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steza, le dijo: Sábete, Sancho, que no es un hombre más que otro si
' hace más que otro. Todas estas borrascas que nos suceden son
rales de que presto ha de serenar el tiempo y han de sucedemos
en las cosas; porque no es posible que el mal ni el bien sean
rabies, y de aquí se sigue que, habiendo durado mucho el mal, el
en está ya cerca. Así que, no debes congojarte por las desgracias
e a mí me suceden, pues a ti no te cabe parte dellas. Y, viéndole
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Edición digital
como
metodología
para una
edición global
Análisis, reflexiones
y propuestas para el
entorno editorial actual
Ramiro
Santa Ana
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consultaría editorial
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viéndole don Quijote de aquella manera, con muestras de tanta
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Ramiro Santa Ana Anguiano
Edición digital como metodología para una edición global
Última actualización
2 de octubre del 2018
AUTORÍA
Ramiro Santa Ana Anguiano
REVISIÓN DE CONTENIDOS Y DISEÑO DE PORTADA
Mariana Eguaras
EDICIÓN DE «DERECHO DE AUTOR CERO»
Mariel Quirino Andrade
ENTIDADES PARTICIPANTES
Los textos que componen este libro fueron publicados por primera
vez en el blog de Mariana Eguaras.
Los archivos empleados para esta obra están bajo Licencia Editorial
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I. Metodologías para la edición
Edición digital como edición «desde cero»
Por iniciativa de Mariana Eguaras estaremos publicando una serie
de entradas dedicadas a la publicación digital, sus características,
ventajas y retos, así como su relación con los medios impresos y
cómo estas cuestiones afectan directamente a los procesos
necesarios para producir cualquier publicación.
Si bien ya tenemos planeadas el contenido de las primeras
entradas, cualquier sugerencia sobre temas a tratar será
bienvenida. En la medida de lo posible, la redacción no será técnica,
sino afín al público en general o a quienes se dedican a la edición.
Sin embargo, también se tiene que tomar en cuenta que algunos
tecnicismos ya son imprescindibles para el medio editorial. Así
como la jerga de los tipógrafos, impresores o diseñadores es de
habitual conocimiento para quienes editamos, del mismo modo el
lenguaje del desarrollador web o de software empieza a formar
parte de nuestro bagaje cultural.
En esta primera entrada haremos una comparación general
entre algunos de los métodos más comunes para producir un
libro electrónico estándar en formato epub. En su momento se
hablará con más detalle sobre la historia del epub.
Lo que ahora nos interesa es que, entre los distintos tipos de
formatos existentes en el mercado del libro electrónico, el epub,
desde sus inicios, fue pensado como un tipo de archivo para ebooks
que sobresale por su versatilidad, ligereza y seguimiento de
estándares web que aseguran una uniformidad en el código, y
también un completo control sobre la edición.
Al tener estas características, el formato epub es fácilmente
convertible a formatos privativos como los empleados por Amazon
o Apple, asegurando así un ahorro de recursos y de tiempo al
momento de crear una publicación digital.
Esta flexibilidad también ha permitido el desarrollo de diversos
programas de cómputo que facilitan la creación de epub a cualquier
persona. Con un par de clics desde el procesador de textos (Writer o
Word) o maquetador (InDesign) instantáneamente tenemos un
archivo epub a través de una conversión de formatos.
En principio, esto es una gran ventaja para autores
independientes o para editoriales que no desean invertir
«esfuerzos adicionales» en la producción de un libro electrónico.
Sin embargo, existen al menos dos desventajas en estos procesos
de publicación:
1. La limpieza del código, el control del diseño y la calidad de la
edición en muchas ocasiones son inferiores a lo que es
posible obtener a través de otros procesos.
2. Se pierde por completo de vista que lo más importante de la
revolución digital dentro del mundo de la edición no es el
libro electrónico, sino los procesos que ahora son posibles y
que no representan algo «extra» al momento de producir un
libro, sea impreso o digital. En su lugar, se trata de un
conjunto orgánico de elementos que pueden ayudar tanto
en el ámbito técnico de la publicación como en la calidad de
la edición.
El libro electrónico es el punto de relieve más característico de la
era digital en la edición, pero es solo la punta del iceberg. Para poder
ir paulatinamente más a fondo tenemos que empezar a
familiarizarnos con lo que está detrás de la producción de un
ebook.
Como primera cuestión, existe cierto escepticismo sobre la
necesidad de producir una publicación «desde cero». Es decir, se
tiende a preferir el uso de conversores que, sin importar la
estructura o el contenido de la publicación, automáticamente
crean un archivo epub.
¿Para qué aprender lenguajes de etiquetado, como html o
Markdown? ¿Para qué preocuparnos por las hojas de estilo, como
css o scss? ¿Para qué reflexionar sobre el potencial de los lenguajes
de programación para generar otras experiencias de lectura o para
mejorar el cuidado de la edición, como JavaScript, Python, Ruby o
C++?
Porque aunque el objetivo sea un objeto físico o digital, si
empezamos a enfocarnos en su proceso de producción, poco a poco
nos daremos cuenta de su pertinencia.
Características del ejercicio de comparación
Para mostrar las ventajas y desventajas que presentan los
conversores de epub, en contraste con el desarrollo de una
publicación digital «desde cero», se hará una comparación en la
producción de una misma obra, pero con diferentes métodos.
Con la intención de que este ejercicio sea lo más «real» posible,
se optó por tomar la edición del Proyecto Gutenberg del Don
Quijote. Además, para mantener una uniformidad en la edición se
ha partido del mismo texto en formato html y se ha usado la misma
hoja de estilos css.
Algunas dudas respecto a estas decisiones pueden ser:
¿Por qué utilizamos la edición del Proyecto Gutenberg si
hay mejores ediciones disponibles en línea como puede
ser la publicada por el Instituto Cervantes? La edición
usada en este ejercicio es de dominio público, así como, a
diferencia de la edición de Wikisource, fue sencillo
descargar el libro entero en un solo archivo.
¿Por qué se parte de un texto previamente formateado,
en lugar de vaciar el texto directamente desde los
archivos descargados del Proyecto Gutenberg? Al
momento de hacer esta comparación se detectaron algunos
descuidos en la edición que se decidieron enmendar
(aunque sin duda se podrán encontrar más, ya que un
cuidado estricto no es la meta de este ejercicio). Por otro
lado, el formato del texto casi siempre se presenta como
pesadilla para quienes editamos, provocando una mayor
inversión de tiempo, recursos y esfuerzo únicamente para
limpiarlo, cuestión que trataremos en otra entrada.
¿Por qué se emplea la misma hoja de estilo en lugar de
recrear el diseño en cada uno de los métodos empleados?
El rediseño también involucra una mayor inversión de
tiempo, recursos y esfuerzo, además de que el empleo de la
misma hoja de estilo deja patente la pertinencia del diseño
web para el mundo de la edición y la flexibilidad de poder
utilizar esta hoja en los diversos métodos empleados (y
obras), tema del que hablaremos en una futura entrada.
¿Cuáles son los métodos empleados en este ejercicio? El
libro se desarrolló de cuatro maneras distintas: desde
InDesign, siendo la forma más común para la mayoría de los
editores o diseñadores editoriales; con Jutoh, como ejemplo
de software pensado para facilitar la creación de
publicaciones digitales; mediante Sigil, por ser uno de los
programas más utilizados para la creación de epub, y «desde
cero», lo cual involucra una intervención directa en los
archivos necesarios para el desarrollo de un epub.
Comparativa de tiempos de producción: la eficacia del método
«desde cero»
Uno de los mayores mitos que existe sobre la pertinencia de la
creación de libros epub «desde cero» es que este modo de trabajar
requiere mayores tiempos de producción. Sin embargo, el
desarrollo «desde cero» no quiere decir que todo ha de hacerse de
manera manual. Como lo estaremos viendo en otras entradas,
mucho del trabajo al momento de desarrollar un epub es monótono
y fácilmente automatizable a través de la creación de Scripts.
Cuando hablamos de la creación de un libro epub «desde cero»
nos referimos a que no existe un software intermediario que nos
ayude a llevar a cabo esta tarea más allá de un editor de texto
plano, o de código, y el uso de la línea de comandos.
En un primer momento esto puede sonar como un proceso
demasiado complejo y que requiere mucha inversión de tiempo
para aprender a llevarlo a cabo. Pero nada está más lejos de la
realidad, si bien el desarrollo «desde cero» tiene sus retos, como
cualquier otro método, es una habilidad que está al alcance de
cualquiera que cuente con una computadora.
Si obviamos el tiempo empleado en darle formato al texto, en la
siguiente gráfica podemos observar que en el desarrollo de la
misma obra y diseño el método «desde cero» es el más eficaz. Esta
diferencia se debe principalmente al tiempo que debe de emplearse
en asociar las etiquetas html a los estilos creados con anterioridad.
Comparativa de tiempos de producción: la eficacia del método «desde cero».
Tanto en InDesign como en Jutoh es necesario asociar cada estilo
css a estilos de párrafo o de caracteres; la diferencia entre ambos
estriba en que en InDesign la asociación es más intuitiva y sencilla
que en Jutoh. Por el otro lado, con Sigil o «desde cero» no existe la
necesidad de asociación, ya que esta se detecta automáticamente al
«enlazar» la hoja de estilos css a cada uno de los archivos del
contenido del libro; sin embargo, el método «desde cero» presenta
la ventaja de que no existe la necesidad de recrear el árbol de
directorios o de importar archivos a un programa, como Sigil, para
poder crear el archivo epub.
Tamaño del epub: la incidencia de las imágenes y el código «basura»
En cuanto al tamaño del archivo epub, existen al menos dos factores
que afectan directamente en su peso, que son 1) las imágenes
incrustadas, y 2 ) la cantidad de código «basura».
La mayoría de los libros epub solo presentan una o dos imágenes
para la portada o la contraportada, quizá una más si se incluye una
fotografía del autor. Aunque se trate de un par de elementos, por lo
general estas imágenes tienden a representar los archivos con
mayor peso en un epub si existen alguna mezcla de estas
circunstancias:
1. la publicación es relativamente breve,
2. las imágenes son más grandes de lo necesario,
3. las imágenes no tienen una buena compresión, o
4. las imágenes están en un formato poco pertinente.
Ninguna de estas posibilidades son las que afectan al peso de estos
archivos epub debido a que todas están utilizando la misma imagen
de 204 kb.
La diferencia de tamaños tiene una relación directa con la
cantidad de código «basura». Cuando hablamos de la existencia
de código «basura» queremos decir que, por los mismos resultados,
algunos conversores añaden líneas adicionales de código. Sea para
dejar patente el software que se utilizó para crear el archivo, o
porque el método que asocia los estilos css con los estilos de párrafo
o de caracteres es la recreación del archivo css bajo sus propios
lincamientos y convención de nombres.
Esto produce al menos dos desventajas:
1. peso adicional e innecesario a la publicación, y
2. un cambio de nomenclatura que puede dificultar una
ulterior modificación del diseño.
En el caso de los métodos con InDesign o Jutoh, el peso del libro se
incrementó por el código «basura» existente; no obstante, la
diferencia de peso entre los epub hechos con Sigil o «desde cero» es
de otra índole que involucra la estructura interna del libro.
Sin extendernos demasiado, a partir de la tercera versión del
formato epub existen dos archivos para la tabla de contenidos. El
formato antiguo es el ncx, mientras que el formato introducido en
la tercera revisión del epub es el xhtml o html.
Por defecto, Sigil solo te genera una tabla de contenido en
formato ncx. Esto puede ser un potencial problema si consideramos
que algunos de los lectores de libros más recientes solo soportan la
visualización de tablas de contenidos en formatos xhtml o html.
Debido a esta circunstancia, el epub creado «desde cero»
contiene tanto una tabla de contenidos en formato ncx (para
lectores de libros antiguos) y otra en xhtml, lo cual representa 11 kb
de peso adicional para una diferencia de solo 5 kb entre el libro
desarrollado con Sigil y el creado con este método.
1195
1190
1185
1180
1175
1170
Desde cero InDesign CC Sigil Jutoh
Tamaño del epub: la incidencia de las imágenes y el código «basura».
■ Tamaño (KB)
Errores y advertencias: verificación de los epub
Una de las principales ventajas que acarrea el proceso de producir
un libro epub a través de conversores o software intermediario es
que precisamente está pensado para usuarios con poco interés o
conocimiento de html y css. La creación del libro, por lo general es de
manera visual e incluso en algunos casos la curva de aprendizaje es
relativamente corta.
Sin embargo, además del cuidado editorial y del aspecto
estético, un libro electrónico también tiene que tener una
estructura interna coherente. Es decir, si la finalidad es
desarrollar un epub con calidad «profesional», este no debe de
contener errores o advertencias frutos de inconsistencias en el
lenguaje de etiquetado o de la hoja de estilos, en los metadatos, en
los tipos de formatos aceptados o en la compresión de las imágenes.
Para que la búsqueda de inconsistencias sea efectiva y no nos
demore mucho tiempo, existen los verificadores de epub. La
herramienta oficial para verificar estos archivos se llama
Epubcheck, la cual tiene una versión en línea como otra disponible
para su descarga.
Sin embargo, por lo general un epub no solo se verifica mediante
Epubcheck, sino con al menos otro software, sea por requerimiento
del cliente, sea simplemente para tener otra herramienta de
verificación. En el caso de nuestro ejercicio hemos utilizado tanto
Epubcheck como una extensión para Firefox denominada
BlueGriffon (verificador que varios de nuestros clientes piden
utilizar).
Ahora bien, la gráfica que se muestra solo abarca los errores y
advertencias detectados por BlueGriffon ya que ninguno de los epub
presentó inconsistencias al ser verificados con Epubcheck.
También cabe resaltar que la cantidad de errores o advertencias es
poca debido a que se emplearon los mismos textos en formato xhtml
y hojas de estilos, así como los metadatos fueron generados
automáticamente por cada uno de los métodos. (La creación «desde
cero» utilizó un script desarrollado inicialmente por el colectivo
Perro Triste y que se ejecuta a través de la línea de comandos).
El error presente en el epub hecho con InDesign indica que este
programa utilizó un tipo de compresión no válida para la imagen
de la portada, mientras que la advertencia es exactamente la
misma a las que detecta en los epub creados con Jutoh y Sigil: un
elemento presente en los metadatos se considera obsoleto.
En realidad, resolver estos errores y advertencias no es nada
complicado; no obstante, para un usuario que no está
familiarizado con la estructura del epub el proceso para
enmendarlos puede ser frustrante. Para arreglar estos epub es
necesario su descompresión de manera externa para ir
directamente al archivo que presenta el problema, modificarlo y,
por último, volver a comprimir el epub.
1,2
1
0.8
0.6 ■ Errores
Advertencias
0.4
0.2
0
Errores y advertencias: verificación de los epub.
Costos implícitos en la producción: programas de pago versus
software libre
Al momento de producir un epub, por lo general el usuario se
pregunta si los programas de cómputo necesarios son gratuitos o si
tienen algún costo. Afortunadamente, para la producción de un
libro electrónico no es necesario pagar por alguna licencia de
software.
En la mitad de los cuatro métodos vistos en este ejercicio se
empleó software privativo que implica costos para su uso. Tanto
InDesign como Jutoh requieren el pago de una licencia, mientras
que Sigil es software libre. Para el método «desde cero» se
emplearon programas de software libre (Atom, Firefox y el script
desarrollado por Perro Triste) y del sistema (la terminal).
Un mito recurrente entre los usuarios que no están
familiarizados con el uso de software libre o de código abierto es
que su gratuidad es sinónimo de baja calidad. La falsedad de este
supuesto —al menos en lo que concierne a la producción de libros
epub — pudo observarse en este ejercicio: Sigil y el método «desde
cero» arrojaron mejores resultados.
No obstante, tampoco puede dejarse de lado que la gran mayoría
de las editoriales emplean InDesign para la edición de sus libros
impresos, por lo que en determinadas circunstancias lo más
conveniente quizá sea irse por esta misma vía para desarrollar
libros electrónicos.
Si esta no es tu situación y, al mismo tiempo, deseas mejorar la
calidad de tus epub, por lo que estás considerando hacer una
inversión en software privativo, mejor piénsalo dos veces. Existen
otras posibilidades libres y de alta calidad que pueden acomodarse
a tus necesidades.
Conclusión: el método «desde cero» gana esta partida
A lo largo de este ejercicio quedó evidenciado que uno de los
métodos más eficaces y eficientes para la producción de libros
electrónicos estándar es el desarrollo «desde cero». Varios lectores
podrán pensar que este modo de producción implica ciertos
conocimientos técnicos complejos y una mediana o larga curva de
aprendizaje.
Como experiencia, puedo compartirles que a las personas que,
por medio de Nieve de Chamoy o Perro Triste, les hemos ayudado a
aprender a hacer epub, no les ha tomado más de 24 horas de taller el
desarrollo de su primer libro electrónico «desde cero». Además,
cabe la pena resaltar que la mayoría de estas personas provienen
de un contexto de completo desconocimiento de los lenguajes html y
css, así como del uso de la línea de comandos.
Sin embargo, como tampoco se trata de reducir las posibilidades
de producción a este único método, en futuras entradas veremos
cómo elaborar libros epub desde InDesign, Sigil y el desarrollo
«desde cero». No trataremos el método desde otros programas
(como Jutoh o iBooks Author) porque no lo considero conveniente.
Si se tiene planeado el uso de software exclusivamente para
crear libros electrónicos, la recomendación es que sea software libre
o de código abierto, para que no involucre costos de producción
extra, y cuyos formatos de salida sean estandarizados, como el epub
(el cual sin problemas puede convertirse a formatos privativos
como los usados por Amazon y Apple); por ello, la recomendación
bajo estas necesidades es Sigil.
Por otro lado, para no obviar la tendencia editorial de producir
libros con InDesign, también se verá la manera más óptima de
desarrollar libros epub con este programa. Pero antes de esto, el
siguiente tema a tratar será sobre un problema rutinario en el
quehacer editorial y que, aunque parezca mínimo, representa uno
de los cuellos de botella al momento de producir libros, sean
impresos o digitales; es decir, hablaremos sobre la manera más
adecuada de dar formato a un texto.
Sobre esta entrada
• Título original: «Edición digital como edición “desde cero"».
• Título en el blog de Mariana: «Edición digital como edición
“desde cero"».
Fecha de publicación: 6 de septiembre del 2016.
Redacción original.
Revisión de Mariana.
Edición cíclica y edición ramificada: de la antesala a la
«revolución» digital
De la antesala a la «revolución» digital
La edición de material impreso nunca ha sido un proceso sencillo.
Desde los amanuenses hasta la imprenta se han requerido diversas
habilidades para poder cumplir con cada uno de los procesos. Los
procesos para publicar una obra, por lo general, son:
1. Editar y corregir.
2. Diseñar y maquetar.
3. Cotejar y revisar.
4. Imprimir.
5. Distribuir.
6. Comercializar y administrar.
Antes de la «revolución» digital, la minuciosidad puesta en cada
proceso marcaba el ritmo en el flujo de la edición. Si se descuidaba
un elemento, con seguridad la obra perdería calidad o tendría que
empezarse de nuevo. Por este motivo, cada proceso de la edición
tradicional iba paso a paso, tratando de regresar lo menos
posible a la fase anterior.
Este andar también iba al ritmo de la infraestructura, los
recursos y la demanda existente. Antes de la imprenta el flujo era
consistente y con un «lento» crecimiento. Con la llegada de la
impresión la edición se aceleró, los costos decrecieron y la
demanda creció.
El libro pasó de ser un artículo poco asequible a ser un elemento
de uso diario. Podemos decir que la imprenta no solo fue una
«revolución» sino también una «apertura» de la información.
El traslado a lo mecánico permitió que los oficios relacionados
con la edición se especializaran a través de los siglos. Si bien las
técnicas se fueron afinando o cambiando hasta mediados del siglo
xx la concepción metodológica permaneció invariable: la edición
era una progresión unilateral hasta la publicación y
comercialización de la obra.
En la «revolución» digital
El uso de tecnologías analógicas implicaba que solo unos pocos
podían solventar algún revés. Si una publicación salía con defectos,
no quedaba más que la adición de una fe de erratas o, en el peor de
los casos, la bancarrota.
A partir de la segunda mitad del siglo xx esta condición empezó
a flexibilizarse. La masificación de las computadoras abrió la
puerta para facilitar la regresión en los procesos, al permitir la
modificación del documento a diestra y siniestra, incluso durante
su impresión.
La publicidad era clara durante el surgimiento digital: la
máquina de escribir en la oficina siempre dejaba rastro en la
corrección. Este fue el primer frente en el que las computadoras
personales buscaron un mercado, pero fue cuestión de tiempo que
observaran otras posibilidades:
• las computadoras en lugar de la máquina de escribir en el
hogar, para la redacción de documentos personales o
domésticos;
• la tecnología digital para «modernizar» tanto la escritura
como la impresión de documentos.
Las computadoras dividieron al mundo editorial. La confrontación
no fue fortuita: el estado de la tecnología digital representaba un
revés en la calidad editorial alcanzada a través de siglos. Pero
paulatinamente se fue puliendo (¿o ignorando?) la calidad de la
edición digital gracias a tex y el dtp ( desktop publishing).
Algunos elementos de la tradición editorial fueron rezagados.
Sin embargo, la concepción metodológica de una progresión
unilateral permaneció inalterable. La diferencia estribó en que la
tecnología digital permitió que el retorno en los procesos se
hicieran por medio de un teclado y un ratón. Al menos así fue cómo
las compañías de software y hardware publicitaron la apuesta por la
«modernización» en la edición de documentos.
En los noventa, el dtp como sinónimo de edición estaba en
proceso de consolidación. La edición era ya edición digital. De Corel
Ventura, pasando por PageMaker y QuarkXPress, hasta InDesign, la
publicación de impresos se ha vuelto un proceso cada vez más
centralizado en un paquete de software.
Junto a la «revolución» digital en los procesos de edición
también vino otra «apertura» en la información: el libro dejaría
ser sinónimo de impreso. El sueño de un libro sin páginas se fue
concretando en un archivo digital. Del papel al hyte, los libros
electrónicos surgieron como una alternativa.
El recelo ante otros soportes distintos al impreso aún sigue
siendo una actitud muy común entre los editores. De nuevo la
discusión se centra en la calidad del soporte: todavía en la
actualidad el libro electrónico carece de los estándares de calidad
según el parámetro del impreso.
En lugar de apoyar al mejoramiento de los formatos digitales el
grueso del mundo editorial ha decidido apostar por la cautela y
la espera de que agentes externos al sector mejoren la calidad
editorial del ebook.
Varios editores han decidido abrir la puerta al libro electrónico,
en muchos casos más como una cuestión de «adaptación a los
tiempos» que un sincero anhelo por diversificar los soportes de una
obra. La discusión se traslada a una cuestión de costos: producir
más formatos implica una inversión proporcional de tiempo y
recursos según la cantidad de formatos «adicionales».
Para lidiar con la necesidad de múltiples formatos se emplea
una metodología que consiste en terminar la publicación del
impreso para después pasar a la elaboración de otros formatos.
Esto provoca un aumento en el tiempo de publicación, según la
cantidad de soportes, y también la idea de que los procesos de
producción de un libro electrónico son de distinta naturaleza a la
producción de un impreso. Asimismo, se ignora que en esta
sucesión se heredan tanto contenidos como erratas y elementos
innecesarios para el resto de los formatos.
La progresión unilateral y su posibilidad de regresión —
característica de la edición tradicional— mutan en una serie de
ciclos que brincan de un formato a otro. La metodología cíclica es
la pretensión de mantener un desarrollo unilateral cuando el
objetivo es la consecución de diversos soportes. Es decir, en la
edición tradicional se iba paso a paso hasta llegar al impreso; ahora
se continúa con esa idea pero implica dar más pasos para tener más
archivos.
El cambio de método queda invisibilizado al entenderse cada
nuevo ciclo de producción como procesos adicionales a la
publicación del impreso, que comúnmente se considera el soporte
«nuclear» del resto de los formatos.
Que los editores piensen que los procesos necesarios para la
publicación en otras versiones distintas a la impresa no son ni
complementarios ni distintos es, y siempre ha sido, el meollo en la
discusión sobre el supuesto antagonismo entre las publicaciones
impresas y las electrónicas.
Más que una cuestión de calidad o de costos el escepticismo del
mundo editorial gira en torno al carácter mítico de la
inmutabilidad metodológica y a que existe la necesidad de una
adopción consciente de un método que no sea unilateral.
Me explico: la supuesta confrontación entre las versiones
impresas y las digitales, y el escepticismo ante los formatos
digitales, no es porque estos sean de menor calidad o porque el
costo de producción no justifique su «inversión», sino a la idea o
mito de que la producción de un libro discurre en un solo camino,
una sola línea, paso a paso, y la obstinación de no cambiar de
método.
La discusión y la confrontación es esencialmente metodológica,
no de técnica (porque las técnicas han variado a través de los
siglos), no de formatos (que no están reñidos entre sí porque hay
lectores con distintas preferencias), no de calidad (que se mejora
con el tiempo, como la edición digital para pdf de impresión) y
tampoco de costos (ya que con una metodología correcta el costo
sería mínimo).
Mientras se continúe pensando que los ciclos son soluciones ad
hoc, en lugar de concebirse como un método, la mayoría de los
editores solo entenderán la «revolución» digital como una
«revolución» en formatos y técnicas, y no como algo más profundo:
un cambio y «apertura» en la forma de «publicar» cultura.
Por estos motivos, aunque al parecer exista una continuidad, la
edición cíclica es metodológicamente distinta a la edición
tradicional. La edición cíclica aborda el desafío traído por el
multiformato como una presunta continuidad metodológica de la
edición tradicional, pero añadiendo ciertos «módulos» para la
producción de otros formatos.
La edición cíclica se concentra en producir varios soportes al
mismo tiempo que quiere conservar la idea que la publicación de
un libro es un solo camino a seguir. Esta concepción metodológica
está tan arraigada que el «software milagro» da tranquilidad al
concebir la conversión entre formatos como la solución final. Solo
cuando se percibe la pérdida en la calidad editorial y técnica se
hace patente que la edición cíclica no es el método más óptimo para
la producción multiformato...
Sobre esta entrada
• Título original: «Edición cíclica y edición ramificada».
• Título en el blog de Mariana: «Edición cíclica y edición
ramificada: de la antesala a la “revolución” digital (1/3)».
• Fecha de publicación: 4 de julio del 2017.
• Redacción original.
• Revisión de Mariana.
Edición cíclica y edición ramificada: del surgimiento al tronco y las
ramas
Surgimiento de una idea
¿Y si cambiamos de perspectiva? ¿Si en lugar de hablar sobre la
diversidad en los formatos finales, pensamos en un método
multilateral? La idea es sencilla: no nos concentremos en los
formatos, sino en los caminos que llevan a ellos. El supuesto
también es evidente: a múltiples formatos, diversos senderos.
Pese a que la idea es sencilla, en el grueso editorial se
interpretará como un discurso que apuesta por la pretendida
destrucción de su tradición, cuando en realidad atenta a un ideal
metodológico, no a los conocimientos que a lo largo de siglos se han
ido acumulando para publicar «buenos» libros.
Una prueba de esta extrapolación es patente cuando se analiza
la tradición editorial: las técnicas han variado a través de los siglos,
pero la idea de ir a un punto a a uno b ha permanecido.
En la edición tradicional el punto a era igual al texto original y el
punto b igual al impreso. En la edición cíclica a permanece,
mientras que b es el fin de todos los ciclos, obteniéndose así no solo
el impreso, sino también al menos un formato digital.
Sin embargo, en la edición ramificada no hay una consecución
de a a b, sino un tronco (a) con diversas ramas (b, c, d...) que cesan
su crecimiento, otras se desprenden y unas más se convierten en
formato para más ramas.
Esquema comparativo entre la edición cíclica y la ramificada.
Esta concepción metodológica surgió de un campo especializado: la
elaboración de documentación de software. En el surgimiento de la
era digital pronto se vio la necesidad de textos que explicaran el uso
del software. Sin embargo, debido a las distintas preferencias de
consulta y de hardware, se hizo menester crear la documentación
en distintos formatos.
Pronto se percibió la dificultad presente en la edición cíclica:
cada nuevo soporte implica un aumento en la inversión de tiempo
y de cuidados, y por ende, de recursos. Para combatir este problema
y ahorrar en material impreso, a partir de los noventa surge la idea
del single source publishing (ssp), cuya característica es el desarrollo
multilateral de diversos formatos.
Aunque la idea tiene poco más de veinte años, es ahora cuando
empieza a expandirse para el resto del quehacer editorial. En la
actualidad, la edición ya no solo es digital, sino también la
publicación. Los libros electrónicos han puesto en el centro de la
discusión el problema metodológico que el sector editorial viene
arrastrando desde el inicio de la «revolución» digital.
El tronco y las ramas
Pero, en concreto, ¿qué es la edición ramificada? Lo primero que
podría entenderse es que significa una apertura en todo sentido.
No obstante, el término «single source» ayuda a esclarecer el
primer elemento de esta metodología de trabajo: la edición
empieza con un «archivo madre».
El «archivo madre» es un documento a partir del cual se crean el
resto de los formatos: es el tronco. Este archivo puede ser tanto el
texto original del autor como el documento editado, ya que el
elemento mínimo necesario es que esté en un lenguaje de marcado.
El archivo madre obedece a una dimensión estructural a partir
de un conjunto de etiquetas que indican cada elemento del texto
(véase aquí para más información). La edición del texto puede
darse antes o después de esta estructuración.
Lo recomendado es que la edición y la estructuración se den en
conjunto, porque antes de la publicación quien edita es uno de los
principales conocedores de la obra. La desventaja es que se requiere
saber al menos un lenguaje de marcado, pero esto se solventa si se
recurre a un lenguaje de marcas ligero.
Los lenguajes de marcas ligeros son cómodos de leer, fáciles de
escribir y sencillos de convertir. Por este motivo, es preferible un
lenguaje «ligero», como Markdown, que uno «completo», como xml,
html o TeX. (Véase la entrada original de este artículo como
ejemplo).
El segundo elemento de este método es ir de lo simple a lo
complejo. Cada formato presenta sus propias particularidades. En
el impreso se requieren ajustes manuales por cuestiones
ortotipográficas o de diseño; en el epub a veces es preciso ordenar
gráficas o tablas para una mejor visualización; en la lectura online
sin inconvenientes se saca provecho de la visualización interactiva
de información, etcétera. Para evitar la herencia de características,
como sucede en la metodología cíclica, la edición ramificada parte
de un documento con los elementos comunes, para después hacer
ajustes según el caso.
El traslado del archivo madre a cada uno de los formatos finales
exige, en la mayoría de los casos, el uso de un nuevo lenguaje. Si se
parte de Markdown, se requiere xhtml para un epub, xml para
InDesign o TeX para LaTeX o ConTeXt. Si bien se recomienda el
conocimiento de estos lenguajes, el tercer elemento es el uso de
conversores para el ahorro de tiempo.
El trabajo con un lenguaje de marcado posibilita la
automatización de la traducción a otros lenguajes. Sin embargo, la
traducción realizada por una máquina, por lo general, necesita
modificaciones y cotejos. Los conversores no son una solución final,
pero evitan el trabajo monótono.
El mejor software que puede ayudarnos en esta tarea es Pandoc.
Este programa libre es de los más poderosos que podemos
encontrar. Y, si bien en algunos casos el resultado no es el esperado,
el tiempo involucrado en los ajustes es menor a volver a formatear
el documento.
Esta inversión de tiempo permite diferenciar la edición
ramificada de muchos software milagro que se ofrecen en el
mercado. Esta clase de programas se autoperciben como la
«solución» a varios problemas que el editor encuentra al momento
de publicar en múltiples soportes.
La edición ramificada no es un software ni un lenguaje, mucho
menos una solución y tampoco un entorno de trabajo —guiño a
Adobe—. La edición ramificada es una metodología que puede
manifestarse de múltiples maneras, unas más acabadas que
otras. Al ser un método también cuenta con la posibilidad de
pulirse o de descartarse si crea inconvenientes.
Por ello, el cuarto elemento es que la edición ramificada solo
está pensada cuando existe la posibilidad de múltiples formatos. Si
la obra se proyecta como un «libro objeto» o una publicación
artesanal basada en métodos analógicos este método no tiene
cabida.
Los conversores no son lo único que permiten el ahorro de
tiempo. El quinto elemento consiste en que el tamaño del equipo
de trabajo es proporcional a la agilización y división del trabajo.
Una diferencia nítida entre la edición cíclica y la ramificada es que
en la última ningún formato final parte de otro, lo que permite el
trabajo paralelo en la producción de cada formato.
Cada soporte emprende su camino de manera simultánea a
partir del archivo madre, resaltando el sexto elemento
metodológico: la edición ramificada es edición sincrónica,
independiente y descentralizada.
Uno de los temores que surgen en la edición ramificada es que
la simultaneidad y autosuficiencia puede dar cabida a una
divergencia en el contenido, ya que no existe un mecanismo
centralizado para el control de la edición. No obstante, en muchos
casos la edición cíclica implica una gran pérdida de control, debido
a que el encargado del cuidado editorial tiende a desconocer los
procesos «periféricos» y «adicionales» a la producción del soporte
impreso.
Si hablamos de «control», en el contexto digital el cuidado de
una obra no solo debe de ser editorial, sino también técnico. Si
no hay dominio sobre el código no existe la seguridad de que el
texto, aún con lenguaje de marcado, sea fácil de convertir o sencillo
de leer y analizar.
La pérdida de control puede resolverse de tres maneras
distintas:
1. Realizar la edición y las estructura de la obra al mismo
tiempo, llevando a cabo ambos procesos de manera
simultánea.
2. Borrar el archivo creado y volver a generarlo a partir del
archivo madre; la vía más cómoda pero que supone volver a
pulir los detalles derivados de la conversión.
3. Crear un programa para que analice cada archivo de cada
formato y lo compare con el contenido del archivo madre.
De este modo, si en un formato A la palabra «andará»
accidentalmente se cambia por «andara», el software
lanzaría una advertencia de que en el archivo madre esa
palabra es «andará». Esto permitiría encontrar
modificaciones accidentales del texto cuando se esté
modificando la estructura o el diseño de manera manual. Y
sería solo una advertencia, ya que el cambio podría ser
intencional, como «murciéVlago» en TeX a comparación de
«murciélago» en el madre, solo para sugerir una separación
silábica para arreglar una caja. Para esto es necesario
obtener las palabras del texto, ignorando la sintaxis de cada
lenguaje de marcado.
No obstante, en más de una ocasión existen correcciones de último
momento que también han de añadirse a cada uno de los formatos.
La corrección manual involucra más cotejos e incluso abre la
puerta a más erratas. El séptimo elemento llama al uso de
diccionarios y de expresiones regulares ( regex ) para evitar o
automatizar las modificaciones. El diccionario permite detectar
erratas en el archivo madre. El uso de regex facilita corregir los
archivos sin la necesidad de ir caso por caso.
El uso del diccionario es recomendable únicamente para el
cotejo de posibles erratas, sea caso por caso o mediante la creación
de una lista ordenada con las palabras dudosas. En cuanto a regex,
hay que tener cautela con su uso. El dominio de las expresiones
regulares se adquiere con el tiempo, por lo que las primeras
implementaciones tienen que ser básicas y después de hacer sido
aplicadas en pruebas.
Continuando con la idea de un software que monitoree las
ramas, este también tiene que permitir la corrección automatizada.
El procedimiento sería la realización de una corrección manual en
el archivo madre que, de manera automática, el programa traslade
los mismos cambios a cada formato.
Sobre esta entrada
• Título original: «Edición cíclica y edición ramificada».
• Título en el blog de Mariana: «Edición cíclica y edición
ramificada: del surgimiento al tronco y las ramas (2/3)».
• Fecha de publicación: 11 de julio del 2017.
• Redacción original.
• Revisión de Mariana.
Edición cíclica y edición ramificada: un vuelo seguro y constante
Un vuelo seguro y constante
Hasta aquí se ha descrito cómo es posible la producción de diversos
formatos y posteriores modificaciones sin dependencia a un
soporte final. Pero hay ocasiones en que el proyecto completo se
arruina: archivos corruptos, pérdida de documentos,
malfuncionamiento de la computadora, etcétera.
La generación de respaldos, entendidos como copias adicionales
almacenadas físicamente o en la «nube», se vuelve un requisito
indispensable para los proyectos de cualquier índole. De esta
manera, cuando aparece un fallo se retoma alguna de las copias.
Sin embargo, esto acarrea los siguientes inconvenientes:
• Mayor necesidad de espacio cada vez que se crea una copia.
• Posibilidad de confusión entre los respaldos y el proyecto
actual.
• Falta de control en los cambios, principalmente en grandes
equipos.
• Dificultades al trabajar de manera separada o remota.
• Desconocimiento de casi todas las modificaciones que se
han llevado a cabo.
El descuido en la información afecta la calidad de la edición. Por
lo que el mantenimiento de la información no solo es una tarea
secundaria o «técnica», sino una responsabilidad editorial.
El octavo elemento metodológico es el control de versiones. En
un videojuego existe la posibilidad de guardar la partida a cada
paso o en algunas situaciones críticas. A partir de estos cambios
guardados es posible regresar o probar nuevos caminos. Si el
desarrollo es satisfactorio estos otros senderos se convierten en el
juego principal.
Un control de versiones cuenta con esos elementos. A partir de
un programa es posible monitorear las carpetas y archivos de un
proyecto. Se hace posible tener conocimiento de todo lo hecho, sin
posibilidades de confusión ni necesidad de mayor espacio, porque
se emplean puntos guardado.
En un videojuego no se respalda el juego una y otra vez para
guardar una partida, solo se almacenan los datos necesarios para
regresar a ese punto de guardado. En un controlador de versiones
no hay respaldos, sino información para volver a cada punto de
control.
Esto implica que el espacio necesario para guardar un proyecto
cae drásticamente. También resuelve la dificultad de trabajar de
manera independiente, ya en el tronco como en las ramas e incluso
en sus partes pueden colocarse puntos de control en cualquier
momento. Así, se puede saber si se está trabajando con versiones
anteriores o si hay sobrescritura, porque cada punto de control
tiene descripción, fecha, autor, identificador e indicador de qué se
creó, modificó o eliminó.
En un videojuego el uso de partidas guardadas permiten
explorar más a fondo la trama del juego debido a que en cualquier
momento es posible regresar. En un controlador de versiones hay
tal flexibilidad que es posible experimentar ciertas
implementaciones (como regex, p. ej.) sin el peligro de corromper
un proyecto. Esto se traduce a que yace la posibilidad de adquirir
mayores conocimientos de edición digital sin el temor de
arruinarlo todo.
Pero no solo eso. Un proyecto con un control de versiones es lo
que se conoce como repositorio y estos tanto pueden estar en una
computadora como en la «nube». El noveno elemento es alojar los
proyectos en un servidor para que cualquier colaborador, desde
cualquier lado y en cualquier momento, pueda «subir» o «bajar»
información para realizar su trabajo.
El ssp pasa a ser ssop (single source and online publishing). El ssop
se utiliza de manera muy extensiva para el desarrollo de software o
investigaciones científicas, pero también cabe emplearse en el
quehacer editorial.
La edición ramificada es una expresión particular del ssop. El
nexo es importante ya que el ssop se enfoca a un control en los
procesos, principalmente técnicos. Mientras tanto, los elementos
metodológicos de la edición ramificada hacen que este control se
traduzca en un mayor cuidado editorial, donde las tecnologías
digitales y la automatización de procesos sirven de apoyo a quien
edita.
La «revolución» digital no va en contra de los conocimientos
adquiridos durante siglos, sino que revisita, depura o elimina
técnicas y metodologías que no son las más pertinentes para llevar
a cabo una tarea. En la edición, la «revolución» digital es la
«apertura» del «gremio» al uso de las tecnologías de la información
en pos de técnicas más aptas pero sin olvidar lo que hace de una
obra un «buen» libro. W
Sobre esta entrada
Título original: «Edición cíclica y edición ramificada».
Título en el blog de Mariana: «Edición cíclica y edición
ramificada: un vuelo seguro y constante (3/3)».
Fecha de publicación: 18 de julio del 2017.
Redacción original.
Revisión de Mariana.
¿Single source y online publishing, fuera de la realidad?
Para continuar con nuestro receso técnico, quiero hablar sobre el
título de esta entrada: ¿Single source y online publishing, fuera de
la realidad? Mi principal interés es seguir la discusión de los
argumentos aquí propuestos en los comentarios (y espero que esto
no merme el deseo de publicarlos).
Como hemos visto a lo largo de diversas entradas, el método que
se ha propuesto como el más afín para satisfacer las necesidades
editoriales actuales es el single source y online publishing
(expresiones que trataremos como una entidad única, y cuyo
acrónimo es ssop).
Por medio de esta metodología se pretende atajar el
«problema» que implica la producción de diversos formatos
para una misma obra, así como la pérdida de control en la
edición al momento de usar una computadora. (Para mayor
detalle, lee «Historia de la edición digital)».
Como toda propuesta, esta no está ausente de flaquezas y
detractores. Por tanto, me gustaría hacer algunas puntualizaciones
y, ojalá, provocar que tú también des tu opinión.
1. El single source y online publishing es demasiado técnico para el
editor
Cuando se intenta explicar el uso de TeX al medio editorial más de
un editor lo considera tecnológicamente complicado. TeX es
percibido como no apto para los tiempos y los requerimientos que
manejan en sus libros. Algo semejante sucede con el single source y
online publishing: a los editores no les parece que sea técnicamente
viable, ya que implica un cambio en la manera de editar sus libros.
Ménica Braun, mi colega de Nieve de Chamoy —y quien cuenta
con una experiencia editorial que sobrepasa mi edad (¡pero no por
mucho!)—, es una de las más severas críticas de este método. Más
de una vez ha sido el motivo de discusión para editar y publicar los
libros de Nieve de Chamoy. El uso de este método —opina junto con
otros— no está al alcance del editor que está habituado (¿mal
acostumbrado?) al uso del software que le provee Adobe o Microsoft.
Ellos están en lo correcto. El estado actual de esta metodología no
es lo suficientemente madura como para que en el presente
reemplace a los procesos tradicionales de producción editorial. A
pesar de ello, quienes pueden ya implementar este método
empiezan a observar su pertinencia.
Por ejemplo, el primer libro de Nieve de Chamoy, 80 años: las
batallas culturales del Fondo, con más de 150.000 palabras, 378
notas al pie y aproximadamente 70 fuentes bibliográficas, nos
tomó una semana producirlo en epub, y porque lo hicimos a
marchas forzadas; dos o hasta tres semanas si hubiéramos tenido el
tiempo suficiente.
Actualmente, con el ssop y con las herramientas que en Perro
Triste hemos estado creando y afinando, la producción de este libro
nos tomaría solo una jornada de trabajo. No solo eso, la obra
tendría una edición más cuidada, un mejor aspecto estético y con
salida para diversos formatos. (Actualmente, estamos trabajando
en la segunda versión de los libros de Nieve de Chamoy).
Además, se suele olvidar que en los procesos editoriales no solo
el editor está involucrado. El editor promedio, por lo general, nunca
absorbe todos los procesos y, principalmente, no tiene que hacerlo.
Este método para mantener el control en la edición, sin
importar la diversidad de formatos así como para agilizar los
tiempos de producción, no necesariamente los tiene que aprender
el editor, sino que está orientado a otros perfiles profesionales,
como los del diseñador editorial, el tipógrafo o el desarrollador.
2. El single source y online publishing no está pensado para los
editores
Sí y no. El single source y online publishing tiene su principal
enfoque en afrontar una realidad que ha sobrepasado a la edición
tradicional: la publicación de diversos formatos con el mismo
cuidado y calidad editorial sin que esto aumente
proporcionalmente la necesidad de recursos y de tiempo.
Los procesos tradicionales de edición tienden a publicar
formatos por ciclos, muy a tono con la estrategia y la capacidad de
la imprenta. Y esa manera de trabajar ha sido trasplantada a las
recientes necesidades de la publicación digital.
La contradicción está anunciada: ¿por qué se inicia un proceso
digital (la edición, el diseño e incluso la impresión se llevan a cabo
a través de computadoras ) para obtener un producto físico y luego
regresar para producir un producto digital?
Como puede observarse, este problema no se origina por el
quehacer tradicional del editor. La corrección, la verificación, la
inspección, el cuidado ortotipográfico y más, no se ven amenazados
por esos procesos subsiguientes. Sin embargo, sí pueden llegar a
obstaculizarlos si el editor emplea formatos no adecuados (y que
nunca fueron pensados) para el cuidado editorial.
Si hacemos caso omiso a esta posibilidad, efectivamente el
single source y online publishing viene para cambiar el paradigma
cíclico y, en su lugar, implementar un modelo ramificado. El texto
editado es al single source y online publishing lo que el tronco es al
árbol. El contenido editado es el elemento madre desde el cual se
obtienen diversos formatos y a partir de él se bifurcan distintas
ramas; es decir, se obtienen distintos formatos de salida (epub, html,
MOBI, PDF, etC.).
Este proceso se realiza de manera simultánea y con mayor
independencia entre una y otra rama. Se evita que esta bifurcación
se produzca una vez que un formato ha sido concluido y se elude la
herencia de las características (léase errores) del formato previo.
¿Peligro a la pérdida de control? Solo si el editor continúa
dándole preferencia al aspecto visual, en lugar de preocuparse por
el mareaje semántico del contenido. Además, con un controlador
de versiones, como los implementados por los repositorios, siempre
es posible regresar a puntos de guardado anteriores, sin necesidad
de preocuparnos por el típico respaldo, del respaldo, del respaldo.
En fin, el single source y online publishing si bien se orienta a
esta bifucación posterior a la edición habitual, requiere que el
editor adopte este enfoque semántico. Por tanto, sí está pensado
para su trabajo y, esencialmente, para evitar la reproducción de
vicios al momento de trabajar con archivos digitales. De nueva
cuenta, Mónica es un buen ejemplo de cómo un editor, al momento
que deja el enfoque visual y adopta la perspectiva semántica,
mejora el cuidado de su trabajo.
Cuando utilizábamos directamente los archivos del procesador
de texto se nos iban muchas horas en limpiar ese formato y
etiquetarlo. Pero, principalmente, en ajustarlo, debido a diferentes
criterios en la estructura que impactaban en el aspecto visual del
texto o, por ejemplo, en revisar que no se hubiera escapado ni una
sola itálica en toda la obra.
Ahora Mónica trabaja directamente con Markdown y así se
encarga de la cuestión semántica. Esto ha hecho que el tiempo de
producción haya disminuido. Una de nuestras últimas obras
publicadas, Ukus, con casi 95.000 palabras y apéndices (sin notas al
pie o referencias bibliográficas), fue desarrollada en media hora.
Ambos dimos el visto bueno a los ajustes en un día: ella no tuvo que
revisar palabra por palabra y yo no me vi en la necesidad de
preocuparme por tratar de homologar la estructura.
3. El single source y online publishing requiere de un esfuerzo
corporativo para mayor accesibilidad
Una de las principales debilidades actuales del single source y
online publishing —que no vale la pena negar— es que no cuenta
con un entorno amigable. Incluso, el ssop carece de un entorno, ya
que por el momento se lleva a cabo a través de varios programas. Y
estos, en su mayoría, carecen de un entorno gráfico o, en el mejor
de los casos, de un entorno amigable para el usuario general.
(Nótese cómo las necesidades editoriales se piensan como
necesidades generales).
La mayoría de los usuarios estamos habituados a que con un
solo software o con una paquetería (varios programas relacionados
unos con otros) se delimite nuestro flujo de trabajo. Partiendo de
esto, el single source y online publishing requeriría de algún
software o paquetería que ayude al editor a cernirse a esta
metodología.
El requerimiento no es disparatado, desde hace mucho tiempo
he comentado la linda idea de un Entorno de Edición Integrada
(eei). Este concepto no es original. En el desarrollo de software
existen los Entornos de Desarrollo Integrado (ide, por sus siglas en
inglés) los cuales son un conjunto de herramientas bajo un mismo
ambiente de trabajo que pretende abarcar todas las necesidades
que tiene un programador para llevar a cabo su trabajo. No es, para
nada, un entorno «amigable» para el usuario promedio, pero sí es el
que un desarrollador necesita.
Entonces, si un Entorno de Edición Integrada es posible (¿epi,
Entorno de Publicación Integrada?), este debería satisfacer la
mayoría de las necesidades de los procesos editoriales. Es decir,
sería un entorno no solo para el editor, sino también para el
diseñador, el tipógrafo y el desarrollador.
Para nada sería, de nueva cuenta, un ambiente «accesible» para
el usuario general, pero sí el que la edición necesita. Al final, el
software utilizado actualmente para la edición también carece de
esa «amigabilidad», hasta el punto donde actualmente hay editores
que se niegan a aprender a usar InDesign, por poner un ejemplo.
Una idea semejante ha estado trabajando Adobe a través del
dichoso InDesign. No es ningún secreto que este fue pensado para
diseñadores editoriales de libros impresos, pero que ahora también
el editor lo utiliza y, bajo las necesidades actuales, asimismo
pretende ser una plataforma para la publicación digital, ya que
permite la exportación a epub o crear aplicaciones.
Como muchos hemos experimentado, cuando se trata del
trabajo del editor o de la creación de otros formatos, InDesign se
queda corto. Este software per se no contempla necesidades de
edición como son el cuidado en la uniformidad o el aspecto
ortotipográfico.
Además, sin un conocimiento previo de tecnologías web, se
obtienen epub sin la calidad necesaria (véase De xml a epub con
InDesign). Ya no digamos de las aplicaciones: sus limitaciones son
por demás evidentes en comparación a un desarrollo con
tecnologías nativas, híbridas o a través de motores de videojuegos.
Por este gran esfuerzo —necesario para cuajar todo un nuevo
método en un solo entorno— varias personas opinan que una
inversión corporativa es necesaria. Por ejemplo, Adobe
desarrollando un nuevo software para suplir a InDesign en este
nuevo panorama (podría decir que no lo dudo, Adobe también es
conocido por descontinuar sus productos en aras de continuar en la
«vanguardia»). Y solo a través de esta inversión sería posible tener,
en relativamente poco tiempo, un «producto» —que ya no
«método»— para cumplir satisfactoriamente con las necesidades
de la producción editorial.
Sobre el futuro no puedo decir nada. Pero viendo el panorama,
es cierto que el desarrollo no corporativo toma más tiempo. Por lo
general, es trabajo realizado en horas libres; es menos conocido,
porque carece de una infraestructura con poder mediático.
Asimismo, se enfoca en la creación de una diversidad de
herramientas en lugar de un entorno que lo englobe todo, debido a
que ese «todo» nunca es claro ya que cada usuario utiliza las
herramientas según más le convenga y no bajo una idea de
aceptación general sobre cómo se tiene que trabajar.
Sin embargo, también es cierto que el trabajo de las
comunidades abiertas de desarrollo tiene más vida útil. TeX tiene
más de treinta años y el html más de veinte. ¿Cuánto duró sino la
hegemonía de QuarkXPress? Más flexibilidad de personalización y,
claro está, la característica de prescindir de un pago obligatorio
para su uso.
Llámenme iluso o soñador, pero si de accesibilidad hablamos,
me cuesta mucho trabajo comprender su posibilidad cuando la
neutralidad es casi inexistente, cuando es una estructura
corporativa la que toma las decisiones.
¿Qué pasará cuando Adobe anuncie la descontinuación de
InDesign? ¿Desaprender para aprender a utilizar otro software ?
La descontinuación no es infrecuente en el desarrollo de software,
pero en comunidades abiertas y estables de desarrollo no tienden a
cambios abruptos, sino una lenta y continua evolución. Quien
aprendió TeX desde los ochenta poco o nada ha tenido que
«actualizarse». Quien empezó a usar html en los noventa, las nuevas
versiones le han dado más posibilidades de desarrollo.
Sobre esta entrada
• Título original: «¿Single source y online publishing, fuera de
la realidad?».
• Título en el blog de Mariana: «¿Single source y online
publishing, fuera de la realidad?».
• Fecha de publicación: 19 de diciembre del 2016.
• Redacción original.
• Revisión de Mariana.
Completud de una obra: ¿se acaba de editar con la publicación de
un libro?
Entre la edición y la versión
El tiempo puede consumir un proyecto editorial. La obra se publica
y quizá se encuentre alguna errata o tal vez no encontramos un
error, pero, sin importar el caso, queda la sensación de que pudo
haber estado mejor. Si hubiéramos tenido más tiempo, si no nos
hubiéramos enfocado tanto en alguna cuestión, si...
La obra sale, se distribuye, se comercializa y la mayoría de los
lectores ven al libro como un producto acabado que va a su
estantería, que les agradará, o se arrepentirán de comprarlo y lo
devolverán.
Pocos son los que saben que en la página cuarenta y cinco hay
un callejón que solo se vio después de la publicación. O, más
irritante, siempre quedará ese sabor de que la obra salió demasiado
rápido, que quizá una lectura adicional no hubiera estado mal.
A muchas de las editoriales que hemos apoyado con el desarrollo
de epub o con capacitación sienten estos síntomas. Algunos editores
son francos y aceptan que la cantidad de tiempo no es suficiente
para la cantidad de obras que tienen que publicar. Otros son más
recelosos de sus procesos, pero la estructura de sus archivos los
delata.
El formato, aunque por lo general «invisible», demuestra el
modo de trabajo e incluso anticipa dónde habrá inconsistencias
antes de leer una obra.
Pese a toda esa batalla librada tras bambalinas, sale x edición de
una obra. Ya será para la siguiente edición donde se tomará más
cuidado... Si es que con los años ese archivo-final-final-
final no se pierde, aún se puede abrir o no se confunde con el
archivo-final3 .
¿Cuánto de este problema se debe a tratar de imponer un ritmo
de trabajo a una profesión que ha sobresalido por la paciencia que
se requiere para ejecutar un proyecto?
¿No será más bien alguna deficiencia metodológica? ¿Y si es
falta de capacitación? Como sea, quienes se involucran en la
producción de un libro en más de una ocasión sus herramientas
representan un obstáculo.
Las versiones de una obra y el desarrollo de un proyecto editorial
Bajo este contexto, la tradición editorial se ve ante un nuevo
fenómeno: las versiones. En los libros, el número de edición sirve
para explicitar la completud de toda una serie de procesos.
Aunque sea parte del imaginario del lector o un ideal de quienes
editan libros, la completud rara vez significa que una obra ya no
requiere más trabajo, más bien indica la resignación o
imposición de tiempos a un proyecto.
¿Cuántas veces en una presentación de un libro se indica ese
deseo de haber tenido más tiempo? ¿Cuántas veces se admite que
tuvo que cerrarse la edición, como si se tratase de una publicación
periódica?
Sin embargo, en las versiones no sucede eso. En el ámbito del
software, el versionado solo indica el estado de desarrollo de un
proyecto. Cada nueva versión, sea para grandes o pequeños
cambios, o para corrección o adición de errores, no indica un estado
de completud, sino el grado de madurez de un programa.
El software se percibe como un producto en constante
crecimiento y mantenimiento, mientras que en la edición la obra se
busca hacerla pública cuando se considera que está acabada.
Si en el número de edición su «completud» se vuelve ambigua —
¿qué se «completó»: los procesos para publicar una obra o la
cantidad de trabajo que esta requiere para ya no necesitar más
cambios?—, las versiones comparten el supuesto de que un
producto yace sobre un proceso evolutivo indefinido.
Al parecer una nueva versión siempre es mejor que la versión
anterior. Pero las versiones recientes también pueden acarrear
inconvenientes: la creación de bugs, un mayor consumo de
recursos o la pérdida de soporte a dispositivos antiguos.
¿Qué tan «buena» es una nueva versión de un programa cuando
este empieza a correr lento en nuestras computadoras?
Versiones y ediciones de una obra
Por fortuna, en el ámbito editorial nada se volverá más lento si
además de ediciones se empiezan a trabajar con versiones. El uso
de versiones en la edición permite la adición de mejoras o la
corrección de errores sin tener que volver a iniciar todo un ciclo de
trabajo.
Las versiones pueden permitir una mayor versatilidad en pos
de la experiencia de lectura. La idea suena muy bien, pero su
implementación puede ser un martirio técnico, de cuidado
editorial o de índole legal.
Si continuamos en el contexto donde muchas de las editoriales
batallan con sus propias herramientas y formatos para producir al
menos un producto, la complejidad técnica aumenta cuando se
empiezan a meter más productos —claro está, si la metodología
para publicar es la edición cíclica —.
El desafío aumenta cuando ya no solo se tiene que crear una
edición, sino que de manera constante se han de actualizar los
archivos según cada nueva versión. En el caso del impreso, si no se
trata de impresión digital, de pocos y constantes tirajes, la idea de
publicar cada nueva versión es simplemente una locura.
El caso de la publicación digital la situación no es menos
compleja: entre las deficiencias metodológicas, las prisas y la falta
de capacitación o de organización en los archivos, la actualización
del archivo puede demorar varias horas o días; más si la persona
responsable está poco familiarizada con las distintas plataformas.
Esto obviando el visto de bueno de los responsables de la edición o,
si se trata de instituciones, los trámites administrativos requeridos
para la publicación de una obra.
Cambios y correcciones que introducen y producen errores
En el ámbito editorial, así como en una nueva versión de software,
se pueden colar bugs que pueden provocar nuevas erratas o errores
tipográficos en una versión más reciente de una obra. ¿Qué tal si
quien introdujo el cambio presionó, por descuido, una tecla y coló
una letra en el texto?
¿Qué tal si en una corrección, sin advertirse, se movió un
párrafo, una página o una sección entera, creando callejones,
viudas o huérfanas? Para los editores más exigentes, estos cambios
requerirían, al menos, una lectura rápida de toda la obra... ¡pero no
hay tiempo suficiente!
En el contexto multiformato puede también empezar a crearse
una disparidad en los diversos formatos. El cuidado editorial
también vela por la uniformidad, y esta constante introducción
de cambios poco a poco puede provocar que los formatos sean
distintos.
Lo más probable es que la mayoría de los lectores no lo noten,
pero en muchos casos no se trata del lector, sino de la mera
insatisfacción del editor de saber que algo no cuaja, que poco a poco
se pierde el control sobre la edición.
El ámbito legal no queda fuera. En una obra, por lo general,
están involucrados una serie de contratos con autores y
colaboradores, convenios con instituciones o distribuidores y
trámites administrativos. Quizá todo este papeleo se pueda
simplificar para que el uso de versiones no requiera mucha
administración, pero si la «modernización» de contratos y
convenios ya es un reto en manos del jurídico —por ejemplo, el
ofrecimiento de licencias de uso—, hay una gran incógnita aún sin
resolver: los isbn.
El ISBN
El isbn es una especie de cédula de identidad para cada edición y
cada formato. Esta identidad se pierde con las versiones, porque
entre versión y versión la obra ya no es la misma. Es decir, en
teoría, cada nueva versión requeriría un nuevo isbn para ¡cada
formato! O abandonamos el isbn y buscamos una solución
estandarizada más dinámica: guiño a las llaves públicas o a las
cadenas de bloques.
Los retos técnicos y legales que pueden representar el
versionado es una cuestión que en el desarrollo de software se ha
estado trabajando desde hace mucho tiempo. Por un lado, están las
licencias de uso de software que simplifican las cuestiones legales.
Por el otro, en el desarrollo de software las versiones no son un reto
técnico porque:
• solo se produce un ejecutable (para Windows, Mac o Linux);
• o se producen diferentes ejecutables a partir del mismo
código fuente;
• o se tienen equipos independientes según la plataforma (un
equipo para Android, otro para iOS).
En la edición, la producción de un solo formato de por sí ya es un
reto debido a la falta de capacitación o de organización de los
archivos. Las concepciones metodológicas multiformato, como la
edición cíclica, son prácticamente desconocidas o ignoradas, por lo
que no es posible crear diferentes formatos a partir de los mismos
archivos madre. Solo queda la publicación de distintos formatos de
manera independiente que, en muchos casos, es un despilfarro de
recursos.
En el ámbito de software solo grandes empresas u
organizaciones, o grupos de trabajo muy comprometidos, tienen los
recursos suficientes para poder tener equipos independientes
según la plataforma. Por ejemplo, Snapchat o Telegram tienen
personal destinado para plataformas específicas; o bien, la
comunidad de Linux que se encarga de adecuar el kernel según el
tipo de arquitectura.
Si hacemos la analogía, en el ámbito editorial los únicos con la
capacidad de actualizar sus formatos con pocos inconvenientes son
las grandes casas editoriales. Por ejemplo, a Penguin Random
House o a Grupo Planeta el uso de versiones más que un reto, sería
un plus a sus ediciones, porque tienen la capacidad de destinar
distintos equipos. Pero a la mayoría de las editoriales —medianas,
pequeñas o independientes— y, sin duda, a los autores que se
autopublican este modo de producción no es el más conveniente.
El uso de versiones entre pequeños editores solo será factible
cuando exista un cambio metodológico de fondo. Pero cuando eso
sea posible, quizá el uso de versiones ya no sea necesario porque
existe un modelo de desarrollo que podría ser más apto: el rolling
release, que bien podemos llamar «edición continua».
Sobre esta entrada
• Título original: «¿Completud de una obra?».
• Título en el blog de Mariana: «Completud de una obra: ¿se
acaba de editar con la publicación de un libro?».
• Fecha de publicación: 20 de febrero del 2018.
• Redacción original.
• Revisión de Mariana.
Edición como edición continua
En varias entradas pasadas me he dedicado a diferenciar los
distintos tipos de edición, como son la tradicional, la cíclica y la
ramificada. (Para más información, consulta la tríada de artículos
«Edición cíclica y edición ramificada» empezando por aquí.
De manera concisa, la edición tradicional es el conjunto de
conocimientos, técnicas y métodos que se han empleado desde la
invención de la imprenta y por medio de medios análogos.
La edición cíclica es una extensión de esta tradición, pero
utilizando tecnologías digitales, por el cual el quehacer se centra en
un dispositivo: la computadora; así como surge el multiformato: el
ebook junto al impreso. La edición es ya edición digital en este
contexto.
Por último, la edición ramificada es la propuesta metodológica
que he estado trabajando y cuyo origen es el single source and
online publishing, el cual pretende crear una diversidad de
formatos a partir de un conjunto de «archivos madre».
La gran diferencia entre este último tipo de edición con el resto
es que la producción de los formatos se da de forma paralela y
descentralizada: la edición ramificada invierte el problema de «a
más formatos, mayor tiempo, mayor uso de recursos y menor
control».
Pero no solo eso, la metodología ramificada también pone
sobre la mesa dos temas: la completud de una obra y la
dependencia tecnológica implicada en la producción de
publicaciones.
Es aquí donde al fin me dedico a hablar sobre un término que he
mencionado con brevedad en dos entradas anteriores: «edición
continua».
Más allá de las ediciones de una obra
Como lo mencioné en otra entrada, la completud de una obra, por
lo general, es resignación: los tiempos acotan las horas de trabajo,
los recursos consumen su posibilidad de realización y la carencia
de conocimientos técnicos limitan sus características. La
producción de una publicación es un proceso arduo y, en más de
una occasion, no se desarrolla según lo planificado.
Esto da pie a diversas implicaciones:
• En un contexto multiformato abre la puerta para un mayor
descontrol y pérdida de calidad, debido a que el personal
tiene que estar capacitado sobre las características de cada
formato.
• En un contexto cíclico se traduce en tener que emplear
menos recursos y tiempo para producir más formatos en un
mismo periodo.
• En un contexto propietario quiere decir que se ha de
invertir en software y hardware cada vez más especializado
para dar un cumplimiento afín a la calidad y el calendario
estimados.
Debido a estas cuestiones es común que las personas dedicadas a
la edición, por lo general, recuerden la publicación de una obra
como un proceso traumático o al menos insatisfactorio: siempre
se pudo haber hecho más, pero los tiempos, el presupuesto, la
computadora, el personal...
La mayoría de los editores ya tienen serios problemas al
momento de lidiar con las diversas ediciones de una obra y esta
dificultad se exacerba cuando en el ámbito digital existe la
posibilidad del uso de versiones. Si cada edición indica la fecha de
completud de una obra, en el versionado se hace patente el nivel de
maduración de un proyecto.
La diferencia no es nimia. En el número de edición se apela a la
completud de la obra, mientras que en el número de versión se
explícita su incompletud. En el versionado la completud es una
idea que busca su cumplimiento mediante el crecimiento paulatino
de un proyecto.
La completud deja de ser concreta y pasa a ser una guía para el
rumbo que tome una publicación. La completud exhibe que la
«obra» no es el puerto destino, sino que esta está en constante
«evolución», cuya prioridad es la gestación del «proyecto». En fin,
la completud es el ensueño de la imaginación del editor.
El versionado da dinamismo, pero también acarrea un mayor
nivel de compromiso. Siempre es una ventaja suponer que la
edición marca el fin de un proyecto, aunque sea solo temporal: es la
calma después de la tempestad.
No obstante, en el versionado el proyecto permanece abierto: a
cada instante se está a la intemperie, por lo que un constante
mantenimiento es necesario para evitar el naufragio. Cuando un
proyecto deja de tener versiones, en lugar de decir que se ha
completo, se indica que se ha abandonado. Es decir, en el
versionado la completud nunca llega.
Este dinamismo puede ser menos accidentado si se tiene una
metodología que permita automatizar y hacer menos tortuoso cada
uno de los procedimientos implicados en la publicación de una
obra. La edición ramificada es una propuesta para subsanar las
dificultades en esta dinámica, aunque implica el aprendizaje
explícito de un método de producción y las técnicas y los
conocimientos que vienen embebidos en ello.
Más allá de las versiones de una obra
Pero cuando esta conciencia metodológica y el control técnico
son alcanzados, el versionado deja de ser necesario —y no solo
hablo sobre el método ramificado, sino cualquier tipo de
metodología que permita los mismos resultados—.
No es que el versionado se torne anticuado o inconveniente, sino
que en este contexto es posible alcanzar tal grado de dinamismo —
un movimiento vertiginoso de constantes cambios sobre el
proyecto— que el versionado aumenta rápidamente. Por lo general,
la idea de manejo de versiones busca ir paso a paso, en cada nueva
versión se pretende incluir una serie de mejoras o arreglos en un
solo paquete que vuelve a instalarse nuevamente.
Sin embargo, cuando los cambios son tan constantes, puede
incluso resultar confuso qué mejoras o arreglos incluir en la
siguiente versión, así que por pragmatismo o pereza se recurre a la
liberación continua. En lugar de crear paquetes nuevos —todo el
proyecto una y otra vez—, se actualizan los paquetes —el proyecto
es el mismo y solo se descargan sus cambios—.
«Libera pronto, libera continuamente» es una frase atribuida
a Eric S. Raymond, personaje clave para el movimiento del código
abierto. Y lo que implica es la publicación constante de cambios que
aunque parezca caótico, marca un ritmo de desarrollo constante
que permite a los demás tener un contacto de primera mano con la
gestación de un programa.
En inglés, este modelo de desarrollo se conoce como «rolling
release». Y la idea de «rodante» hace más clara la imagen de la vida
de un proyecto como una bola de nieve: movimiento cada vez más
robusto y acelerado, que continúa hasta colapsar.
El rolling release en la edición
La publicación continua puede tener un mal sabor de boca para
muchos editores. Implica que cada vez que se hace un cambio, la
obra de nuevo se publica: una práctica que atenta directamente a la
idea de ediciones, pero también a la de versiones.
Pero ¿cuántos no han hecho «trampa» y han colado algunas
correcciones en el archivo y aun así la siguen catalogando como la
misma edición o versión? El dinamismo en la edición no es una
novedad, pero lo que se admite en un modelo de liberación
continua es que la obra ya no es la misma. Caso contrario es fingir
la identidad de la obra al conservar el número de edición o de
versión, cuando la publicación ya se ha modificado.
La liberación continua es franca con el lector: «la obra no está
completa, sigue en constante cambio, disculpa las molestias».
Incluso en su colapso: «esta obra ya ha ido demasiado lejos que no
puedo mantenerla más». El abandono ya no sabe a fracaso, sino a
un desvío de intereses o de energía. Además, si el proyecto es
abierto implica una apertura para que otras personas le den
continuidad.
Ejemplos de esta liberación continua la podemos ver en el
historial de cambios de Pecas, una propuesta concreta de la
metodología ramificada de publicación y que a esta fecha tiene ya
573 actualizaciones en tan solo dos años.
Otro ejemplo de edición continua es Edición digital como
metodología para una edición global, la antología de estas entradas
que a la fecha cuenta con 124 actualizaciones en casi dos años y 59
actualizaciones desde su primera publicación, hace cuatro meses y
medio.
¿Imaginan lo inverosímil que sería indicar que en una obra que
aún no ha alcanzado ni medio año de vida ya cuenta con 59
ediciones o versiones?
Identificación en la avalancha
Como se puede observar en los historiales de cambios, la liberación
continua no es sinónimo de pérdida de control. Al contrario, cada
cambio tiene un identificador único universal (uuid), fecha —
incluyendo huso horario—, usuario que realizó el cambio —con
correo electrónico incluido— y hasta qué modificación concreta se
hizo a cada archivo.
Este gran dominio es gracias a git, un tipo de control de
versiones cuyas características generales se han catalogado como
el octavo elemento metodológico de la edición ramificada.
Siempre es posible saber el cuándo, el qué y el quién. El nivel
de detalle es tal que incluso da más información sobre la
«evolución» de una obra que la consulta de formatos finales,
también conocidos como ediciones o versiones; o al menos facilitan
su consulta.
Además, este proceso de identificación visibiliza dos cuestiones.
La primera es que no hay método más sencillo para identificar y
mencionar la antigüedad de una obra que su fecha. El uso de uuid es
mucho más exacto, ya que en un mismo día puede haber varias
actualizaciones, pero es poco legible por humanos, ¿qué significado
tendrá un conjunto de caracteres alfanuméricos?
Esta falta de legibilidad también es compartida con la
numeración para las ediciones o versiones: «primera edición»,
«versión 2». ¿Qué quiere decir eso para conocer la antigüedad de
una obra? ¡Qué año data esa dichosa «primera edición» o «versión
2 »!
La obra evoluciona cuando deja de ser el centro y la publicación se
desecha...
Esto abre paso a la segunda cuestión. Como también puede
observarse en el historial de cambios de la antología, muchas de las
modificaciones no se hicieron directamente a los formatos
publicados: unas son adiciones de nuevas entradas, otras son
actualizaciones de los archivos madres y algunas más son
modificaciones del script que produce los formatos o
implementaciones de nuevas funcionalidades de Pecas.
El control en la liberación continua no solo es sobre la obra,
sino del proyecto, sobre el material implicado para producirla. El
bibliófilo no solo puede ver de manera más amena la evolución de
la obra, sino que también tiene acceso a los procesos que subyacen
detrás de su producción.
La cuestión no es paupérrima. La tradición editorial ha hecho
del libro su centro de atención y agregaría que, más bien, lo ha
hecho a un formato en particular: el impreso. La imagen no
parece problemática e incluso su crítica parece contraintuitiva: si
tu gremio se dedica a publicar obras, ¿qué problema hay con que el
libro sea el centro de ese universo?
El «librocentrismo» en la industria editorial
El empeño por querer tener formatos finales —los únicos elegibles
para la publicación— hace que la persona editora se centre más en
el producto final —en muchos casos como «mercancía»— que en
los pasos necesarios para obtenerlo. O bien, cuando nace la
preocupación por los procesos necesarios, el enfoque centralizado
en la obra supone que a cada formato le corresponde su propia
vía de gestación o, peor aún, que un formato precede a los
demás.
El «librocentrismo» hace de la publicación el desenlace necesario
de los procesos editoriales. Para un público general, esto se oculta
hasta el punto de minimizar el quehacer editorial: «¿por qué tarda
tanto si solo es un montón de papel con tinta o lenguaje de
marcado?».
Ante las personas que dictaminan el curso de una editorial o
incluso de toda la industria en una región, es carencia de
capacitación y falta de recursos: «se busca persona con
conocimientos de x programa privativo; del presupuesto cotiza un
taller para usar y paquetería de software que en z feria anunciaron
como la panacea editorial; pide apoyos gubernamentales o
internacionales porque cada tres años tenemos que actualizar
nuestro equipo de cómputo».
En el librocentrismo la dependencia tecnológica no importa,
siempre y cuando ese software o hardware cumplan con el cometido
de publicar la obra. Una paquetería de diseño o de oficina se vuelve
omnipresente, aunque en realidad pocos la dominan. Un conjunto
de programas es confundido con un método único de producción de
libros.
Y si un proyecto falla, el programa, la máquina o el personal es
quien tiene la culpa; cuando el problema es que la falta de
capacitación nunca ha sido en relación con los formatos deseados,
sino la evasión de ver que la edición no solo es una tradición o
una profesión, sino también un método.
Si preparas a una generación de editores o diseñadores para
utilizar programas propietarios determinados es casi seguro que
una vez terminada su formación esos conocimientos sean obsoletos
—ignoremos un poco la diferencia entre el uso de estos programas
en la escuela y en el trabajo—.
De nueva cuenta hay que buscar capacitaciones, con la cruda
realidad donde lo que no ha cambiado es la dependencia a que
alguna compañía o institución te proveerá del software y hardware
necesario para hacer tu trabajo.
Pero si nos centramos en el método, en cómo publicar una obra
en diversos formatos con la mayor automatización y calidad
posible, se hará patente que lo relevante yace en los archivos de
origen y en el camino que va de ellos al multiformato.
Un formato determinado deja de tener mayor jerarquía. Los
formatos dejan de «competir» entre ellos. Los procesos de
producción multiformato ya no se perciben como ajenos. La
publicación deja de ser el objetivo: es desechable.
El centro se vuelca al cuidado de los archivos madres y al
mantenimiento de los procesos automatizados de publicación
multiformato. Los formatos finales, esos epub, mobi o pdf a publicar,
se producen incesantemente y se eliminan sin el temor de haber
perdido algo. No hay merma porque el valor de la obra reside en sus
orígenes, la publicación es solo una muestra de los esfuerzos
aglutinados en un objeto, que puede reproducirse sin problemas.
Como editores, ¿cuántos proyectos yacen ahí en nuestras
computadoras, discos duros externos, nubes o repositorios que han
quedado abandonados? En la pretensión de publicar un texto
hemos minado sus posibilidades al atropellar, una y otra vez, la
metodología necesaria para su gestación.
Enseña a una generación de diseñadores y editores a concebir
la edición también como un método y no habrá software o
hardware que los limite. Mejor aún, por esa libertad dejarán de
estar a la espera de compañías o instituciones porque cada quien,
como persona, equipo de trabajo o editorial, será el arquitecto de su
propio método.
Un giro en la edición es necesario. Al tener conciencia clara del
método, la obra evolucionará de manera favorable y la publicación
tendrá los estándares de calidad deseados. En el anhelo por
cosechar sus frutos, la tradición editorial ha hecho del libro un
fetiche. La edición continua y más específicamente la edición
ramificada y libre podrían ser uno de esos giros.
Sobre esta entrada
• Título original: «Edición como edición continua».
• Título en el blog de Mariana: «La edición como edición
continua».
• Fecha de publicación: 2 de julio del 2018.
• Redacción original.
• Revisión de Mariana.
Cómo las herramientas analíticas pueden mejorar el quehacer
editorial
Unas de las características que distinguen al cuidado editorial son
la meticulosidad puesta en la redacción, la ortotipografía, la
verificación de datos y la uniformidad en la estructura y los estilos.
Sin embargo, muchas veces mantener la calidad se vuelve una
tarea de difícil cumplimiento: tiempos acotados, bajo
presupuesto, proyectos que han pasado por muchas manos o una
mera carencia de organización o de las habilidades necesarias son
algunos elementos que van en detrimento de la calidad editorial.
Las diversas técnicas tradicionales o las recomendaciones de
editores con un amplio legado son fundamentales para subsanar
estas debilidades. Pero no tenemos que detenernos ahí, ahora que
la edición es edición digital, existe una diversidad de programas
que pueden ayudarnos a tener un mayor control en el quehacer
editorial.
El antiguo aliado y enemigo: los diccionarios
Con el surgimiento de los procesadores de texto nació una
característica que modificaría la manera en cómo un escritor
revisaba sus propios textos. Me refiero a los correctores
ortográficos que en el documento subrayan con rojo alguna palabra
mal escrita. O eso creíamos las primeras veces que usábamos la
herramienta.
¿Cuántas veces no se dio clic en «Corregir todo» o «Reemplazar
todo» y se hacían los cambios en lo que el corrector consideraba
erróneo pero, en realidad, simplemente eran palabras que no
estaban en su diccionario?
Vaya dolor de cabeza darnos cuenta que nombres,
regionalismos o ciertas conjugaciones desaparecían para abrir
paso a un documento casi ininteligible...
El entusiasmo de la mayoría de quienes usaban los correctores
—«para qué queremos editores, si el Word y Amazon ya hace eso»,
dice alguien cuando habla con un protoeditor cualquiera— fue
opacado con el recibimiento negativo dentro del mundo editorial.
¿Qué clase de editor usa semejante herramienta —aunque muchas
veces se trata de un gusto culposo—?
Hay que distinguir entre los propósitos del corrector
ortográfico de su base y sus posibles usos; a saber, los
diccionarios. La manera en cómo el corrector identifica las
palabras, para posteriormente indicar si es «errónea» y de ahí
permitir la sustitución, es gracias a una colección de palabras,
también llamadas diccionarios. Un ejemplo de las primeras diez
entradas de un diccionario en español de México es el siguiente:
57160
a
ababa/S
ababol/S
abacería/S
abacero/GS
ábaco/S
abada/S
abadej o/S
abadengo/GS
abadengo/S
Este diccionario tiene poco más de cincuenta y siete mil entradas, y
cualquier persona podría seguir llenándolo o crearlo desde cero.
Pero para fines editoriales esto no es común, ni tampoco necesario.
Lo importante es que ya se tiene una lista de palabras existentes en
un idioma, sin importar que no esté completa.
Una ayuda para el trabajo monótono
¿Para qué nos puede servir este diccionario, si lo usamos de manera
independiente a los correctores? Muy sencillo: automatización de
procesos monótonos. Hay que tener cuidado, como es común
cuando se habla de «automatización» se tiende a entender que
alguna máquina hará todo el trabajo por nosotros, pero este no es el
único significado.
La automatización como sustitución del trabajo humano es,
por así decirlo, la acepción fuerte del término. El propósito de los
correctores es automatizar en este sentido el trabajo de un
corrector humano —nótese que no de un editor humano—.
Sin embargo, la automatización también puede ser un
auxiliar del trabajo humano, principalmente en tareas
monótonas, una acepción que podemos catalogarla de «débil».
Los «diccionarios» que usan estos correctores no pretenden
reemplazar el trabajo humano, incluso tampoco pretenden
sustituir a lo que durante siglos hemos entendido por «diccionario»
—¡ni siquiera tienen definiciones!—. Su propósito es ser un auxiliar
para distintas actividades, principalmente de análisis, pero
también para mejorar la calidad editorial.
Aplicación práctica en el proceso de edición
Su uso dentro de la edición es sencillo. Como es común, o al menos
deseable, en el quehacer editorial, varias personas revisan un texto
para corregir erratas y otras cuestiones. Debido a que uno es ciego
ante sus errores, la lectura de diferentes personas permite
encontrar deficiencias pasadas por alto. La norma es: muchos ojos,
pero solo dos manos. Es decir, el editor a cargo cotejará y aplicará
los cambios que diversos editores o correctores anotaron.
No obstante, también es común que en el camino puedan
añadirse dedazos u otros horrores ortográficos, cuya relectura
puede resultar costosa o consumir mucho tiempo. Para estos casos
finales, quizá el uso de un diccionario puede ayudar a mostrar
posibles erratas en un texto mediante los siguientes pasos:
1. La persona a cargo de la edición manifiesta que el trabajo ya
está listo para su maquetación o desarrollo de EPUB.
2. Antes de pasarlo al departamento de diseño o de desarrollo
se utiliza un programa para generar solo una lista de
palabras únicas que no se encuentran en el diccionario.
Ejemplo de programas tenemos a hunspell o a aspell (ambos
gratuitos y libres).
3. Se revisa esta lista para descartar las palabras que sí son
correctas (incluso pueden añadirse al diccionario para
evitar los falsos positivos).W
4. Las palabras restantes se cotejan en su contexto y, de ser
erróneas, se corrigen.
5. Terminada esta revisión, se sigue con el flujo normal dentro
de los procesos editoriales.
Aunque parece que esto consume mucho tiempo, en realidad el
cotejo es muy rápido, ya que solo se trata de una lista donde
rápidamente es posible eliminar los falsos positivos y así
concentrarnos únicamente en los casos dudosos. Esta forma de
cotejo es mucho más rápida que estar saltando sobre el texto, más
aún si paulatinamente se van agregando otros términos.
De esta manera tenemos al menos mayor certeza sobre la
calidad ortográfica de nuestro proyecto, pero ¿para qué quedarnos
ahí? Este modelo de trabajo puede servir para otras características
más allá de la ortografía.
Lo que al autor no le importa pero que da dolores de cabeza: los
enlaces
Por experiencia, he notado que la mayoría de los autores tienen
un completo desinterés por el estado actual de los enlaces que
ponen en su documento, incluso entre aquellos que aman los
enlaces a páginas web o referencias cruzadas.
Cuando se trata de enlaces internos, en más de una ocasión me
topo con que el elemento referenciado ya no existe o que su
identificador ha cambiado. En el caso de los enlaces externos, es
casi seguro que al menos la mitad de los enlaces estarán mal
escritos o serán ya inválidos.
Cuando la obra solo tiene un par de vinculación, no hay ningún
problema con revisarlas manualmente. Pero ¿qué pasa cuando
estamos ante una obra muy extensa, con más de cincuenta enlaces
y muchos de ellos repetidos a lo largo de diferentes secciones?
En el peor de los casos se ignora por completo y ya será el lector
quien se dé cuenta de esta falta. En la mejor situación se revisa
cada enlace y se corrige de manera manual, insumiendo desde una
jornada hasta una semana en completarse el trabajo, lo que al final
ya no es tan bueno, más si los enlaces externos cambian su estatus
de manera constante...
Para estos casos, se pueden seguir los mismos pasos de los
diccionarios, pero en lugar de analizar palabras, se analizan enlaces
y, de manera automática, se verifica su estatus.
Esto también genera una lista que no solo permite saber si un
enlace es válido o no, sino también los motivos por los que son
inválidos, pudiendo descartar así si es un enlace muerto, el
servidor actualmente está saturado o es un llano error de sintaxis.
Así ya tenemos un mayor cuidado en la ortografía y en los
enlaces, pero ¿para qué detenernos ahí?
Las analíticas como parte del quehacer editorial
Por lo general, las analíticas se asocian al análisis de mercado. Por
ejemplo: ¿qué dispositivos usan los lectores?, ¿cuáles son los
formatos más comunes?, ¿qué tipo de obra se consume más?
Incluso a casos que ya rayan en la invasión de la privacidad,
como horarios de lectura, velocidad de cambio de página, palabras
más buscadas en el diccionario, palabras subrayadas y más hábitos
de lectura —¿o no, Amazon ?—.
Pero las analíticas en el ámbito del libro también pueden
ayudarnos a mejorar el cuidado editorial. Como ejemplos
tenemos:
Palabras más comunes en la obra
Permiten dar etiquetas más atinadas e incluso descubrir elementos
que en una lectura lineal no habíamos sospechado.
Por ejemplo, que en la antología de estas entradas el programa
más mencionado es InDesign, pese a que es público y notorio mi
preferencia a no usar paquetería de Adobe y, en general, cualquier
software que no sea libre o abierto...
Palabras sin identificar
Es decir, palabras que el análisis no pudo reconocer como meras
letras o cifras, sino una combinación de ambos e incluso con otros
caracteres.
Esto permite evidenciar de manera sencilla posibles deficiencias
en la redacción o arcaísmos.
Por ejemplo: «post-moderno» en lugar de «posmoderno» en un
texto donde ambos términos se usan indistintamente. En este caso
no solo corregimos arcaísmos, sino que obtenemos una mayor
uniformidad.
Palabras con versal inicial
Esta clase de listado nos permite cotejar rápidamente posibles
variantes en la escritura de un mismo personaje.
Los ejemplos clásicos son los nombres rusos. ¿Cuántas veces nos
ha pasado que en una obra se mezclan indistintamente dos o más
variantes, como «Trotski» y «Trotsky»?
O peor aún, ¿variantes incorrectas como «Nietzche» o
«Nietsche» en lugar de «Nietzsche»?
índice de diversidad
Esto indica la frecuencia con la que una nueva palabra aparece en
la obra; entre más tienda a cero, más diversidad tiene la obra; entre
más extensa, la tendencia se aleja del cero.
Más que mera curiosidad entre la comparación de estilos de
diversos escritores, en casos extremos podríamos detectar
potenciales plagios.
Por ejemplo, cuando la obra de un autor tiene un índice de
diversidad muy distinto a lo que es habitual en sus escritos: o es
algo muy experimental, o en poco tiempo olvidó o aprendió nuevas
palabras, o bien otra persona escribió la obra.
Estructura de la obra
Es posible tener un listado de los elementos que componen nuestra
obra, como párrafos, encabezados, bloques de cita, etcétera, sin
importar que sea para un formato impreso o digital. Esto puede
ayudar a detectar inconsistencias o errores en la estructura.
Por ejemplo, en el análisis de Edición digital como metodología
para una edición global existe una itálica no semántica (etiqueta
) cuando yo siempre empleo itálicas semánticas (etiqueta * ),
resulta que en la legal por accidente usé una etiqueta en lugar de la
otra.
Otro ejemplo se da cuando, mientras revisamos las entradas
Mariana y yo, algunos encabezados cambian de jerarquía; sin este
tipo de revisión, las posibilidades de dar con esta inconsistencia —y
corregirla— serían mucho menores.
Entre las herramientas de Pecas tenemos una para crear esta
analítica que aunque aún le falta pulirse, ya ha demostrado su
pertinencia al momento de mejorar la calidad de los libros con los
que trabajamos.
Sobre esta entrada
• Título original: «Herramientas para el quehacer editorial».
• Título en el blog de Mariana: «Cómo las herramientas
analíticas pueden mejorar el quehacer editorial».
• Fecha de publicación: 24 de mayo del 2018.
• Redacción original.
• Revisión de Mariana.
Dolores de cabeza frecuentes para un editor de ebooks
Al momento de desarrollar un libro electrónico hay varios
elementos que pueden fallar. Lo primero que sale a flote es la
confianza sobre la capacidad de quien hace el libro. Sin embargo,
en varias ocasiones el ebook no se muestra como debería y esto se
debe a cuestiones ajenas a la calidad técnica del editor.
Quien encarga la creación o conversión de un libro digital debe
conocer las siguientes particularidades que presenta la edición
digital.
En esta entrada se abordan cuestiones básicas que atañen a la
producción los ebooks :
• La inexistencia de «página» en los libros digitales.
• La limitación de los diferentes dispositivos en cuestiones
tipográficas.
• Las capacidades del formato epub.
• Qué hace un renderizador y cómo afecta a un ebook.
• Los distribuidores y su papel.
• Los formatos propietarios, el drm y la minería de datos.
1. Una analogía (errónea): la página
En la edición de libros impresos la página es el paradigma para la
lectura y disfrute de una obra. Tras bambalinas, la página también
es el modelo para la corrección de errores.
¿Cuántas veces hemos leído «te mando los siguientes cambios:
en la página 5...»? La página es muy útil para moverse a través de la
obra. Más cuando la obra no se lee, sino que se emplea como
referencia.
Un tipo útil de referencia es la que indica donde hay erratas,
errores de formación y más. Esto bajo el supuesto de que la página
tiene una dimensión constante en todos los dispositivos de lectura.
Para desgracia del control editorial, en las publicaciones
electrónicas la página nunca tiene el mismo tamaño. La página,
como un lienzo o un contenedor, no es una analogía lo
suficientemente fuerte para representar el rol que desempeña en
la edición.
La página implica una idea de un orden perenne. Mientras que
el libro sea libro, la página siempre permanecerá igual, se raye, se
moje o se rompa.
En un libro electrónico este carácter fijo ya no existe. La
«página» digital es solo una remembranza del papel que
desempeñaba durante la lectura. La tradición editorial trasladó la
publicación como pergamino a una conformada por varias páginas.
En la edición digital la «página» es solo una convención que da
al lector el mismo tipo de dirección al que está acostumbrado:
izquierda / derecha -»arriba / abajo anverso / reverso.
Lo más grave que este equívoco no es la dificultad añadida para
poder localizar las referencias a errores. ¿Qué hay de las viudas y
huérfanas? ¿De una imagen y su pie de foto anclado? ¿De los
callejones y los desbordamientos?
La «página» del libro digital no ofrece soluciones tipográficas
En la publicación digital, al ser variable el tamaño de la «página»,
no se puede dar solución definitiva a estos problemas en la
formación. Lo que funcione para un tamaño de pantalla o
dispositivo no necesariamente servirá para otros tipos de
dispositivos. Incluso puede ir en detrimento de la experiencia de
lectura, como son indeseables saltos de línea o desbordamientos.
La cuestión reside en que los recursos necesarios para
solventarlos no los justifican: el lector promedio es ciego a estos
errores de formación. Esto, asimismo, quiere decir que estamos
ante dos tensiones en el constante devenir del desarrollo de
ereaders.
Por un lado, lo que el programador y el editor consideran
relevantes. En no pocas ocasiones quien programa tiene otras
prioridades: concibe al libro de modo distinto a quien lo edita.
Por el otro, no puede dejarse de lado que el principal desarrollo
de los ereaders se da en el mundo anglosajón. Las prioridades en el
cuidado editorial en inglés difieren con las de nuestra lengua.
Ejemplo: la levedad con la que se permiten las viudas y las
huérfanas.
Cuando nos adentramos al cuidado editorial de publicaciones
electrónicas en español no queda sino aceptarlo. La página y todo
su cuidado en la formación en nuestra lengua queda muy
mermada cuando hablamos de «páginas» en los ereaders.
¿Qué pasaría si en lugar de rendirnos decidimos,
conscientemente, comenzar el desarrollo de estándares en ereaders
amigables a la tradición editorial en español?
2. El culpable directo: el editor-diseñador-desarrollador
Una vez aceptada a regañadientes la limitación que nos da la
«página» del ebook, acontecen otros problemas. En principio, estos
son achacables a la persona que desarrolla la publicación.
La falta de profesionalización en la creación de publicaciones
electrónicas provoca que muchas veces la calidad posible no sea
alcanzada. Entre el cuidado del texto como contenido, luego como
diseño y hojas css, hasta como estructura y etiquetas html acontece
una constante transposición de dimensiones del mismo texto.
No es sencillo desarrollar el ojo para tener capacidad de
percibir al texto en estas tres dimensiones al unísono. Lo que
parece una tarea sencilla, se convierte en un infierno para quien
tiene un primer acercamiento a la publicación digital.
Como lectores o personas ajenas a los procesos requeridos para
hacer un ebook es sencillo juzgar un libro por lo que se ve. Como es
común, un libro electrónico tiende a tener una formación más
sencilla, así como es estéticamente menos placentero. De ahí se
concluye que su creación ha de ser sencilla.
Nada más descontextualizado que esta suposición. Si el ebook
tiende a ser «feo» o «simplón» no es porque el formato no permita
más, sino debido a que su dominio exige un largo camino para
quien aprendió a editar a través del sendero visual del diseño
editorial.
El formato estándar del libro electrónico permite muchas
posibilidades interesantes. Sin embargo, el desarrollador de ebooks
no solo tiene que aprender esto, sino también tiene que repensar el
diseño a través de hojas de estilo y mantener la calidad editorial en
un contexto de «páginas fluidas».
A esto se suma que el trabajo hecho en una publicación
electrónica, por lo general, es menospreciado por quienes se
dedican a la publicación de impresos. Como resultado tenemos que
muchas veces, aunque ya se cuente con la capacidad de mejorar el
ebook, no se lleva a cabo debido a que el tiempo requerido y el poco
reconocimiento no lo justifica.
¿Qué tal si ya, por fin, nos libramos del menosprecio hacia el
ebook y, en su lugar, vemos el carácter tripartito de su gestación y
la necesidad de hacerle frente?
3. El diligente (y menospreciado): el epub
Entre los formatos digitales, el epub es un estándar en la industria
con mucha potencia. Su aspecto más conocido es la posibilidad de
embeber objetos multimedia.
Otra característica relevante es la capacidad de poder incluir
JavaScript. Con este lenguaje de programación se pueden añadir
diversas funcionalidades a un libro. Por ejemplo: animaciones,
formularios, modificación de estructuras y hasta videojuegos.
A esto sumamos el soporte para personas con deficiencia
visual, a la creación de fórmulas matemáticas e incluso la
experimentación para la adición amena de partituras.
Con las hojas aurales (hojas de estilo auditivas) es posible
escuchar la obra de manera más natural. Las fórmulas
matemáticas ya no tienen que ser imágenes, sino texto. Del mismo
modo, las partituras pueden seleccionarse nota a nota y hasta
escucharlas con reproductores midi.
Y no lo es todo, la estandarización del epub da pauta para que
todas estas posibilidades puedan verse igual y del mismo modo
en cualquier ereader. Y aquí es donde nos aproximamos a terreno
escabroso...
¿Qué pasa si antes de seguir nos detenemos un poco y nos
preocupamos por tratar de contemplar todo lo que el epub tiene por
ofrecer, en lugar de desaprobarlo y aclamar necesidad de nuevos
formatos (propietarios)?
4. Primeros cómplices: los renderizadores
El epub tiene mucho por ofrecer, pero sus posibilidades por lo
general se han mermado por los renderizadores. Todo dispositivo o
programa que se utilice para leer un ebook es un renderizador.
De las instrucciones y funciones incluidas en un epub, el ereader
o el software procede a pasar de ese código a un resultado legible.
Esto es el proceso de renderización: la generación de una imagen a
partir de un conjunto de comandos.
Por desgracia, aunque existen estándares sobre cómo debería
renderizarse el ebook, por limitaciones de hardware o decisión del
desarrollador, esto queda como sugerencia.
Su efecto ya es muy conocido para muchos de nosotros: el libro
nunca se ve de la misma manera. Por ejemplo, hay ausencia de
versalitas, falta de corte silábico o diferencia en el interlineado o en
los márgenes.
Un dispositivo antiguo no podrá dar el mismo desempeño
cuando muestra las características más complejas e incluso,
simplemente, no las ejecutará.
También existen otros casos en que desarrolladores como Apple
o Amazon restringen algunas posibilidades. Ejemplos: Amazon no
permite la adición de ninguna funcionalidad de JavaScript y el
soporte de css tiene sus limitantes; Apple bloquea el uso de
formularios que ni con JavaScript pueden eludirse.
La aplicación de Google, entre las más populares, es la menos
limitada. No obstante, de vez en cuando aparece un glitch en el que
se crean saltos de línea forzados. El párrafo a la vista se ve mal
formado aunque su estructura esté limpia.
Esta disparidad en el soporte en no pocas situaciones provoca
una tensión entre quien desarrolla el ebook y su cliente. En más
de una ocasión, tanto el cliente como yo, hemos tenido que ser lo
suficiente pacientes para demostrar que la ausencia de una
característica o la aparición de un error en la formación no es
por la mala calidad del código sino una cuestión del
renderizador.
Por estos motivos, el renderizador menos problemático que he
encontrado es Calibre. En particular, es el que siempre recomiendo
porque además es software libre. La interfaz puede parecer burda,
pero su respeto a los estándares es muy elevado.
¿Que tal si, de una buena vez, caemos en cuenta que las
posibilidades del ebook están constreñidas a las características de
cada uno de los dispositivos?
5. Segundos cómplices: los distribuidores
El ebook puede estar ya desarrollado para sacarle su mejor partida
en una amplia gama de dispositivos. Sin embargo, aun así nos
topamos con dos grandes inconvenientes de los distribuidores.
A. La conversión a formatos propietarios
El primero es que algunos de ellos —guiño de nuevo a Amazon y
Apple— no ponen a la venta el formato estándar que hemos
trabajado. En su lugar, los convierten en sus formatos
propietarios.
La argumentación es que sus propios formatos están
optimizados para sus renderizadores. Por ello, lo aconsejable es
utilizar sus herramientas de creación de ebook para producir sus
formatos de manera directa.
Además de que sus formatos propietarios son herederos
directos de estándares abiertos, estos incluyen características
adicionales que habilitan el drm y la minería de datos.
A esto se suma el aumento de horas de trabajo para poder crear
una publicación en distintos formatos si se opta por la vía de la
bifurcación del proyecto en lugar de la conversión.
La inutilidad del drm
El candado digital que evita la reproducción no autorizada de una
obra (el drm) es, en mi opinión, una de las cuestiones en las que la
edición digital ha despilfarrado una gran cantidad de recursos.
Este candado nunca se ha mostrado lo suficientemente seguro
para las personas que saben cómo eliminarlo.
El aprendizaje sobre cómo hacerlo no es complejo. Con un uso
sencillo de la terminal y un par de plugins de Calibre es posible
«liberar» las obras.
En lo personal, es un procedimiento común cuando adquiero
algún libro en Amazon o en sitios que cuentan con drm de Adobe. No
por la supuesta «piratería» que el drm pretende evitar, sino porque
me desagrada la idea de que su uso es limitado a pesar de haber
comprado el ebook. Este desagrado muta en necesidad cuando estas
tecnologías propietarias no dan soporte a sistemas operativos
abiertos.
Minería de datos o la recolección de información
La minería de datos es una cuestión muy delicada y que casi no se
ha comentado en discusiones relativas a la edición y la publicación
digitales.
Bajo el eufemismo «análisis de hábitos de lectura» lo que varios
renderizadores llevan a cabo es una recolección de información
que posteriormente será procesada por sus compañías
desarrolladoras.
Con todas las relaciones encontradas es posible monetizar la
manera en cómo leemos libros. ¿Maravillado porque Google,
Amazon o Apple siempre te sugiere buenos libros? ¿Asombrado de
las coincidencias entre lo que lees y la publicidad que te muestra?
No es fortuito, ellos buscan el medio para venderte algo, incluso
a través de lo que lees.
B. La aprobación de la publicación de ebooks
El segundo inconveniente no está en el lado del usuario hecho
lector, sino en el del editor. Para quienes suben libros a distintas
plataformas, en más de una ocasión, es un martirio que la
publicación sea aprobada.
Dos ejemplos. Uno, Apple solo permite la subida de libros a
través de iTunes Producer que, como pueden adivinar, solo está
disponible para macOS. Y Amazon ofrece mucho menos regalías
cuando el ebook no es exclusivo de su plataforma.
Las soluciones me parecen limitadas. Una consiste en pedir
prestada una Mac para subir el libro. La otra es que, como Amazon
es dueño de su plataforma, uno elige si acepta o no sus condiciones.
Como usuario y como editor no deberíamos estar limitados al
uso de software específico para el desarrollo y comercialización
de nuestros libros. Tampoco tendríamos que ver mermadas
nuestras posibilidades de venta o de regalías según las condiciones
de cada distribuidor.
A esto se suma la ausencia de estándares en la distribución de
los ebooks. No es fortuito ni inevitable que se tengan que hacer
procedimientos semejantes una y otra vez según la plataforma.
En realidad, todas las plataformas necesitan la misma
información para poder colocar a la venta el libro. Si estas optaran
directamente por una publicación estándar, como el epub, también
se haría posible estandarizar su distribución.
Una idea para automatizar la distribución de ebooks
La idea es sencilla. Cada distribuidor requiere acceso al ebook, a la
información para su venta y hasta algunas impresiones de
pantalla. La clase de archivo que utiliza iTunes Producer para
procesar toda esta información es una carpeta. Esta contiene, entre
las capturas de pantalla y el ebook, un xml con toda la información
necesaria para la venta.
Podría encontrarse un esquema xml estandarizado para esta
información. Y, a partir de ahí, juntarlo con el libro y sus capturas
de pantalla en una carpeta comprimida como zip. Con los accesos
necesarios incluso se podría automatizar su subida mediante ftp o
scp.
Con esto se abriría la posibilidad de poder automatizar la
distribución y así tener pleno control de todos los procesos
requeridos para la creación y subida de los ebooks.
Otra consecuencia sería la evasión de los nuevos intermediarios
que funcionan como único distribuidor; cuyo trabajo consiste en
mandar el libro a diversas plataformas.
¿Qué pasaría si no aceptamos los términos de los distribuidores
y, en su lugar, hacemos presión para que se estandaricen y
transparenten sus prácticas?
Sobre esta entrada
Título original: «Dolores de cabeza frecuentes para un editor
de ebooks».
Título en el blog de Mariana: «Dolores de cabeza frecuentes
para un editor de ebooks».
Fecha de publicación: 28 de agosto del 2018.
Redacción original.
Revisión de Mariana.
Un giro digital en la edición y una propuesta sobre metodología
editorial
¿Qué alternativas tenemos ante un panorama lleno de amargos
desencantos entre la tradición editorial y las nuevas tecnologías de
la información y la comunicación?
¿Qué otros planteamientos son posibles además de los comunes
contratos entre entidades editoriales y empresas prestadores de
servicios de software ?
¿Cómo los editores estamos destinados a que la calidad ya
siempre dependa de un intercambio económico por los
conocimientos técnicos de terceros?
Origen de los problemas
La edición se hizo código. En otras palabras: el quehacer editorial ya
no es disociable del desarrollo de software. El texto, como lo
habíamos comprendido desde la invención de la imprenta, tiene
nuevas dimensiones que aún no terminamos de entender del todo.
Una publicación no solo tiene tras de sí una tradición relativa a
los procesos editoriales y gráficos. El traslado de la manera de
trabajar a una computadora no es un cambio de tecnologías o de
técnicas: es un cambio de método.
¿Cansado de que cada vez es más común exigir más formatos de
una misma obra? Si es así y si para ti crear un formato más
requiere recursos y tiempo adicionales, por desgracia, hay algo en
tu metodología de trabajo que provoque este problema. No se trata
que una dificultad técnica, sino que es un conflicto metodológico.
Aunque parece sencillo empezar a concebir a la edición como un
método, la reducción de estas tecnologías a su aspecto
instrumental genera la idea de que la solución ha de yacer en
quienes la usan y la desarrollan.
Es decir, para la mayoría de los editores la solución queda afuera
de su esfera. Ahora quien programa es el que cuenta con la
solución. Y esta dependencia no es agradable porque por décadas el
editor no había tenido que recurrir a profesionales afuera de su
campo para cumplir con sus tareas.
Subordinación exterior y ausencia de metodología
Eso no es lo peor, depender de profesionales externos a la edición
provoca:
1. Una asistencia técnica a través de un pago de prestación de
servicios que, por lo general, el editor no termina de
comprender del todo, prestándose a diversos abusos.
2. Un desinterés del agente externo al cuidado editorial, ya
que es común que trate las necesidades del editor como un
problema solucionable a través de una vía técnica que, al
menos para el caso de la lengua española, no cumple del
todo con los estándares de calidad de su tradición.
3. Una amargura por parte de quienes editan, porque se
percatan de que su calidad editorial empieza a estar
condicionada por el control técnico de una metodología, al
menos en parte, distinta a los procesos tradicionales de
publicación.
Es posible atajar estos problemas si se buscan mecanismos que
expliciten que la edición es tradición, arte, profesión, pero
también es método.
Educación
La vía más evidente para comprender que la edición también es
método es la educación: que quienes editan empiecen a aprender
que gran parte de sus dificultades están relacionadas con:
• las metodologías que utilizan en su trabajo, y
• la ausencia de un panorama general sobre las posibilidades
metodológicas para poder llevar a cabo su trabajo.
El sector editorial tiene un fuerte problema pedagógico. Por un
lado, la educación continua que se ofrece a estos profesionales
implica altos costos que no muchos pueden cubrir. ¿Cuántas veces
hemos desistido de acudir a capacitaciones, talleres, seminarios,
coloquios, ferias o estudios de grado porque no podemos pagarlo?
Sin embargo, el aspecto que, por el momento, quiero hacer
hincapié es cómo la aproximación, por lo general, no es integral.
¿Cuántas veces hemos asistido a eventos para aprender a
utilizar x o y programa, plataforma o lenguaje? ¿Cuántas veces
hemos podido incrustar esos conocimientos en un panorama más
general?
¿Cuántas veces lo que se nos enseña es software propietario que
requiere de pago o suscripción? ¿Cuántas veces este software se nos
vende como la panacea a nuestros problemas?
La formación que el editor necesita no es a base de software.
Sí, al final quien edita se las ve con el software, pero eso solo es el
corolario de un proceso pedagógico que requiere de fundamentos
teóricos y metodológicos.
El aprendizaje tecnológico no se basa en dominar un software
Un grave error en nuestra educación es suponer que «aprender a
usar la computadora» es «aprender a usar x o y software».
Comprobaremos una y otra vez que lo aprendido es o será obsoleto
—hasta el punto de una capacitación sin fin que, más que aclarar,
nos confunde—. Pero, con mayor lamento, nos daremos cuenta que
al final carecemos de la seguridad de que sabemos utilizar nuestra
única herramienta posible de trabajo.
Si estás cómodo con tu entorno de trabajo —probablemente
paquetería de Microsoft o Adobe—, solo recuerda qué pasó cuando
la solución y el método editorial se reducían a programas como
PageMaker o QuarkXPress... ¿No fue grato tener que reaprender,
cierto?
Una formación con un fuerte peso teórico y metodológico
ayudaría a que los editores, sin importar los programas o los
formatos iniciales o requeridos, puedan construir sus propias
soluciones.
No se trata de aprender a usar software sino de tener un criterio
sobre lo que se necesita para llegar del punto A —los archivos para
la edición— al punto B —los formatos finales de la obra—.
Al final, el gran prejuicio con el que se batalla es que los
programas y los formatos siempre son secundarios; que un
formato no está asociado a un programa determinado. Incluso más
radical aún: todo formato final es desechable.
Con una sólida preparación metodológica se rompe ese aire de
complejidad y ese gran distanciamiento entre los programas
milagro y los formatos en boga, y lo que el editor realmente
necesita.
La educación que necesitamos no es a modo de brincos, de
programa en programa, para estar a la vanguardia. La educación
que el editor requiere es una paulatina profundización en su
método, cuyo reflejo técnico sea, precisamente, eso: una imagen,
una muestra concreta de una metodología que no está encadenada
a programas o formatos.
¿Soluciones o creación de nuevas necesidades?
La confianza puede llegar a ser de tal grado que cada vez que se
anuncia una nueva plataforma o programa no es causa de
desasosiego ni desconcierto.
No es que la novedad sea despreciada, sino que se hace fácil
distinguir cuándo una herramienta en realidad viene a resolver
una dificultad metodológica y cuánto esta solo es bluff: un
programa que se declara como útil cuando no hace sino crear
dependencia al editor sin jamás resolver sus dificultades —como el
DRM—.
Por lo general, cuando un programa o plataforma nueva sale al
mercado, se promociona como la herramienta que soluciona x
problema en el ámbito de la edición. Sin embargo, muchas veces no
resuelve gran cosa y, en su lugar, crea una dependencia tecnológica
del editor hacia ella.
Si esta situación se observara desde un panorama más integral
podría detectarse con más facilidad cuando estos programas o
plataformas vienen a solucionar algo o aparecen para crear una
nueva necesidad.
Laboratorios
El tiempo desperdiciado en saltar de programa en programa se
convierte en horas que ayudan a profundizar en los aspectos
metodológicos. Este escudriño puede evitar el mareo que de
manera constante tiene el editor frente a las nuevas tecnologías de
la información. Conforme el editor se empodere de su único medio
de producción, se hace posible la investigación y la
experimentación.
¿Suena raro, no es así? ¿Cuándo habíamos escuchado sobre
investigación o experimentación editorial? La investigación
relativa a la edición, por lo general, tiene un fuerte énfasis
histórico o bibliófilo. La experimentación editorial, comúnmente,
son ejercicios de prueba y error sobre programas o formatos
empleados en la edición.
La idea de investigación que aquí se plantea tiene un fuerte
énfasis técnico y tecnológico. Cuando quien edita empieza a tener
un dominio sobre su trabajo se hace posible ahondar en la reflexión
sobre lo que implica tener un único medio de producción.
Cómo y con qué se están haciendo las cosas
La investigación consistiría en pensar y repensar a cada instante
cómo y con qué se están haciendo las cosas y qué son esas cosas
editoriales.
¿Por qué, como «gremio», usamos tales programas y no otros?
¿Por qué este u otro formato es el más usado? ¿Cómo podemos
automatizar las cosas? ¿Cómo es posible encontrar lazos entre la
edición estandarizada y la que no lo es? En fin, ¿qué es esa cosa
llamada edición cuando ha desaparecido su correlato análogo —el
papel y la página— del que siempre dependió?
Estas solo son unas cuantas preguntas para un marco teórico
que es mucho más profundo que la constante discusión de los libros
impresos contra los digitales. La investigación no tiene su interés
principal en programas o formatos.
La investigación es en torno a cómo pensar la edición cuando
todos sus recursos han sido acaparados por el código y cómo ver al
texto cuando ya no solo es contenido, sino también estructura que
no necesariamente tiene que ser estructura textual (!).
La experimentación tiene una intencionalidad semejante. No
consiste en aplicar a prueba y error ciertas recetas. No es
únicamente la implementación de otros ecosistemas editoriales
ajenos a los que usamos.
Esta consiste en crear nuevos medios o herramientas para
aumentar la calidad editorial de nuestras publicaciones. Pero no
solo eso: experimentar es partir del texto incluso para derivar en
productos no textuales (!).
Siendo editores nos cuesta mucho trabajo concebir la
posibilidad de productos editoriales no textuales a partir de
nuestra principal base de trabajo: el texto. Y seguirá sonando raro,
porque el sector editorial recién está viendo que casarse con el
texto no implica casarse con las publicaciones.
Como editor, ¿quieres publicar o quieres trabajar con el texto?
Desde que la edición se hizo código esto deriva en actividades muy
distintas, cuando durante siglos para la edición una era
consecuencia de la otra.
Laboratorio de investigación editorial
Cuando se cuenta con un espacio para la investigación y
experimentación lo que se tiene es un laboratorio; en este caso, un
laboratorio editorial.
El Taller de Edición Digital (ted) es un ejemplo. Con un fuerte
énfasis pedagógico, el ted poco a poco va mostrando su verdadera
cara: no es un taller para aprender a editar, sino un laboratorio
editorial.
Pero, a pesar del optimismo, el ted es frágil. Sin todas las
personas que organizan actividades paralelas al ted este taller no
tendría vitalidad. ¿Es posible replicar espacios similares de
laboratorio editoriales?
Son las universidades, las instituciones gubernamentales y las
editoriales establecidas las que sin problemas podrían abrir
laboratorios en su estructura.
En la edición no es común hablar de esta clase de espacios. Sin
embargo, cuando quien edita es también el responsable de generar
sus propias metodologías o herramientas los laboratorios se
fundan como una infraestructura necesaria.
No podremos retomar las riendas de nuestra profesión hasta
que no concibamos la necesidad de estos espacios. El
empoderamiento tecnológico y la independencia técnica del
editor no basta con ser individual.
En colectivo es posible armar espacios de discusión que van más
allá de estrategias publicitarias o de añejos debates que solo
exponen el grado de desconocimiento hacia los métodos ya
necesarios para publicar.
En laboratorios es posible establecer esos espacios que la edición
necesita. Ahí será posible que en sí misma satisfaga sus
necesidades presentes y futuras. Su quehacer es una actividad
traducida en publicaciones y texto, pero también en código y en
elementos editoriales aún desconocidos.
¿El texto como un aspecto defmitorio de la edición?
Editores, aún no completamos el mapamundi de nuestro mundo:
estamos aún en una nueva etapa de descubrimientos. Aún nos
encontramos en nuestro siglo xvi, con nuevos mundos por
descubrir. Tenemos un gran camino por delante desde y más allá
de lo que hemos conservado como tradición.
El sector y la tradición editoriales han cometido un error
fundamental. Ambos han supuesto que lo más importante o más
común para la edición ya ha sido descubierto y solo es preciso
afinarlo o adaptarlo a nuevas tecnologías y técnicas.
La realidad es que la edición ha perdido su carácter definitorio
al no estar ya anclada a los procesos análogos, el papel y la página
que la vieron nacer. Desde hace décadas lo que llamamos «editar» y
«publicar» requieren de una radical redefinición.
Esta será insuficiente si no se elimina de una vez por todas lo
que se considera el núcleo de la edición: el texto. La noción común
del texto como contenido, como un conjunto de líneas de texto,
nunca ha sido, no es ni podrá ser el aspecto definitorio de la
edición. Desde siempre la edición ha desbordado esta materialidad
tan bruta y evidente, a la vez que protocolaria.
Apertura
Si la edición se hizo código, entonces también hay que hackearla.
Bajo este panorama quien edita ya no es un usuario o consumidor
de software. Es, asimismo, su arquitecto.
Para poder construir los espacios y las herramientas necesarias
para esta profesión se requiere acceso al código. Hay que recordar
que una fundamental diferencia entre las tecnologías análogas y
las digitales es que estas últimas precisan esconder su
infraestructura para poder funcionar.
Con diferentes grados de complejidad, la maquinaria análoga
siempre hacía posible observar su funcionamiento mientras se
utilizaba. Sin embargo, el hardware con verlo no nos da una idea del
software que está ejecutando. Pero tampoco el software permite
observar su constitución al utilizarlo.
El software se ejecuta y el desarrollador es el que decide qué
mostrarle al usuario a través de una interfaz. Si se pretende
estudiar su funcionamiento no solo se requiere hacer pautas entre
la ejecución y el análisis de las funciones, también es menester el
acceso al código.
El sector editorial ha sido criticado constantemente en no ser
transparente en la difusión de sus conocimientos y técnicas. La
situación es más oscura si quien edita utiliza un software
propietario cuyo único acceso es el ejecutable; es decir, la
limitación de solo tener acceso al código máquina prácticamente
inteligible para las personas.
Cambio de rumbo
La apertura se vuelve una necesidad para que el editor como
programador pueda ahondar con la investigación y la
experimentación editoriales. No es un capricho, como «gremio» no
podremos mejorar si:
1. Nos concebimos solo como usuarios y no como arquitectos
de software.
2. A nuestros pares los vemos como una competencia y a
nuestros software y metodologías como la diferencia que
nos da mayor competitividad.
3. Nuestra labor de investigación y experimentación
permanece cerrada.
Esto provoca que nos sentemos a pensar cómo es posible una
educación integral y la gestación de laboratorios donde su
financiamiento no depende directamente de la capacidad
adquisitiva de sus asistentes o integrantes. La tarea no es fácil, pero
el giro digital en la edición no es imposible: ya estamos en eso.
Sobre esta entrada
• Título original: «Un giro digital en la edición».
• Título en el blog de Mariana: «Un giro digital en la edición y
una propuesta sobre metodología editorial».
• Fecha de publicación: 2 de octubre del 2018.
• Redacción original.
• Revisión de Mariana.
II. Libros electrónicos estándar
El formato de una publicación: cuello de botella en la edición
El formato es el principal punto de cuidado dentro de la edición,
como ya lo he mencionado en otras entradas. Su importancia es tal
que la calidad de una publicación depende de su formato.
Sin embargo, esta relevancia ha sido inversamente proporcional
a su descuido: pocas son las personas que se preocupan por el
formato antes de empezar con la edición.
El resultado es predecible dentro del proceso editorial: las
dificultades en la producción de un libro aumentan —muchas
veces de manera incontrolable— incluso hasta tener que volver a
empezar de nuevo.
No solo en este sentido el formato es un cuello de botella en la
edición, sino que su mal manejo en diversas ocasiones también es
perceptible para el lector.
Calidad, control y apertura en la edición
Como punto de partida, el formato es una cuestión de cuidado
editorial. Un buen formato nos permite mantener una alta calidad
y control del proceso de edición. Del mismo modo, posibilita su
apertura para utilizarlo en cualquier entorno, sea una publicación
digital o impresa, te guste usar software privativo o libre, o
prefieras trabajar al modo Adobe o no.
Además, un formato adecuado nos permite evitar dificultades
comunes dentro de la edición:
• La estructura del contenido se mantiene, con
independencia del archivo final — epub o pdf, por ejemplo—,
por lo que se evita ambigüedad en los estilos, como la falta
de uniformidad en encabezados, párrafos, etcétera.
• La conversión entre formatos es sencilla y no se presta a
descrontrol, lo que permite poder maquetar el texto en el
entorno que se prefiera, como puede ser LaTeX, Scribus,
InDesign o Sigil, por mencionar algunos.
• El tiempo de publicación en diversos soportes — epub, mobi,
ibooks, pdf para impresión, etcétera— deja de ser
proporcional a la cantidad de archivos deseados; incluso sus
tiempos de producción disminuyen a segundos, como se
demostró al editar el artículo «Historia de la edición
digital».
• El contenido se conserva a lo largo del tiempo, sin importar
el cambio de tendencias o que el software utilizado para
hacer la publicación deje de tener soporte, evitándose ese
dolor de cabeza —y derroche de recursos— de tener que
recuperar información o, peor aún, tenerla que rehacer,
como a muchas personas les ha pasado cuando han tenido
que obtener información de archivos de PageMaker o
QuarkXPress para usarlo en InDesign.
Pero ¿qué es un «formato adecuado»?
Los requisitos mínimos para un formato óptimo son que:
1. esté en un lenguaje de marcado;
2. el formateo sea previo a la edición o, por lo menos, se realice
antes de crear el archivo final;
3. se opte por un formato abierto y estandarizado;
4. tenga un mecanismo de control de versiones, para evitar
sobrescrituras indeseadas.
Con estos elementos podemos acercarnos un poco más al ideal de
una publicación de alta calidad, ya que cabe resaltar que el cuidado
en la edición no se reduce al cuidado en el formato. No obstante,
un buen formato nos ayudará a solventar muchos de los errores
que, por lo general, y de manera casi mágica aparecen cuando la
obra ya fue publicada; por ejemplo, dedazos donde antes no los
había.
El formato también nos permitirá un alto control, ya que al
existir una estructura uniforme —donde es posible identificar los
distintos niveles de encabezados, párrafos, bloques de cita, itálicas,
negritas y más—, los cambios necesarios pueden hacerse sin
muchos desvarios e incluso de manera automatizada, por lo que la
migración de un entorno a otro no es complicado.
No menos importante es que un formato con estas
características está pensado para la longevidad. Un formato abierto
y estandarizado permite que, a pesar de los constantes cambios en
las tecnologías de la información o en el mundo de la edición, el
contenido y los metadatos de nuestra obra puedan ser reutilizados
según las pautas editoriales del momento.
Parecen obviedades, pero el vaivén de los profesionales de la
edición en cuanto a adopción tecnológica ha evidenciado que, en
general, el sector editorial ha sido irresponsable al momento de
tratar los contenidos editoriales. Si la edición es el cuidado de la
obra para su publicación, el formato es el principal elemento que
definirá la calidad en la edición y su tiempo de producción.
Del WYSIWYG al WYSIWYM
Un trato adecuado en el formato exige un cambio de enfoque al
momento de tratar el texto. Por tradición, la edición tenía una
dimensión visual. Tanto el editor como el tipógrafo, el formador o
el diseñador cuidaban del contenido acorde a lo que era visible. Una
vez concluido su trabajo se publicaba el libro y el lector se
encargaba de juzgar el libro.
Esta tradición en el contexto digital no se ha perdido y, lo más
importante, no debe de abandonarse. Sin embargo actualmente
existen al menos tres dimensiones dentro de una publicación,
donde dos son necesarias para cualquier soporte:
1. Dimensión visual o de diseño: la capa perceptible para el
público en general cuya importancia reside en la legibilidad.
2. Dimensión estructural o de formato: la capa oculta que da
cohesión al diseño, por lo que es relevante para mantener el
control en la edición.
3. Dimensión funcional o de programación: la capa que
permite cambios dinámicos en el texto, la cual es propia de
las publicaciones digitales y posibilita otras experiencias de
lectura.
Lo ideal es que la dimensión estructural determine al menos las
pautas mínimas de diseño. Al marcar dónde hay encabezados,
párrafos, bloques o epígrafes, es posible aplicar estilos acorde al
tipo de contenido.
Sin embargo, en el modo habitual de crear una publicación se
va de la dimensión visual para después determinar la dimensión
estructural. Si el diseño no es uniforme habrá errores de
estructura que se trasladarán a futuras ediciones o a otros
soportes.
Pero eso no es lo más grave. Este modo de trabajo implica que
quien crea la estructura no es el editor, sino su programa de
edición que, como es de esperarse, carece de criterios editoriales al
momento de crear automáticamente la estructura a partir del
diseño.
Esta predilección por el diseño es la característica del enfoque
Wysiwyg («lo que ves es lo que obtienes»). El enfoque que da
preferencia a la estructura es otro: es el wysiwym («lo que ves es lo
que quieres decir»). Los procesadores de texto, como Word, y los
programas de maquetación, como InDesign, apuestan por el
enfoque Wysiwyg. La adopción de este modelo se debe a que es más
fácil de aprender y porque otorga mayor libertad al usuario.
Sin embargo, en un ambiente donde la calidad del formato es
esencial, el enfoque wysiwym sobresale por establecer pautas de
control que muchas veces se traduce en una curva de aprendizaje
más larga. Aunque aprender este enfoque tome más tiempo, en un
mediano o largo plazo, implicará un ahorro de tiempo, la supresión
de erratas y, principalmente, un aumento en la calidad de las
publicaciones.
Las dimensiones de una publicación.
Formatos recomendados
De manera concreta, ¿cuáles son los formatos siguen el enfoque
wysiwym y al mismo tiempo tienen las características de
optimización que buscamos? A continuación se hace un repaso
somero sobre las posibilidades que contamos para mejorar el
formato de nuestras publicaciones.
Markdown para el contenido
Los lenguajes de marcado ligero son la primera opción para quienes
empiezan a trabajar con el enfoque wysiwym. Estos lenguajes
sobresalen porque son fáciles de escribir y de leer, además de
permitir su conversión sin problemas a otros formatos.
Un gran ejemplo de este tipo de lenguaje es Markdown. Con este
recurso podemos empezar a marcar el contenido de nuestra
publicación desde el mismo momento que leemos sobre su sintaxis
básica. Un ejemplo es el siguiente:
# Encabezado 1
Esto es un párrafo con una *itálica*.
## Encabezado 2
Esto es un bloque de cita con una **negrita**.
La versatilidad de este formato ha ayudado a que se prescinda de
procesadores de texto al momento de redactar un documento,
como son las entradas que publico aquí. Como es de esperarse,
Mariana prefiere otros formatos para editarlos, lo cual no es
ningún problema porque gracias a Pandoc puedo generarle un
documento de Word o cualquiera que sea de su preferencia.
Pero esta agilidad tiene un precio: no es posible dar formato a
estructuras complejas, al menos no con la sintaxis básica de
Markdown. Ejemplos de estas estructuras podrían ser epígrafes o
párrafos franceses.
html para el contenido
Otro formato que nos permite abordar estructuras más complejas
es html. Su flexibilidad es tal que es el formato empleado para los
libros electrónicos estándar. Si bien su estructura no es tan
cómoda de leer nos permite crear estructuras como la siguiente:
Esto es un epígrafe
Esto es un párrafo con una itálica.
Esto es un bloque de cita con unaEsto es un párrafo francés. Con el atributo de class podemos definir estilos particulares que luego se establecen en el diseño. Pero una publicación no solo es su contenido, sino también sus metadatos, lo cual no se soluciona de manera satisfactoria con Markdown o html. yaml o jsoNpara los metadatos Como Mariana lo mencionó en otra entrada, los metadatos permiten la catalogación de una obra. Un participante de un taller que impartimos resumió los metadatos como «el acta de nacimiento de un libro». Pienso que es una buena definición, ya que sin metadatos no es posible identificar una publicación. Por esto no solo son importantes para los soportes digitales, sino también para los impresos, porque solo así es posible dar con ellos más allá de un encuentro fortuito en una librería. Para un uso adecuado de los metadatos, mi recomendación es yaml o json. yaml es un formato muy flexible y fácil de usar, aunque puede fomentar una pérdida de control. En cambio, json es un formato que requiere de una mayor curva de aprendizaje pero con el fin de mantener un orden. Un ejemplo de metadatos en yaml es: # Generales title: Sexo chilango author: Braun, Mónica publisher: Nieve de Chamoy synopsis: Esta edición reúne todas las columnas... category: Ficción, Narrativa versión: 2.0.0 Como se observa, su lectura y escritura es muy sencilla. Este es el motivo por el que en Perro Triste hemos optado por este formato para el manejo de los metadatos. El mismo ejemplo en json nos da: { "title": "Sexo chilango", "author": "Braun, Mónica", "publisher": "Nieve de Chamoy", "synopsis": "Esta edición reúne todas las columnas, "category": "Ficción, Narrativa", "versión": "2.0.0" } La estructura no es tan complicada pero, debido a su sintaxis, la lectura y escritura se vuelven muy accidentadas. Además, habrá quien no le agrade manejar archivos distintos para el contenido y los metadatos, por lo que existe otra opción. xml para el contenido y metadatos El formato xml es un veterano en cuanto al cuidado de los contenidos. Su estructura está pensada para ser fácil de usar entre computadoras por lo que no resulta cómodo de leer o escribir. No obstante, su sintaxis no difiere mucho a la del html, como vemos en este ejemplo: Debido a que el xml es extendible —posibilita crear nuevas etiquetas —, permite la incorporación de estructuras complejas que involucren tanto los contenidos como los metadatos de una publicación. Un gran ejemplo del uso de xml lo tenemos en los artículos académicos. Journal Article Tag Suite (jats) es el formato xml estándar para muchos repositorios de artículos académicos como SciELO. Con esto se hace posible la creación de múltiples soportes de lectura al mismo tiempo que permite un uso flexible y longevo de la publicación. Otro ejemplo lo encontramos en la posibilidad de usar este formato para trabajar con InDesign, como ya se había explicado en otra entrada. El formato y nuestra tradición cultural La dicho anteriormente puede dejarnos la sensación de que el formato se reduce a una cuestión técnica en pos de un mejor cuidado editorial. No obstante, esto es solo el inicio cuyo punto de llegada es que el formato es una cuestión cultural. La conservación y prolongación de nuestra herencia cultural ya es indisociable al mantenimiento de la infraestructura digital desde la cual creamos contenidos culturales, como son las publicaciones. Desde una perspectiva individual, el formato toma relevancia cuando por la migración de software o de sistema operativo nos vemos imposibilitados de abrir un archivo que necesitamos. En un grupo de trabajo, el formato adquiere importancia cuando entre los mismos compañeros es imposible realizar una tarea, ya que cierto archivo no es compatible o su formato se rompe al usarlo en otra computadora. En una editorial, el formato es significativo cuando resulta difícil recuperar la información almacenada en archivos privativos antiguos. Si continuamos escalando las dificultades surgidas a partir de un mal manejo en el formato de los documentos tenemos casos alarmantes en donde parte de nuestra herencia cultural queda «secuestrada». Es decir, la información está «ahí» pero no es accesible y su recuperación es incosteable para diversas instituciones. Casos lamentables de este problema lo podemos ver en archivos, bibliotecas y repositorios públicos cuyas consultas quedan obstaculizadas por un «mero problema técnico». En el trabajo del día a día, el formato es una cuestión técnica que, por lo general, se opta por la manera más sencilla de llevarlo a cabo, sin consideración alguna sobre lo que esto puede implicar para el futuro. Sin embargo, en una dimensión más general y a largo plazo, la calidad y apertura en el formato determinará qué tan accesible y flexible será su uso para los siguientes años o décadas. Dada la complejidad del asunto, es comprensible que el sector editorial esté harto del software milagro, de aquellas «novedades» tecnológicas que supuestamente facilitan su trabajo, pero que al final terminan por complicarlo. A nadie le agrada aprender a usar programas una y otra vez, mucho menos recuperar la información para tener la posibilidad de usarla. En este sentido, quizá el sector editorial debería empezar a plantearse con seriedad la manera de manejar los contenidos con una perspectiva a largo plazo y con independencia al software en boga. Tal vez así sea posible mejorar la calidad editorial sin el temor de siempre volver a empezar de nuevo... Sobre esta entrada • Título original: «El formato de una publicación: cuello de botella en la edición». • Título en el blog de Mariana: «El formato de una publicación: cuello de botella en la edición». • Fecha de publicación: 2 de mayo del 2017. • Redacción original. Revisión de Mariana. Cómo crear un libro digital: de xml a epub con InDesign Como lo prometido es deuda, en la entrada «Edición digital como edición desde cero» se mencionó que se verían con mayor detenimiento tres de los métodos que se compararon al momento de crear un epub de la edición del Proyecto Gutenberg del Don Quijote. Para descansar un poco de las nociones relacionadas al código, el primer método que abordaremos es la creación de un epub con InDesign. El desarrollo de epub con InDesign puede hacerse de muchas maneras. Sin embargo, aquí nos enfocaremos en el proceso que ofrece más control, menos tiempo y mejor calidad. A partir de un xml y una hoja de estilo css crearemos un epub de una manera muy sencilla, al contrario a lo que se podría pensar en un principio. 1. Preparación de los archivos Antes de abrir InDesign necesitamos tres archivos para nuestro epub: el XML, el css y la portada. Solo el xml es necesario, ya que en este estará todo el contenido de nuestro libro. Más adelante explicaremos las particularidades de este formato. La portada puede ser en cualquier formato de imagen y de cualquier tamaño. En mi opinión, lo más recomendable es que esté en jpg, ya que este formato tiende a pesar menos. En cuanto al tamaño, en Nieve de Chamoy usamos una altura no mayor a 2048 pixeles por el único hecho de que en el iPad la portada se muestra en pantalla completa por algunos segundos, tiempo suficiente para que el usuario note algún pixeleo en la imagen. Si no se piensa distribuir para iOS, una altura no mayor a 1024 pixeles tendría que ser suficiente. Estas pequeñas particularidades de la portada es un detalle importante ya que, por lo general, su peso puede representar entre el 25 y 50 por ciento del tamaño final del epub. Además, recuérdese que, entre más ligero el libro, el costo de envío con Amazon será menor (véase el apartado C de este enlace), o bien, la descarga será más rápida y ocupará menos espacio en el dispositivo del usuario. Si no se desea agregar una imagen, InDesign puede generar una portada a partir de la primera página de nuestro libro o simplemente no añadirla. Esta última opción se desaconseja, ya que la vista por defecto de la estantería de los ereaders solo muestra la portada del libro. La hoja de estilos css no es necesaria; sin embargo, su implementación nos permite un mejor y mayor control en el diseño de nuestro epub. Si el editor desconoce por completo este lenguaje de marcado, la recomendación es que un diseñador web genere una plantilla que se pueda utilizar en varios de libros. Si no es posible la ayuda de un diseñador web, sin ningún problema puede utilizar la plantilla usada para este epub, la cual es cortesía de Perro Triste. El css puede verse aquí o descargarse mediante el enlace que está al final de este artículo. El archivo xml es un formato que contiene una serie de etiquetas dentro de las cuales se agrega el contenido de manera semántica. Es decir, si en nuestro libro tenemos un párrafo, este estaría rodeado de unas etiquetas Sexo chilango Braun, Mónica Nieve de Chamoy Esta edición reúne todas las columnas..!/: Ficción, Narrativa!/category> 2.0.0 Encabezado l Esto es un epigrafe Esto es un párrafo con una itálica.Encabezado 2
Esto es un bloque de cita con unaEsto es un párrafo francés. , por poner un ejemplo. Para generar este archivo existen dos medios generales: convirtiendo el archivo de texto original, por lo general un . doc o . docx , a xml o etiquetar directamente el texto que ya está presente en InDesign. Esta última opción se desaconseja si el libro solo tendrá una salida para epub, ya que por lo general implica una pérdida de control sobre el contenido semántico del libro. Para agregar el texto ya existente a una estructura xml primero hay que ir a Ver > Estructura > Mostrar estructura . Ubicación de Ver > Estructura > Mostrar estructura Con esto habilitaremos la visualización de la estructura xml del documento. Para agregar el texto es necesario ir al menú de esta nueva ventana y hacer clic en Añadir elementos no etiquetados . Cargar DTD. Importar XML... Exportar XML... Ocultar atributos Ocultar comentarios Ocultar instrucciones de proceso Mostrar fragmentos de texto Añadir elementos no etiquetados Asignar etiquetas a estilos... Asignar estilos a etiquetas... Opciones de valores de etiquetado. Ubicación de Añadir elementos no etiquetados Estructurar de esta forma puede llevarnos minutos o incluso horas. Para mayor información al respecto, lo mejor es comenzar con el sitio oficial de soporte de Adobe. En este artículo explica este proceso de manera muy completa. En este ejercicio estaremos importando un archivo xml, en lugar de generar su estructura desde InDesign. El motivo de esto es que, previamente, a través de un «archivo madre» la obra es vaciada a etiquetas para después convertirla según las herramientas que se emplearán para crear el libro. El «archivo madre» tiende a convertirse en alguno de estos formatos: html o xhtml para epub «desde cero» o con Sigil, TeX para pdf a través de LaTeX o xml para InDesign, independientemente de si se trate de un impreso (pdf) o un ebook (epub). Este flujo de trabajo supone que: 1. una obra tendrá distintos formatos, como pueden ser epub, pdf, mobi o en línea; 2. el editor es el único responsable de asignar semánticamente el contenido, evitando que este trabajo sea realizado por el desarrollador o diseñador que, por lo general, no tienen un amplio conocimiento sobre la obra; 3. InDesign solo forma una parte del proceso de producción del libro en lugar de ser el único flujo de trabajo para la edición digital. Esta metodología se conoce como single source publishing. Para una descripción más extensa, recomendamos el artículo «Historia de la edición digital» publicado en este sitio. Una vez que el «archivo madre» se convierte a formato html, la generación del xml es muy sencilla. Al html solo se le tiene que eliminar todo el código que no forme parte del body , así como guardar este archivo con la extensión . xml . Si existen etiquetas con alguna clase se recomienda cambiar el nombre de la etiqueta por el nombre de la clase, para así tener la posibilidad de distinguirla una vez que estemos en InDesign. Por ejemplo, si en el HTML tenemos
Un párrafo con clase «pre»
, habría que cambiarlo porUn párrafo con clase «pre». Una vez hechas estas modificaciones, las cuales pueden automatizarse mediante Buscar todo , RegEx O Reemplazar todo , la estructura será semejante a la imagen que se muestra a continuación, donde los puntos suspensivos representan más etiquetas que no se muestran por cuestiones de espacio.The Project Gutenberg EBook of DorThis eBook is for the use of anyorTitle: Don QuijoteAuthor: Miguel de Cervantes SaavecPosting Date: April 27, 2010 [EBo(Release Date: December, 1999Language: SpanishCharacter set encoding: IS0-8859-]*** START OF THIS PROJECT GUTENBEFProduced by an anonymous Project ( ■ ■ ■ Ejemplo de correcciones realizadas. Con esto ya tenemos listo un archivo que podremos importar a InDesign. 2. Importación del archivo xml Si se generó la estructura a partir de un texto ya existente en InDesign, como se mencionó en el punto anterior, este paso no es necesario, porque ya se habrá creado la estructura, aunque aún falte darle el orden deseado. Si no fue así, y solo se desea crear un epub con InDesign, lo más recomendado es partir de un documento nuevo de InDesign cuyas características son indiferentes. Como sea, para incorporar el archivo xml es necesario ir a Archivo > importar xml... . Archivo Edición Maquetación Texto Nuevo ► ! Abrir... so Explorar en Bridge... xso Abrir recientes ► Cerrar sw Guardar ss Guardar como... oss Registrar... Guardar una copia... Volver XSS Buscar en Adobe Stock... Colocar... SD Colocar desde Bibliotecas CC.. . Importar XML... Valores de Adobe PDF ► Exportar... SE Publish Online... Panel de control de Publish Online... Valores de documento ► Ajustar documento... XSP Usuario... Información de archivo... XOSI Empaquetar- XOSP Valores de impresión ► Imprimir... SP Imprimir folleto... Ubicación de Archivo > Importar XML... . La ventana que se abre da dos opciones: Combinar contenido o Anexar contenido . Cuando se trata de la primera importación cualquiera de las opciones es indiferente. Sin embargo, si previamente existe una estructura xml la primera opción nos sustituirá el contenido —ideal cuando se quiere agregar una versión más reciente—, mientras que la segunda lo añadirá al final —ideal si la obra no está en un solo archivo xml—. Por último, seleccionamos nuestro contenido sin necesidad de mostrar las opciones de importación, ya que esta opción es solo para usuarios avanzados. Importación del xml. De esta manera, se importará el xml y automáticamente nos mostrará la ventana con su estructura. Con esto ya podemos pasar al siguiente paso. 3. Creación y asociación de los estilos de párrafo Ahora es necesario crear una asociación de las etiquetas xml con los estilos de párrafo. Este paso solo es necesario si se desea tener un control en el diseño del epub a través de hojas de estilos css. Si los estilos se manejan de manera directa o se quieren preservar los actuales, puede omitirse este paso y pasar al siguiente paso. Nosotros siempre recomendamos el uso de css para el epub, independientemente de si el libro ya tiene un diseño para la impresión, porque: 1. existe un gran control sobre el diseño del ebook y se evita tener que optimizar mediante el uso de otras herramientas, como puede ser Sigil; 2. disminuye el peso del libro ya que normalmente el diseño creado con InDesign carece de uniformidad y crea varias líneas de código que pueden ser conflictivas; 3. si se necesita modificar algo en el diseño es más fácil la comprensión del código presente en una plantilla css que el creado por InDesign, y 4. si se trata de una colección, es posible unificar el diseño de todas las obras que la componen. Lo primero que debe hacerse es crear los estilos de párrafo, uno por cada tipo de etiqueta que contiene nuestro documento. Se recomienda que el nombre del estilo sea el mismo que el de la etiqueta para su fácil y automática asociación. Por ejemplo, si en el xml tenemos una etiqueta, el nombre del estilo de párrafo sería pre . En esta obra, Don Quijote, tenemos once estilos. De esos once seis son de encabezados, que corresponden a cinco niveles distintos más uno reservado para el título. Los cinco restantes son tipos de párrafo, como son los cuerpo de texto, centrado, alineado a la derecha, cuerpo preformateado para la página legal y los versos. 0 Estilos de párrafo Estilos » = h3 [+] *f (Párrafo básico) hlT hl h2 h3 M hS P cer der pre ver ti í! •+' ü m Ventana de Estilos de párrafo . De las opciones disponibles para los estilos de párrafo, para el epub solo nos interesa el apartado Etiquetas de exportación .Aquí tenemos que indicar qué etiqueta se creará en el epub para sustituir el estilo de párrafo, así como indicar si esta etiqueta tendrá alguna clase css asociada. Por ejemplo, el estilo de párrafo hlT es para el título, el cual, según la hoja de estilos css que vamos a incorporar, este debe de estar dentro de una etiqueta hl con la clase titulo (para evitar conflictos, evítense las tildes). Otros ejemplos son: para el estilo de párrafo pre , una etiqueta p (párrafo) con la clase pre ; para el estilo de párrafo hl , una etiqueta hl , sin necesidad de agregar alguna clase css. Ventana de Opciones de estilos de párrafo . Si este paso no se realiza, InDesign no sabrá qué etiqueta html corresponde a los estilos de párrafo y estructura xml de nuestro documento. Además, de esta manera InDesign podrá ignorar toda la configuración tipográfica del párrafo únicamente cuando cree un epub, por lo que es posible manejar el estilo para impresión con la seguridad de que este no interferirá con el diseño del epub. Ahora es necesario asociar etiquetas a estilos y estilos a etiquetas. Parece redundante, pero son dos opciones distintas que ofrece InDesign al momento de trabajar con estilos de párrafo y estructura xml. En el primer caso se indica que, por ejemplo, a toda etiquetale corresponde el estilo de párrafo pre . En la otra opción se indicaría que, continuando con el ejemplo, toda clase de párrafo pre ha de ser una etiquetapor lo que, de existir un párrafo con esta clase pero con una etiqueta xml distinta, supongamos que, automáticamente se cambiará a la etiqueta asociada, en este caso. Esta doble asociación es un tanto confusa; sin embargo, lo único que tenemos que tener en cuenta es que, si no se realiza, el epub creado no tomará en cuenta la hoja css que se añadirá. Entonces, en el menú de la ventana de la estructura xml nos vamos a Asignar etiquetas a estilos... . Nuevo elemento... Nuevo elemento principal... Nuevo atributo... Nuevo comentario... Nueva instrucción de proceso... Eliminar Edición Quitar etiqueta de elemento Ir a elemento Validar desde elemento raíz Validar desde elemento selección Ver lista de errores... Cargar DTD... Eliminar DTD Opciones de DTD... Ver DTD... Importar XML... Exportar XML... Ocultar atributos Ocultar comentarios Ocultar instrucciones de proceso Mostrar fragmentos de texto Añadir elementos no etiquetados Asignar etiquetas a estilos. Asignar estilos a etiquetas... Opciones de valores de etiquetado... Ubicación de Asignar etiquetas a estilos... . Si nuestras etiquetas tienen el mismo nombre que los estilos de párrafo, la asociación se puede automatizar al hacer clic en Asignar por nombre . I Asignar etiquetas a estilos Etiaupta Estilo OK body [Sin asignar] Cancelar cen «n cen Cargar... der 11 der hl hl Previsualizar hlT H hlT h2 n h2 Asignar por nombre Ventana de Asignar etiquetas a estilos . En el mismo menú nos vamos a Asignar estilos a etiquetas... . Nótese que es indistinto el orden por el que se asocian los elementos, bien se pueden asignar antes los estilos a las etiquetas. Lo relevante es que se lleve a cabo esta doble asignación. ñ Nuevo elemento... Nuevo elemento principal... Nuevo atributo... Nuevo comentario... Nueva instrucción de proceso... Eliminar Edición Quitar etiqueta de elemento ir a elemento Validar desde elemento raíz Validar desde elemento selección Ver lista de errores... Cargar DTD... Eliminar DTD Opciones de DTD... Ver DTD... Importar XML... Exportar XML... Ocultar atributos Ocultar comentarios Ocultar instrucciones de proceso Mostrar fragmentos de texto Añadir elementos no etiquetados Asignar etiquetas a estilos... Asignar estilos a etiquetas.. Opciones de valores de etiquetado... Ubicación de Asignar estilos a etiquetas... . Ya solo es cuestión de realizar la asociación. Si nuestros estilos de párrafo tienen el mismo nombre que las etiquetas, este proceso se puede automatizar al presionar sobre Asignar por nombre . Una vez hecho esto, podemos pasar a verter el texto. Asignar estilos a etiquetas Estilo 11 [Ningún estilo de párrafo] *fl [Párrafo básico] *n hlT H hl 11 h2 íl h3 Etiqueta [Sin asignar] [Sin asignar] hlT hl h2 h3 Asignar por nombre Incluir Artículos de página maestra Artículos de mesa de trabajo Artículos vacíos Q Al asignar estilos a etiquetas, se reestructura completamente el texto del documento. I OK Cancelar Cargar... 1 lie ll n2 i3 t 4 *15 D :ei Je 3R /ei Ventana de Asignar estilos a etiquetas 4. Incrustación del texto y creación de la tabla de contenidos Si el texto aún no está en una página, solo es necesario arrastrar la etiqueta body a algún espacio de esta. Si el libro solo se exportará en formato epub, no es necesario preocuparnos por la caja ni los números de página, por lo que no hay inconveniente con tener texto desbordado o que la página sea estéticamente desagradable. Solo se busca que InDesign identifique que ahí hay un texto para convertirlo en epub. Die P rqj ectG liten berglEooltcrf Don Quijote, by MigueLdeCervjnlesáaavedra This eEoci is tor tbe use oíonyone anyKhere it no eost írid xilh almos! no restricüons'e'hjtsoever. You m-iyoopy il,gjxv itunrcrie-Lueit unüvr thetérrasoftbePrqiect Culcntsrg Lkfnse ¡n:luJvdwith this eBoak or entine at mcvc gulenberg.net Tille: Don Quijote A nitor Miguel de Cervantes Soavedra Postlng Dole: April 27, 2010 [EBook «000| Felease Date: December, Lfv5 Language: Spanish Chorretee set encoding; [5Q-S55&-L “* STAKT ÜF THIS PROJECT GUTENBERG EBÜOÍK. DOK QUIJOTE ProduceJ by in anonymou* Proiect Gulenberg xvlu nwer. Tezt Ale corred ionsand nesr HTML tile by Joa¬ quín C ueo 01 Abela. Il i n genio o hiJ i Lg>:< don Quijote de la Mancha Miguel de Cerrante* Soavedra Primera parle Tosí Yo, lu.ui Gallo de Ad ¡irada, esc ri bono de Caman JeI Rey nuestro redor, de les que re lid en eo su Conse¬ jo, certífico y doy fe que, habiendo visto por Los señores del un libro intitulado II ingenioso hidalgo de la Mancha, compuesto por Miguel de Cervantes Soavedra, tasaron cada pliego del dicho libro a tres maravedís y medio;, el cual tiene o dienta y tres pliegos, que ,J dicho precio monta el dicho litro deciento* y noventa m ir a vedis y medio, en que se tu de vender en papel;, y dieron licencia pora que a este precia se pueda vender, y mandaron que esta tasa se pcqga si principio del dicho libro; y no se pueda vender sin ella. Y, pira que dcllo conste, di la presente en Yalladnlid, a veinte dios del mes dedeciembcedemiJy seiscientos y cuatro abos. luán Gallo de .Ondeado. Testimonio de los erratas lite libro no tiene cosa digna que no corresponda a su original; en testimonio de lo haber oarrecto, di esta fee. In el Colegio de Ja Aladre de Dios de los Teólogos de La Universidad de Alcali, en primero de diciembre de 1604 abost Il Licenciado Francisco .Murcia de la Llana. ElKey For cuanto por parle de vos, Miguel de Cervantes, nos fue fecha relación que- habiades compuesto un libro intitulado II ingenioso hidalgo de la Mancha, el c nal os habla costado mucho trabajo y era muy útil y prove¬ choso, nos pediste* y su pl ¡costes as mandásemos dar licencia y facultad para Le poder impr imir, y previlegio p dc el tiempo que fuésemos servidos, o como La nuestra merced fuese;. Lo cual visto por lar de] nuestro Con¬ sejo, por c uanto en el dicho libio se Lucieron Jos diligencias que la premáüca últimamente por nos fecha sobre la. impresión, de los libros dispone, fue acordado que debíamos mondar dar esta nuestra cédula para vos, en la dicha razón; y nos tu vtmosLo por bien. For la cual, por os hacer bien y merced, os damos licencia y fac ul- lad para que vos, o la persona que vuestro poder hubiere, yno otra alguna, podáis imprimir el dicho libro, intitulado II ingenioso hidalgo déla Mincha, que desuso se hice mención, en todos estos nuestros reino: de Castilla, por tiempo y espacio de diez años, que corran y se c uenten desde el dicho día de la dota desba nues¬ tra cédula;, so pena que La persona o personas que, sin tener vuestro poder, lo imprimiere o vendiere, o hiciere imprimir o vender, por el mesmo caso pierda Ja impresión que hiciere, con los moldes y ip: rejos del Ir y más, incurra en pena de cincuenta mil mira vedis cada vez que lo contrario hiciere La cual dicha pena sea la tercia parte para la persona que lo ac usare, y la otra tercia parte para nuestra Cámara, y la otra tercia parte para el juez que lo sentenciare. Con tanto que todas los veces que hubiere des de hacer imprimir el dicho litro, durante el tiempo de los dichos diez abos, le traigáis al nuestro Consejo, juntamente con el original que en él fue visto, que va ruhric aclocada pía na y firma do al fin délde luán Gallo deAndrada, nuestro Escribano de Cámara, de los que en él residen, para saber si lo. dicha impresión está conforme el original;, o traigáis fe en piihlica forma de cómo por corretor nombrado por nuestro mandado; se vio y corrigió la dicha impresión per el original, y se imprimió conforme a él, y quedan impresas las erratas por él apunladas, para cada un Muestra de caracteres no imprimibles. Como se podrá notar, el texto mostrará corchetes no imprimibles y de colores. Este es un apoyo visual de InDesign para poder distinguir el tipo de etiqueta xml de cada párrafo. Para la creación de la tabla de contenidos hay que ir a Maquetación > Tabla de contenido... . Maquetación Texto Objeto Páginas Márgenes y columnas... Guías... Crear guías... Crear diseño alternativo... Diseño flotante Primera página Página anterior Página siguiente Última página Pliego siguiente Pliego anterior Ir a página... Atrás Adelante dI &J d Opciones de numeración y sección.. Tabla de contenido. Actualizar tabla de contenido Estilos de tabla de contenido... Ubicación de Maquetación > Tabla de contenido... La única opción que nos interesa en la ventana que se abre es el apartado de Estilos de la tabla de contenido en donde vamos a incluir los estilos de párrafo que queremos que formen parte de nuestro índice. En este libro solo nos interesa que la tabla de contenido contenga los encabezados de primera jerarquía, excepto el título, por lo que solo agregamos el estilo de párrafo hl . Tabla de contenido Estilo de TDC: [Por defecto] Título: _ Estilos de la tabla de contenido Incluir estilos de párrafo: Estilo: Estilo de entrada: (Mismo estilo] Estilo: EBBm B Otros estilos: hl !> Opciones v Crear marcadores PDF Crear anclaje de texto en párrafo de origen Párrafos numerados: Incluir párrafo completo OK Cancelar Guardar estilo... Más opciones Ventana de Tabla contenido Ya solo es necesario agregar la tabla de contenidos al documento. De nueva cuenta, para un libro que solo será epub no es necesario colocarlo en un lugar en especial. Incluso es posible dejarlo en un área exterior a la página, como se muestra en la siguiente imagen. Lo único que queremos explicitar a InDesign es que este documento contiene un índice que ha de incorporarse al epub. •ver. You th thú ile by Joa- . Conse- d de la oaravedís exenta da vender, ra que delic 3 años. :to, di «ti diciembre to un libro i] y prore. xexilegio «tro Con¬ iecha sobre aros, en i y f acal¬ lo libro, i reinos de esta nues- Xi o hiciere dky •eru sea la ia parte dicho libro, 1 que en él baño de áis fe en Tabla de contenidos creada. 5. Exportación de epub con InDesign Por fin tenemos todo lo necesario para crear un epub con InDesign. A continuación nos vamos a Archivo > Exportar... . Archivo Edición Maquetación Texto Nuevo ► 3 Abrir... 380 Explorar en Bridge... TSO Abrir recientes ► Cerrar Guardar 3§S Guardar como... O&S , Registrar... 1 Guardar una copia... Volver X8S “ 3 Buscar en Adobe Stock... ) Colocar... 3€D _ j Colocar desde Bibliotecas CC.. B 1 Importar XML... a } Valores de Adobe PDF •te ► & Exportar... L 1 "> í Publish Online... CC H : Panel de control de Publish Online... ü° ai 3 Valores de documento ► - 3 Ajustar documento... X3€P ^ Usuario... X» nt > Información de archivo... i X0-3gl “ rta rte ] Empaquetar... XO&P * i Valores de impresión ► U | Imprimir... 3€P ' Imprimir folleto... 3 — i Ubicación de Archivo > Exportar... . Las características de la obra nos permiten que no nos preocupemos por un diseño fijo, el cual suele estar destinado para libros de apoyo didáctico o para niños. Entonces, en el formato elegiremos epub (ajustable) , también conocido como de «diseño fluido» o «diseño responsivo», ya que se adaptará al tamaño de la pantalla de manera automática. Formato: EPUB (ajustable) B £ Ocultar extensión Carpeta nueva Formato de exportación. Cancelar Se abrirá una nueva ventana para dar los últimos ajustes al epub. La mayoría de los casos aquí solo tenemos que prestar atención a tres apartados. (Para una descripción sobre las opciones que no se verán aquí, puede echarse un vistazo aquí). El primer apartado es General . Aquí se definirán las características globales del epub. • Seleccionaremos la versión epub. Recomendamos la versión 3 . 0 por sus mayores posibilidades y flexibilidad. (Para una información detallada sobre las diferencias entre la versión 2.0.1 y la 3.0, visítese este enlace). • Elección de la portada. En este caso añadiremos una imagen externa, por lo que seleccionaremos Elegir imagen . • Para que nuestra tabla de contenidos sea añadida en la sección tdc para navegación hay que seleccionar la opción Varios niveles . • En Contenido seleccionaremos la opción Según maquetación de página . Así nos aseguraremos que el texto se mostrará tal cual como está vertido en las páginas, muy oportuno si el libro sufrió cambios directos en el contenido que no fueron incrustados en la estructura xml, como es muy común cuando la obra se maquetó para impresión. • Habilitación de la opción Dividir documento . Esta obra tiene la intención de comenzar un nuevo apartado en cada encabezado de primera jerarquía, así que la división será con un hl en Estilo de párrafo único . Podemos decir que la división es al epub lo que el salto de página es al PDF. Configuración general en las opciones de exportación. El segundo apartado es css . Si no se desea agregar una hoja de estilos css puede ignorarse lo siguiente. • Para evitar que InDesign cree estilos css hay que desactivar la opción Generar CSS . • Para agregar una hoja de estilos externa hay que hacer clic en Añadir hoja de estilos... . Apartado css en las opciones de exportación. Por último nos vamos al apartado Metadatos . Los metadatos son muy importantes para un ebook ya que, como dice Mariana, son «imprescindibles para la identificación de un libro». Cabe decir que los metadatos son al epub lo que la ficha catalográfica es al impreso. De esta manera, nos será muy fácil saber si cierto archivo es tal obra y no otra, sea en alguna tienda o en una biblioteca digital. . Este dato no es visible al usuario y sirve de control para quien edita. Nosotros preferimos los identificadores complicados por lo que solo incluimos el nombre del libro y la versión. Título . Aquí va el nombre de la obra que será visible para el usuario. Creador . En este campo se coloca el nombre del autor. Por convención, se recomienda escribir antes el apellido y después el nombre, separados por una coma. Si existe más de un autor, nosotros hemos decidido separarlo con punto y coma. Fecha . Aquí se recomienda colocar la fecha de publicación de la presente edición en lugar de la fecha de la primera edición. Descripción . Se trata de la sinopsis del libro, visible en algunas bibliotecas digitales o tiendas. Editor . Se indica el responsable de la edición o editorial. Derechos . En este espacio se indica qué tipos de derechos de autor tiene la obra. Asunto . Por último, mencionamos la categoría del libro. Nosotros separamos las categorías por comas: por ejemplo, «Ficción, Novela de caballerías». Si se desea una categorización más estandarizada, pueden utilizarse códigos bisac tal como es necesario indicarlos si el libro se sube a iBooks, Google Play Books o Amazon. Identificador como mecanismo Metadatos en las opciones de exportación. Ahora sí ya hemos configurado el epub por lo que solo resta dar clic en ok ¡para generar el epub! 6. El epub resultante Nuestro epub está listo. Este tiene: una portada visible en la estantería; Thumbnaü del epub. • un índice, y ▼ Tabla de contenido Primera parte Tasa Testimonio de las erratas El Rey Al Duque de Béjar, Prólogo Al libro de Don Quijote de la Mancha Capítulo I Capítulo II Capítulo III Capítulo IV Capítulo V Capítulo VI Capítulo Vil Capítulo VIII Capítulo IX Capítulo X Capítulo XI Capítulo XII Capítulo XIII Capítulo XIV Capítulo XV Capítulo XVI Capítulo XVII Capítulo XVIII Capítulo XIX Capítulo XX Capítulo XXI Capítulo XXII Capítulo XXIII Capítulo XXIV noníti iln YYV Tabla de contenidos del epub, también llamado índice en español. • un contenido controlado a través de una estructura xml y una hoja de estilos css. Capítulo I Que trata de la condición y ejercicio del famoso hidalgo don Quijote de la Mancha En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lantejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda. El resto della concluían sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas, con sus pantuflos de lo mesmo, y los días de entresemana se honraba con su vellorí de lo más fino. Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera. Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años; era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza. Quieren decir que tenía el sobrenombre de Quijada, o Quesada, que en esto hay alguna diferencia en los autores que deste caso escriben; aunque, por conjeturas verosímiles, se deja entender que se llamaba Quejana. Pero esto importa poco a nuestro cuento; basta que en la narración dél no se salga un punto de la verdad. Es, pues, de saber que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso, que eran los más del año, se daba a leer libros de caballerías, con Contenido del epub. Para acceder a todos los documentos empleados para esta edición, puedes descargar este archivo. Al descomprimirse encontrarás que también están presentes los archivos empleados para los otros dos métodos que quedan por describir: con Sigil y «desde cero». Para los archivos usados en la versión de InDesign solo hay que ir a epubs > 1-indesign-cc . Conclusiones Para el usuario de InDesign que está acostumbrado a trabajar con estilos directos o con estilos de párrafo y caracteres esta descripción puede parecerle compleja, ya que involucra la elaboración de archivos de manera externa al flujo común de este software. Como puede observarse, estos documentos externos requieren algún conocimiento básico de html y css. Por este motivo, se mencionó que se descansaría un poco del código. El proceso aquí descrito está pensado para alcanzar el máximo control y la mayor calidad en un libro epub hecho con InDesign. Sin embargo, de manera irremediable implica vérselas con lenguajes de marcado. Es decir, incluso en el programa más común para la creación de libros es menester trabajar desde las entrañas de un epub. Gracias a esto podemos indicar que: 1. para fortuna o desgracia el «código» llegó para quedarse en la edición digital si el objetivo es la creación de publicaciones de gran calidad; 2. InDesign no puede abarcar todo el flujo de trabajo como hace algunos años lo había hecho, ya que su arquitectura está pensada para la maquetación de libros en formato pdf (con los años se ha visto obligada a posibilitar la creación de ebooks ); 3. es necesario un conjunto de herramientas o un software que nos permita atajar los retos de la publicación digital de una manera más directa y aún más controlada, y 4. por esta necesidad de diversidad en el ecosistema del libro se hace necesario optar por un proceso de producción que simplifique y automatice el reto de publicar una obra en diversos formatos. Debido a estas cuestiones y las desventajas que presenta un epub creado en InDesign (indicadas en «Edición digital como edición desde cero)» es posible concluir que InDesign nos permite crear libros epub de gran calidad, pero a través de una metodología que puede complicar aún más el proceso de producción o que potencialmente implica una pérdida de control tanto en la estructura como en la edición y el diseño. ¿Cuál es el volumen de producción a manejar? ¿Qué nivel de control se desea sobre la edición? ¿Cuál es la disponibilidad para analizar y probar otras metodologías de producción? Son solo algunas de las preguntas por las cuales podríamos saber si crear epub con InDesign es el método que necesitamos para el desarrollo de ebooks. Sobre esta entrada • Título original: «De XML a EPUB con InDesign». • Título en el blog de Mariana: «Cómo crear un libro digital: de XML a EPUB con InDesign». • Fecha de publicación: 8 de noviembre del 2016. • Redacción original. • Revisión de Mariana. Cómo crear un libro digital: de xhtml a epub con Sigil En esta entrada se detallan los pasos para hacer un libro electrónico. Es decir, qué acciones deben hacerse para obtener un archivo epub desde un xhtml con el programa Sigil. Sigil, ven a mí De todas las herramientas conocidas que existen para crear epub, Sigil es la que siempre recomiendo. Esto se debe a los siguientes motivos: • Es software libre, por lo que no solo es gratuito o todo su código está disponible, sino que también implica que no hay necesidad de pedir permiso para usarlo o modificarlo. • Es la opción popular más ligera, su peso va de ~45 a \~60 mb, según el sistema operativo que utilices. • Es un entorno gráfico pensado únicamente para crear epub; es decir, tenemos la certeza que cuenta con las herramientas necesarias para hacer un buen epub de modo visual. Sigil fue el único programa que satisfizo mis primeras necesidades para el desarrollo de epub. Uno de los principales motivos fue porque en aquel entonces andaba sobre Ubuntu, por lo que me era imposible usar software creado para Windows o Mac. Pero otra razón fue que mis conocimientos en html y css eran muy básicos y tampoco tenía un dominio sobre la terminal o RegEx. Muchos de ustedes se encuentran en esta situación, así que si quieren experimentar en la creación de epub, en lugar de InDesign —el cual es menos controlable, como ya lo indiqué —, los invito a que prueben con Sigil. ¿Cómo empezamos? Una primera desventaja de Sigil es que la documentación existente para su uso no es tan amigable como la de otras herramientas populares como InDesign o Jutoh. Cuando conocí Sigil, su instalación me provocó un dolor de cabeza. Por fortuna, hoy es fácil instalarlo en cualquier computadora. El área de su documentación ha estado mejorando con el tiempo y aunque hace muchos años ya no uso Sigil, quizá este tutorial podría ser un buen punto de partida. Después de ahí, mi sugerencia es que metan sus manos al lodo y con los errores vean las posibilidades y límites de Sigil. Ejemplo de epub Como ya venía anticipado en mi primera colaboración con Mariana, vamos a tomar la edición del Proyecto Gutenberg del Don Quijote junto con algunas modificaciones en su estructura para producir un epub más limpio y con mejor diseño. Los archivos de ejemplo pueden descargarse aquí. Con estos archivos nos será posible obviar el más grande problema en la edición digital: el formato. Como siempre he indicado, el cuello de botella en la edición, sea impresa o digital, es la falta de un formato adecuado. Esto provoca que gran parte del tiempo de desarrollo de una publicación sea, precisamente, la limpieza del formato. Vuelvo a insistir en el asunto solo para explicitar que: 1. este breve tutorial pasa por alto el tiempo necesario para dar un formato adecuado a una publicación y que muchos de ustedes, cuando empiecen a experimentar, se darán cuenta de la monotonía y frustración que implica trabajar de manera gráfica, y 2. esto implica que no nos enfocaremos en los aspectos básicos de la creación del epub, debido a que ya está cubierto en los archivos de ejemplo. Orientaré esta entrada a ciertos errores comunes que he encontrado en los libros hechos por otros con Sigil, y que será una buena guía para que ustedes puedan evitarlos. Manos a la obra 1. Mínima configuración general Uno de los errores más comunes es olvidar la configuración general de Sigil. Existen dos casos donde esto afecta directamente al epub: 1. por defecto Sigil crea epub versión 2.0.1 cuando por lo menos es necesario crear a partir de la versión 3.0.0; 2. usa el idioma inglés como lenguaje por defecto para los metadatos del ebook. Para cambiar esto es necesario ir a Edit > Preferences... o presionar F5 . En el área de General Settings indicamos que deseamos la versión 3. Cambio de versión a la 3.0.0. Para especificar el lenguaje deseado de nuestros metadatos en la misma ventana vamos a Language y en Default Language For Metadata seleccionamos el idioma y la región de nuestra preferencia. Cambio de idioma. Para que los cambios surtan efecto lo recomendable es reiniciar Sigil. Con esto ya podremos crear epub versión 3.0.0 que, si bien es la versión más popular y aceptada por distribuidores —p. ej. Amazon, iTunes o Google—, no es la más reciente. Una segunda desventaja de Sigil es que aún no genera epub versión 3.1 o al menos 3.0.1. 2. Importación de archivos Cuando abrimos Sigil o generamos un nuevo proyecto veremos la siguiente estructura: Estructura básica generada por Sigil. Como puede observarse, tenemos una serie de carpetas para poner ahí nuestros contenidos, como texto, hojas de estilo, imágenes, fuentes, audios, videos u otros elementos. Para importar los xhtml de nuestros archivos de ejemplo hay que seleccionar la carpeta Text y con clic derecho escoger Add Existing Files... . Esto nos abrirá esta ventana: Ventana de importación. De nuestros archivos ejemplo vamos a seleccionar todos los xhtml presentes en epub > 2-sigil > recursos > xhtml . Así es como estos documentos serán incrustados en la carpeta donde van los textos del epub. Archivos importadas y archivo innecesario. El archivo SectionOOl .xhtml no lo necesitamos así que lo seleccionamos y presionamos Del o clic derecho Delete... para eliminarlo. Recomendación. Cuando generamos documentos xhtml desde Sigil, por defecto sigue la nomenclatura Section más un número consecutivo. Esto puede generar problemas al momento de verificar o hacer cambios ya que es un nombre genérico. Lo ideal sería darle nombre significativos y con una numeración inicial. Para mayor información, consulta estas recomendaciones. Ahora bien, aquí tenemos dos elementos muy curiosos. El primero es que si damos doble clic al archivo 0 0 0-portada. xhtml , ¡la imagen de portada ya está ahí! Portada importada automáticamente. Sin embargo, si damos doble clic a 0 0 6-rey.xhtml —u otro archivo que tenga texto—, vemos que los estilos son un desastre... Estilos mal visualizados. La tercera desventaja de Sigil es que en ocasiones no muestra el diseño correcto, por lo que una edición visual del contenido puede resultar muy problemática. Por fortuna, ahora sabemos que hay un error en la renderización de los estilos, así que vamos a obviar esta visualización —al final veremos cómo se visualiza realmente—. ¿Por qué se ven la portada y los estilos? Por defecto, Sigil importa todo aquello que esté vinculado a los archivos xhtml importados y los coloca en las carpetas correspondientes. En nuestro caso, 0 0 0-portada.xhtml tiene vinculada la imagen portada. jpg que también fue importada a images ; además, todos los xhtml tienen un vínculo a la hoja de estilos principal. css , que fue colocada en la carpeta styles . Archivos adicionales importados automáticamente. 3. Tabla de contenidos Hasta aquí ya hemos terminado con los ajustes en nuestro contenido por lo que ya podríamos proceder a generar el epub. Este es otro de los errores más comunes: el contenido y el diseño no lo son todo. Existen otras tareas muy importantes que nos dan mejor control, mayor calidad y un producto más amigable para el lector. Una de estas tareas es la modificación de la tabla de contenidos. Para acceder a esta vamos a Tool > Table of Contents > Generate Table Of Contents... O presionando Ctrl + T O el icono resaltado. Ventana de edición de la tabla de contenidos. Sigil, de manera automática, detecta todos los encabezados en nuestro documento —etiquetas html de la hl a la h6 —, podemos limitar su jerarquía en