... 

X3€P 

^ Usuario... 

X» 

nt 

> Información de archivo... 

i 

X0-3gl “ 

rta 


rte 

] Empaquetar... 

XO&P * 

i Valores de impresión 

► U 

| Imprimir... 

3€P 

' Imprimir folleto... 


3 — 

i 


Ubicación de Archivo > Exportar... . 


Las características de la obra nos permiten que no nos 
preocupemos por un diseño fijo, el cual suele estar destinado para 
libros de apoyo didáctico o para niños. Entonces, en el formato 
elegiremos epub (ajustable) , también conocido como de 
«diseño fluido» o «diseño responsivo», ya que se adaptará al 
tamaño de la pantalla de manera automática. 










Formato: EPUB (ajustable) 


B 


£ Ocultar extensión Carpeta nueva 

Formato de exportación. 


Cancelar 



Se abrirá una nueva ventana para dar los últimos ajustes al epub. La 
mayoría de los casos aquí solo tenemos que prestar atención a tres 
apartados. (Para una descripción sobre las opciones que no se verán 
aquí, puede echarse un vistazo aquí). 

El primer apartado es General . Aquí se definirán las 
características globales del epub. 


• Seleccionaremos la versión epub. Recomendamos la versión 

3 . 0 por sus mayores posibilidades y flexibilidad. (Para 
una información detallada sobre las diferencias entre la 
versión 2.0.1 y la 3.0, visítese este enlace). 

• Elección de la portada. En este caso añadiremos una imagen 
externa, por lo que seleccionaremos Elegir imagen . 

• Para que nuestra tabla de contenidos sea añadida en la 
sección tdc para navegación hay que seleccionar la 
opción Varios niveles . 

• En Contenido seleccionaremos la opción Según 
maquetación de página . Así nos aseguraremos que el 
texto se mostrará tal cual como está vertido en las páginas, 
muy oportuno si el libro sufrió cambios directos en el 
contenido que no fueron incrustados en la estructura xml, 
como es muy común cuando la obra se maquetó para 
impresión. 

• Habilitación de la opción Dividir documento . Esta obra 
tiene la intención de comenzar un nuevo apartado en cada 












encabezado de primera jerarquía, así que la división será 

con un hl en Estilo de párrafo único . Podemos 
decir que la división es al epub lo que el salto de página es al 

PDF. 



Configuración general en las opciones de exportación. 


El segundo apartado es css . Si no se desea agregar una hoja de 
estilos css puede ignorarse lo siguiente. 

• Para evitar que InDesign cree estilos css hay que desactivar 
la opción Generar CSS . 













• Para agregar una hoja de estilos externa hay que hacer clic 

en Añadir hoja de estilos... . 



Apartado css en las opciones de exportación. 


Por último nos vamos al apartado Metadatos . Los metadatos son 
muy importantes para un ebook ya que, como dice Mariana, son 
«imprescindibles para la identificación de un libro». Cabe decir que 
los metadatos son al epub lo que la ficha catalográfica es al 
impreso. De esta manera, nos será muy fácil saber si cierto archivo 
es tal obra y no otra, sea en alguna tienda o en una biblioteca 
digital. 










. Este dato no es visible al usuario y sirve 
de control para quien edita. Nosotros 
preferimos los identificadores complicados por lo que solo 
incluimos el nombre del libro y la versión. 

Título . Aquí va el nombre de la obra que será visible para 
el usuario. 

Creador . En este campo se coloca el nombre del autor. Por 
convención, se recomienda escribir antes el apellido y 
después el nombre, separados por una coma. Si existe más 
de un autor, nosotros hemos decidido separarlo con punto y 
coma. 

Fecha . Aquí se recomienda colocar la fecha de 
publicación de la presente edición en lugar de la fecha de la 
primera edición. 

Descripción . Se trata de la sinopsis del libro, visible en 
algunas bibliotecas digitales o tiendas. 

Editor . Se indica el responsable de la edición o editorial. 

Derechos . En este espacio se indica qué tipos de derechos 
de autor tiene la obra. 

Asunto . Por último, mencionamos la categoría del libro. 
Nosotros separamos las categorías por comas: por ejemplo, 
«Ficción, Novela de caballerías». Si se desea una 
categorización más estandarizada, pueden utilizarse 
códigos bisac tal como es necesario indicarlos si el libro se 
sube a iBooks, Google Play Books o Amazon. 


Identificador 

como mecanismo 









Metadatos en las opciones de exportación. 


Ahora sí ya hemos configurado el epub por lo que solo resta dar clic 
en ok ¡para generar el epub! 

6. El epub resultante 


Nuestro epub está listo. Este tiene: 


una portada visible en la estantería; 







Thumbnaü del epub. 

• un índice, y 












▼ Tabla de contenido 
Primera parte 
Tasa 

Testimonio de las erratas 
El Rey 

Al Duque de Béjar, 

Prólogo 

Al libro de Don Quijote de la Mancha 

Capítulo I 

Capítulo II 

Capítulo III 

Capítulo IV 

Capítulo V 

Capítulo VI 

Capítulo Vil 

Capítulo VIII 

Capítulo IX 

Capítulo X 

Capítulo XI 

Capítulo XII 

Capítulo XIII 

Capítulo XIV 

Capítulo XV 

Capítulo XVI 

Capítulo XVII 

Capítulo XVIII 

Capítulo XIX 

Capítulo XX 

Capítulo XXI 

Capítulo XXII 

Capítulo XXIII 

Capítulo XXIV 

noníti iln YYV 

Tabla de contenidos del epub, también llamado índice en español. 


• un contenido controlado a través de una estructura xml y 
una hoja de estilos css. 



Capítulo I 


Que trata de la condición y ejercicio del famoso hidalgo don 

Quijote de la Mancha 

En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha 
mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga 
antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que 
carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lantejas 
los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres 
partes de su hacienda. El resto della concluían sayo de velarte, calzas de 
velludo para las fiestas, con sus pantuflos de lo mesmo, y los días de 
entresemana se honraba con su vellorí de lo más fino. Tenía en su casa una 
ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los veinte, 
y un mozo de campo y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la 
podadera. Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años; era 
de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y 
amigo de la caza. Quieren decir que tenía el sobrenombre de Quijada, o 
Quesada, que en esto hay alguna diferencia en los autores que deste caso 
escriben; aunque, por conjeturas verosímiles, se deja entender que se 
llamaba Quejana. Pero esto importa poco a nuestro cuento; basta que en la 
narración dél no se salga un punto de la verdad. 

Es, pues, de saber que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba 
ocioso, que eran los más del año, se daba a leer libros de caballerías, con 

Contenido del epub. 


Para acceder a todos los documentos empleados para esta edición, 
puedes descargar este archivo. Al descomprimirse encontrarás que 
también están presentes los archivos empleados para los otros dos 
métodos que quedan por describir: con Sigil y «desde cero». Para 
los archivos usados en la versión de InDesign solo hay que ir a 
epubs > 1-indesign-cc . 



Conclusiones 


Para el usuario de InDesign que está acostumbrado a trabajar con 
estilos directos o con estilos de párrafo y caracteres esta 
descripción puede parecerle compleja, ya que involucra la 
elaboración de archivos de manera externa al flujo común de este 
software. Como puede observarse, estos documentos externos 
requieren algún conocimiento básico de html y css. Por este motivo, 
se mencionó que se descansaría un poco del código. 

El proceso aquí descrito está pensado para alcanzar el 
máximo control y la mayor calidad en un libro epub hecho con 
InDesign. Sin embargo, de manera irremediable implica vérselas 
con lenguajes de marcado. Es decir, incluso en el programa más 
común para la creación de libros es menester trabajar desde las 
entrañas de un epub. 

Gracias a esto podemos indicar que: 

1. para fortuna o desgracia el «código» llegó para quedarse en 
la edición digital si el objetivo es la creación de 
publicaciones de gran calidad; 

2. InDesign no puede abarcar todo el flujo de trabajo como 
hace algunos años lo había hecho, ya que su arquitectura 
está pensada para la maquetación de libros en formato pdf 
(con los años se ha visto obligada a posibilitar la creación de 
ebooks ); 

3. es necesario un conjunto de herramientas o un software que 
nos permita atajar los retos de la publicación digital de una 
manera más directa y aún más controlada, y 

4. por esta necesidad de diversidad en el ecosistema del libro 
se hace necesario optar por un proceso de producción que 



simplifique y automatice el reto de publicar una obra en 
diversos formatos. 

Debido a estas cuestiones y las desventajas que presenta un epub 
creado en InDesign (indicadas en «Edición digital como edición 
desde cero)» es posible concluir que InDesign nos permite crear 
libros epub de gran calidad, pero a través de una metodología que 
puede complicar aún más el proceso de producción o que 
potencialmente implica una pérdida de control tanto en la 
estructura como en la edición y el diseño. 

¿Cuál es el volumen de producción a manejar? ¿Qué nivel de 
control se desea sobre la edición? ¿Cuál es la disponibilidad para 
analizar y probar otras metodologías de producción? Son solo 
algunas de las preguntas por las cuales podríamos saber si crear 
epub con InDesign es el método que necesitamos para el desarrollo 
de ebooks. 


Sobre esta entrada 

• Título original: «De XML a EPUB con InDesign». 

• Título en el blog de Mariana: «Cómo crear un libro digital: de 
XML a EPUB con InDesign». 

• Fecha de publicación: 8 de noviembre del 2016. 

• Redacción original. 

• Revisión de Mariana. 


Cómo crear un libro digital: de xhtml a epub con Sigil 


En esta entrada se detallan los pasos para hacer un libro 
electrónico. Es decir, qué acciones deben hacerse para obtener un 
archivo epub desde un xhtml con el programa Sigil. 


Sigil, ven a mí 

De todas las herramientas conocidas que existen para crear epub, 
Sigil es la que siempre recomiendo. Esto se debe a los siguientes 
motivos: 

• Es software libre, por lo que no solo es gratuito o todo su 
código está disponible, sino que también implica que no hay 
necesidad de pedir permiso para usarlo o modificarlo. 

• Es la opción popular más ligera, su peso va de ~45 a \~60 mb, 
según el sistema operativo que utilices. 

• Es un entorno gráfico pensado únicamente para crear epub; 
es decir, tenemos la certeza que cuenta con las 
herramientas necesarias para hacer un buen epub de modo 
visual. 

Sigil fue el único programa que satisfizo mis primeras 
necesidades para el desarrollo de epub. Uno de los principales 
motivos fue porque en aquel entonces andaba sobre Ubuntu, por lo 
que me era imposible usar software creado para Windows o Mac. 

Pero otra razón fue que mis conocimientos en html y css eran 


muy básicos y tampoco tenía un dominio sobre la terminal o RegEx. 
Muchos de ustedes se encuentran en esta situación, así que si 
quieren experimentar en la creación de epub, en lugar de InDesign 
—el cual es menos controlable, como ya lo indiqué —, los invito a 
que prueben con Sigil. 

¿Cómo empezamos? Una primera desventaja de Sigil es que la 
documentación existente para su uso no es tan amigable como la 
de otras herramientas populares como InDesign o Jutoh. Cuando 
conocí Sigil, su instalación me provocó un dolor de cabeza. Por 
fortuna, hoy es fácil instalarlo en cualquier computadora. 

El área de su documentación ha estado mejorando con el tiempo 
y aunque hace muchos años ya no uso Sigil, quizá este tutorial 
podría ser un buen punto de partida. Después de ahí, mi sugerencia 
es que metan sus manos al lodo y con los errores vean las 
posibilidades y límites de Sigil. 

Ejemplo de epub 

Como ya venía anticipado en mi primera colaboración con 
Mariana, vamos a tomar la edición del Proyecto Gutenberg del Don 
Quijote junto con algunas modificaciones en su estructura para 
producir un epub más limpio y con mejor diseño. Los archivos de 
ejemplo pueden descargarse aquí. 

Con estos archivos nos será posible obviar el más grande 
problema en la edición digital: el formato. Como siempre he 
indicado, el cuello de botella en la edición, sea impresa o digital, es 
la falta de un formato adecuado. Esto provoca que gran parte del 
tiempo de desarrollo de una publicación sea, precisamente, la 
limpieza del formato. Vuelvo a insistir en el asunto solo para 
explicitar que: 


1. este breve tutorial pasa por alto el tiempo necesario para 
dar un formato adecuado a una publicación y que muchos 
de ustedes, cuando empiecen a experimentar, se darán 
cuenta de la monotonía y frustración que implica trabajar 
de manera gráfica, y 

2. esto implica que no nos enfocaremos en los aspectos básicos 
de la creación del epub, debido a que ya está cubierto en los 
archivos de ejemplo. 

Orientaré esta entrada a ciertos errores comunes que he 
encontrado en los libros hechos por otros con Sigil, y que será una 
buena guía para que ustedes puedan evitarlos. 

Manos a la obra 

1. Mínima configuración general 

Uno de los errores más comunes es olvidar la configuración 
general de Sigil. Existen dos casos donde esto afecta directamente 
al epub: 

1. por defecto Sigil crea epub versión 2.0.1 cuando por lo menos 
es necesario crear a partir de la versión 3.0.0; 

2. usa el idioma inglés como lenguaje por defecto para los 
metadatos del ebook. 

Para cambiar esto es necesario ir a Edit > Preferences... o 
presionar F5 . En el área de General Settings indicamos que 


deseamos la versión 3. 







Cambio de versión a la 3.0.0. 


Para especificar el lenguaje deseado de nuestros metadatos en la 
misma ventana vamos a Language y en Default Language 
For Metadata seleccionamos el idioma y la región de nuestra 
preferencia. 













Cambio de idioma. 


Para que los cambios surtan efecto lo recomendable es reiniciar 
Sigil. Con esto ya podremos crear epub versión 3.0.0 que, si bien es la 
versión más popular y aceptada por distribuidores —p. ej. Amazon, 
iTunes o Google—, no es la más reciente. Una segunda desventaja 
de Sigil es que aún no genera epub versión 3.1 o al menos 3.0.1. 

2. Importación de archivos 

Cuando abrimos Sigil o generamos un nuevo proyecto veremos la 
siguiente estructura: 










Estructura básica generada por Sigil. 


Como puede observarse, tenemos una serie de carpetas para poner 
ahí nuestros contenidos, como texto, hojas de estilo, imágenes, 
fuentes, audios, videos u otros elementos. 

Para importar los xhtml de nuestros archivos de ejemplo hay que 
seleccionar la carpeta Text y con clic derecho escoger Add 
Existing Files... . Esto nos abrirá esta ventana: 











Ventana de importación. 


De nuestros archivos ejemplo vamos a seleccionar todos los xhtml 
presentes en epub > 2-sigil > recursos > xhtml . Así es 

como estos documentos serán incrustados en la carpeta donde van 
los textos del epub. 



















Archivos importadas y archivo innecesario. 


El archivo SectionOOl .xhtml no lo necesitamos así que lo 
seleccionamos y presionamos Del o clic derecho Delete... para 
eliminarlo. 

Recomendación. Cuando generamos documentos xhtml desde Sigil, por defecto sigue 
la nomenclatura Section más un número consecutivo. Esto puede generar 
problemas al momento de verificar o hacer cambios ya que es un nombre genérico. 

Lo ideal sería darle nombre significativos y con una numeración inicial. Para mayor 
información, consulta estas recomendaciones. 

Ahora bien, aquí tenemos dos elementos muy curiosos. El primero 
es que si damos doble clic al archivo 0 0 0-portada. xhtml , ¡la 
imagen de portada ya está ahí! 












Portada importada automáticamente. 


Sin embargo, si damos doble clic a 0 0 6-rey.xhtml —u otro 


archivo que tenga texto—, vemos que los estilos son un desastre... 
























Estilos mal visualizados. 


La tercera desventaja de Sigil es que en ocasiones no muestra el 
diseño correcto, por lo que una edición visual del contenido puede 
resultar muy problemática. Por fortuna, ahora sabemos que hay un 
error en la renderización de los estilos, así que vamos a obviar esta 
visualización —al final veremos cómo se visualiza realmente—. 

¿Por qué se ven la portada y los estilos? Por defecto, Sigil 
importa todo aquello que esté vinculado a los archivos xhtml 
importados y los coloca en las carpetas correspondientes. En 
nuestro caso, 0 0 0-portada.xhtml tiene vinculada la imagen 
portada. jpg que también fue importada a images ; además, 
todos los xhtml tienen un vínculo a la hoja de estilos 
principal. css , que fue colocada en la carpeta styles . 




























Archivos adicionales importados automáticamente. 


3. Tabla de contenidos 

Hasta aquí ya hemos terminado con los ajustes en nuestro 
contenido por lo que ya podríamos proceder a generar el epub. Este 
es otro de los errores más comunes: el contenido y el diseño no lo 
son todo. Existen otras tareas muy importantes que nos dan mejor 
control, mayor calidad y un producto más amigable para el lector. 

Una de estas tareas es la modificación de la tabla de contenidos. 
Para acceder a esta vamos a Tool > Table of Contents > 
Generate Table Of Contents... O presionando Ctrl + T O el 
icono resaltado. 

























Ventana de edición de la tabla de contenidos. 


Sigil, de manera automática, detecta todos los encabezados en 
nuestro documento —etiquetas html de la hl a la h6 —, 
podemos limitar su jerarquía en